En
un mundo en donde predomina el despilfarro, surgen las voces del remordimiento.
Es ahora, después de años de servidumbre humana al servicio de los placeres del
ser humano, que salen al aire las miserias por las que pasan los que hacen
posible ese despilfarro frívolo del que todo lo tiene.
Tiffany`s,
la joyería más famosa de Estados Unidos, situada en el corazón de Manhattan, en
la avenida más lujosa de New York, la 5ª avenida, protagonista de miles de
historias, una de las más conocidas, la novela de Truman Capote, Breakfast at
Tiffanys`s, llevada a la pantalla grande protagonizada por la adorable Audrey
Hepburn.
Ninguno
de los clientes que entran a esa joyería a comprar una joya adornada con
refulgentes diamantes, se pueden imaginar los padecimientos de los topos
humanos encargados de arrancar de la tierra ese pedazo de cristal bañado con su
sudor y su desesperanza, que una vez tallado y pulido, va a adornar el cuello
de las Hepburn del mundo a cambio de una respetable fortuna.
¿Y
qué decir del genocidio de los animales que tienen la desgracia de estar
revestidos por lo que los hombres llaman, pieles preciosas, aniquilados solo
para confeccionar un elegante abrigo para una bella dama?
Suiza,
paraíso fiscal del mundo civilizado y modelo de cultura, que hizo de su eterna
neutralidad y de su impenetrable secreto bancario, su mejor capital, no solo es
famosa por sus bancos de cuentas secretas, sino también por sus relojes, sus zapatos,
sus quesos y su chocolate, el mejor del planeta, sin sembrar una sola mata de
cacao. La pregunta en este caso es, ¿que si cuando nos llevamos a la boca una
deliciosa barra de chocolate “made in Switzerland,” nos ponemos a pensar en la
servidumbre esclava de millones de niños que viven en los países productores de
cacao? Por supuesto que no. Una golosina está alejada de las tragedias del
género humano. Las golosinas son para los niños y sin embargo, son los niños a
los que esclavizan para hacer posible las delicias del chocolate.
Todo
lo agradable a los sentidos, tiene un origen desagradable: las joyas, la ropa
de marca, los artículos de piel, los manjares gourmet, todo lo que brilla en
los cuerpos de los privilegiados y satisface el gusto de sus sentidos. Pero así
es como funciona el mundo desde que el hombre aprendió a caminar erguido y nada
lo cambiará mientras exista.
Sin
embargo, fuertes lamentos de remordimiento se escuchan en las riberas de los
ríos del mundo. Casi a diario nos encontramos en la televisión documentales que
cuentan las miserias de los que con su padecer hacen posible que la otra parte
de la humanidad sea feliz luciendo y comiendo lo mejor que el planeta tierra
les pueda ofrecer.
Esta
vez nos tocó ver la vida miserable a la que son sometidos los niños pobres de
una zona cacaotera del tercer mundo, pero cuando ese cacao llega a Suiza, el
dolor se disolverá en las papilas del primer mundo y los niños del tercer mundo
seguirán esclavizados en un infierno sin misericordia.
Jorge
J Cuadra V
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