El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 18 de enero de 2012

Breve crónica de un solemne funeral


Onofre Guevara López

Diez de enero 2012, 6: 20 pm, Plaza Rosada, Managua. Triste redoble de tambores y el paso marcial de cadetes, precediendo el féretro con las patrióticas cenizas del texto constitucional, cubren de solemnidad su entierro. La pobre Constitución, no resistió cinco años continuos de violaciones. Con tan solemnes honras fúnebres, sus violadores expiaban sus culpas. Todo un simbolismo de la toma de posesión de un presidente inconstitucional.
En el centro de la plaza, esperando invitados de todo el mundo reducido a siete repúblicas con sus respetivos presidentes, una masa sentada en sillas ubicadas en formación militar, cumplía su tarea de dosificar –de pasivos a intensos—, los aplausos, según la categoría del personaje y de las delegaciones. Los nombres eran mencionados por una reelecta primera secretaria de la Asamblea Nacional, cuya desentonada voz delataba sus desaprovechados cinco años de aprendizaje del oficio.
La dosificación de los aplausos, fue precisa en su diversidad de valores: los aplausos para Hugo Chávez, tuvieron igual valor que el beneficio que le proporciona al presidente reelecto ilegalmente. Los aplausos para Ahmadinejad –también reelecto con fraude, como para no desentonar con su anfitrión—, fueron de un ruego intenso por la condonación de una deuda que de 53 millones de dólares, los réditos la elevaron a 164 millones de dólares. (Mucha usura, condonación cero). Los demás aplausos, tuvieron la sonoridad diplomática merecida por cada invitado.
Buscando simpatías en España, el presidente de facto –José Daniel Ortega y Saavedra III—, quiso animar su somnoliento discurso, llamando familiarmente Felipe al príncipe heredero, y a quien sentó a la derecha de la co-presidente.  A su izquierda sentó a su Cardenal privado, actualizando la imagen medieval: entre la nobleza del eterno poder, con lo cual sueña, y de Miguel Obando y Bravo, de quien recibe el alimento espiritual para su sueño.
En verdad, todo el funeral fue un acto donde la reelección de estilos caracterizó al escenario para la presentación de sus reelectos actores en varios niveles del poder. El mar de rosas, dieron aires de una naturaleza bien protegida, pero más de una riqueza mal adquirida; ellas  tuvieron su reelección como adornos de cualquier tribuna que merezcan la noble presencia del clan Ortega y Murillo.
El espectáculo estuvo a la altura, no de la Constitución recién enterrada, sino de quien planeó y ejecutó su muerte, y por esa causa, y desde ese momento, convertido en presidente inconstitucional: don José Daniel Ortega y Saavedra III. (Lo de III es por el número de sus reelecciones, pero él es primero en el orden dinástico chapiollo).
Compungido de rostro y alma por sus pecados contra la Constitución, don René de los Santos Núñez y Téllez, ofició el duelo solemne, y antes de juramentar –ilegalmente— a Ortega y Saavedra III, le hizo el favor de leerle el informe de gobierno que él nunca quiso leer cuando y donde le correspondía durante su período de presidente legal: la Asamblea Nacional. Nada se salió del libreto de la ilegalidad institucionalizada.   
Si tal ilegalidad no hubiese sido elaborada con exactitud de relojero sucio, perdón, de relojero suizo, durante cinco años, ninguno de los presentes en la Plaza Rosada para ver la ilegal transmisión del mando de Daniel a Ortega, hubiese podido reelegir su presencia en acto tan solemnemente inconstitucional.   
Hubo, igualmente, una exacta correlación de méritos entre la ilegalidad de la reelección de Ortega y Saavedra III y las ilegales formalidades en la retoma del poder presidencial: una banda presidencial colocada al revés y de colores adulterados; y toma de las promesas cabeceñas en nombre de una Constitución por cuyo entierro estaban en tan solemne acto.
Antes, hubo “limpieza” de la miseria: vendedores y niños limpiaparabrisas fueron lanzados con su pobreza lejos de las calles adyacentes al gran espectáculo real. Y tomaron unas medidas “de seguridad”, como si fueran conscientes de que las cosas hechas para la reelección fueron tan malas, que sólo merecían conspiraciones en vez de aplausos y de condolencias en vez de felicitaciones.
Para armonizar todo con la reelección al margen del orden  constitucional, Ortega y Saavedra III se jaló un discurso fuera de la realidad de Nicaragua. Pero, hubo un hecho curioso y revelador: de todo lo hecho y lo dicho por y para la reelección ilegal: su discurso  “internacionalista”, ni siquiera le merece ser candidato a líder regional, menos a líder mundial.
Ah, se me olvidaba algo que es propio del clan: las honras fúnebres fueron amenizadas con música pirateada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario