El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 20 de enero de 2012

XXX11 ANIVERSARIO DEL EJÉRCITO Y LA POLICIA


  • Por  Víctor M. Tirado       Managua, 03- 09- 2011.-
 Cuando el 19 de julio de 1979 triunfa la lucha insurreccional en Nicaragua, bajo la dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional, apoyada por los distintos sectores del país y el pueblo en general, proclama desde el primer momento el fin de la dictadura somocista.  No se hizo esperar y se instala desde ese momento un  Gobierno de Reconstrucción Nacional, y al mismo tiempo declara, el Estado de Derecho, la economía mixta, el pluralismo político y el No Alineamiento.
    La revolución sandinista barrió con  las viejas bases de la estructura política, social y militar del somocismo; pero  al terminar este período se deja un vacío y se originan nuevas formas de organización social dentro de la población laboral y gremial prestando atención a  los sindicatos, los gremios agropecuarios, profesionales, pequeña empresa y todo el mundo civilizado que nos rodea entran a participar en la gran causa económica, política, social y cultural.
   Ahora bien, una vez abolida la Guardia Nacional cual fue la fuerza  fundamental que sustentaba al Gobierno somocista, se le plantea a la revolución, cosas concretas, entre una de las tantas está y la más importante a resolver fue la cuestión de las Fuerzas Armadas  (Ejército y Policía). En el programa de la revolución se plasmó el objetivo central, en primer lugar, el fortalecimiento del ejército y la policía, prepararlas técnica y  militarmente con los medios que se contaban en función de una eventual intervención norteamericana. Era pues, necesario fortalecer a la institución en el arte de las armas, con cuadros que habían dirigido la insurrección a raíz del giro que podría tomar la revolución en caso de que el imperialismo yanqui se atreviera invadirla. Lo demás organismos sociales y económicos sandinistas incluyendo a la policía servirían  de apoyo. Una revolución de las características sandinista era lógico que el gobierno de los EEUU se preparaba  para eliminarla de la escena antiimperialista; sin embargo no era tanto la alianza con la URRSS o Cuba a lo que se oponía, sino el ejemplo que daba en Centroamérica, tomado en cuenta la existencia de movimientos de liberación nacional en la región, cuando la situación histórica marcaba un salto favorable en la correlación de fuerza clave para la revolución. Así pues, el Frente Sandinista, bajo esas condiciones le imprimó al Ejército la fuerza moral y patriótica de los héroes y mártires caídos en la lucha desde el siglo X1X contra  el filibusterismo esclavista y el intervencionismo “gran garrote” y el panamericanismo del siglo XX.
    La agresión norteamericana, desde luego, la comenzó a preparar el gobernante Ronald Reagan de los EU, contando con el apoyo del campesinado nicaragüense y la clase mediad descontenta. (Esa fue la desgracia de la revolución,  pero ese es otro episodio a interpretar). De ahí parte la estrategia de armarnos con la ayuda de la Unión Soviética en materia bélica y de entrenamiento, desde luego fue una cooperación muy importante.  (No hay que perder de vista que la preparación militar corría por parte del Frente y ejercía el control directo del instrumento armado. En la guerra de intervención yanqui-resistencia el Estado era un complemento, por lo tanto de ahí surge posteriormente la partidarización del ejército). No es casual esta estructura centralizada, en las guerras no hay democracia en el instrumento armado, sino lean a Napoleón o a Stalin.
     Todo el decenio de 1980 el Frente Sandinista defendió la revolución sin apoyo económico de los aliados socialistas, sin embargo,  el peso de la defensa de la revolución recayó sobre las organizaciones sociales sandinistas y no sandinistas. En tal sentido fue muy difícil sostenerla con nuestros propios esfuerzos, la economía se desgastó, la población joven se desmoralizó, el sector agropecuario fue golpeado fuertemente y otros fenómenos económicos y políticos sufrieron el impacto económico que debilitaron a la revolución.
    La presión de los aliados en América Latina  y los gobernantes centroamericanos más la crisis económica interna contribuyeron  a sostener pláticas  con la Resistencia en Sapoá, Departamento de Rivas al sur de Nicaragua en marzo de 1989. En esas pláticas  durante varios días de discusión se llegó a un  entendimiento con el binomio Reagan-Resistencia, para concluir con los acuerdos de Sapoá. Se discutieron varios puntos y uno de los más importantes a que se llegó fue el acuerdo de adelantar  las elecciones para febrero de 1990, aun en contra de lo que marcaba la Constitución. Una vez terminada las pláticas, la oposición comienza organizarse en tal dirección  bajo una alianza con todos los partidos antisandinstas con el nombre político Unión Nacional Opositora (UNO).
    El Frente, igualmente, realiza la campaña durante todo el período electoral y al llegar el día de la votación, el 25 de febrero de 1990, cual es la sorpresa, el Frente pierde las elecciones y triunfa la UNO.
    La Unión Nacional Opositora de inmediato los nuevos gobernantes y la dirección del Frente pasan discutir la transición y uno de los puntos esenciales fue el papel del Ejército en las nuevas condiciones donde el nuevo gobierno afirmaba que este dejaba de ser propiedad privada del Frente y se convertiría en una Fuerza Armada Nacional y profesional, no deliberante, apolítica y sujeta al poder civil desempañando el mando los actuales gobernantes confiando. Se argumentaba como conquista de las fuerzas opositoras el profesionalismo
    Desde febrero de 1990 hasta el 10 de enero de 2006 el ejército respetó las instituciones de los nuevos mandatarios. La interpretación de este fenómeno se da porque  las Fuerza Armadas nunca abandonaron  el principio sandinista y esto le dio coraje y vida políticamente,  respetando constitucionalmente el proceso electoral y no tomar partido públicamente por uno u otro candidato o bien el triunfador.
    Ahora bien, lo que me obliga a interpretar el sistema político-militar que marcó una nueva época con todas sus vicisitudes ( no es la transformación del sistema económico, porque es más fácil interpretarlo que transformarlo)  en este artículo es la participación del Ejército y la Policía en los años claves de la revolución: la década de 1980; los gobiernos posteriores a la pérdida  de la elecciones, el decenio de 1990 y de nuevo  el encuentro del Frente Sandinista con el gobierno y el Estado donde Daniel Ortega alcanzó un victoria pírrica en las elecciones de noviembre de 2006, entre el 30% y un dudoso 6% más
      Primero, el Ejército y la Policía en 1980 es poco lo que se puede interpretar pues de sobra se conoce la relación de sujeción al Frente y no al Estado en defensa de la revolución. En la derrota electoral de febrero de 1990 y uno o dos años después se reconoce que las fuerzas militares se profesionalicen y se subordinen al Presidente de la República. Esta reorganización de las Fuerza Armadas, llamémosle así, obedece al momento que  se está viviendo y es un aporte de gran significado a la República y la democracia, es pues, un avance con respecto a la forma de organización de los años 80.
    Segundo, separar la organización militar del partido Frente Sandinista y convertirlo en un Ejército profesional con  autonomía relativa, no fue tarea fácil, pero se consiguió; no obstante, respetaron  el poder del Estado.
    En tercer lugar, una vez que ganó las elecciones en 2006 Daniel Ortega y cuando toma posesión el 10 de enero de 2007 en su discurso inaugural de inmediato el presidente Ortega trata de reconquistar el sandinismo a través del  ejército y la policía, reconociéndole  su origen  sandinista, es decir dio a entender regresar a los viejos tiempos de los años 80. Pero bien,, no se trata de abandonar el sandinismo  sino recuperar la herencia de los conceptos vigentes, porque el sandinismo de hoy ya no es el Frente  Sandinista dirigido por Daniel Ortega, el Secretario General del Frente trata de sustituir  a Sandino.
 Fuimos partícipes de la derrota de la dictadura somocista, ese es nuestro sandinismo y sin temor a que nos enjuicien por disentir, la obra está hecha, nadie nos puede presionar para pasar al campo del danielismo. Lo que yo critico de los actuales dirigentes del Frente es su abandono del espíritu ético de los años 60, 70, 80 y los primeros cinco años del 90. Hoy rompen con la tradición vigente profanando a los que murieron por la Patria, por el Frente y por la población trabajadora. Sin embargo, las dos instituciones militares más importantes, que habían superado su sujeción al Frente hoy se están prestando al juego y están retrocediendo a  una posición reaccionaria, pues están sirviendo un pasado de formas de organización de centralización ya superadas.
    Cuando la revolución derrotó a la dinastía somocista, nadie creía en el  regreso, sin embargo la historia no se puede romper en un decenio o más radicalmente, los dirigentes del danielismo recogen el pasado y llenan la vacante de una nueva dinastía y a nombre de ella aplastan a la República y la democracia.
     Veamos al ejército, aun se mantiene a larga distancia, pero  está en un proceso que se está  sometiendo  en pocos días o meses a los dictados de los dirigentes de la nueva dinastía. En cuanto a la policía esta obedece  ya!  a la estrategia de los años 80. La Policía no reprimió a la población en los años 80; hoy  se prestan a reprimir  a sus viejos hermanos de lucha, la ironía de la historia, apoyando a las fuerzas anticonstitucional  llamada CPC. ¡Cuidado! Policía, no hagan añicos su grandioso rescate que venían cultivando. Deseamos que equilibren la situación política y social y que amparen a la sociedad en su conjunto para que no los señalen como la continuación de la dinastía nueva. Por el momento están defendiendo el pasado, quizás inconscientemente, sin embargo cualquiera sea la definición y mientras no se aclare la  responsabilidad, entonces, como van a celebrar los 32 años estos organismos que antes fueron baluarte de la “revolución” y hoy son bastión del danielismo.

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