De alguna manera el
periodismo nacional está de duelo, pues una gustada y excelente columna:
"Don Procopio y doña Procopia", acaba de "desaparecer" del
que, en mi calidad de ser uno los fundadores del antiguo y verdadero, yo
llamaría "El Nuevo Cadáver Diario", pues "Novedades" trae
el de ésta su nueva época bancaria en franca transición hacia el oficialismo.
Onofre Guevara López en su voluntaria "La Nueva Gaceta" (un hermoso y
honorífico servicio para con sus colegas) nos da la cronología y las verdaderas
razones de esa muerte anunciada. Una muerte galopante que comenzó por arrastrar
la trinchera que quedaba del espíritu que inspiró la creación de END en
1980, con Xavier Chamorro Cardenal a la cabeza, y con Danilo Aguirre Solís, a
quien me refiero en este momento, acompañando a Xavier en la dirección, bajo
una carpa que apenas atenuaba el calcinante sol del mediodía, Todo aquel
personal que en su momento nos sentimos orgullosos de aquel periódico que
surgiendo con su primera edición el 19 de mayo de 1980, llegó a cumplir 31 años
en mayo del 2011, para comenzar a morir en septiembre de ese mismo año, con la
"ida" de Danilo. De manera que el periódico actual, que aún ostenta
el nombre de "El Nuevo Diario", cumplirá su primer año de existencia
en septiembre de este 2012. Ese mes será su primer aniversario. ¿Quién iba a
decir que don Procopio doña Procopia, serían, gracias a la política empresarial
de los nuevos dueños, los encargados de retirar la mortaja, para que los
lectores descubrieran el cadáver que pretendía suplantar a la vida? Todo esto
es una opinión muy personal mía. Como lo es pensar que es ya evidente la era de
los cuellos flexibles en ese periódico. Como lo es estar consciente que de
aquel vigor, audacia y valentía del que fué "El Nuevo Diario", se
escapó la vida, y que bajo su mortaja actual, está la muerte de la libertad y
la verdad: Está la disimulada apología de la actual dinastía, con todo el
poder de la opresión.
Luis Rocha Urtecho.
Fundador de "El Nuevo Diario".
"Extremadura”, 13 de
enero de 2012. (“Me quema la palabra”).
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