Número XXVI
Este número no
estará dedicado esta vez a cazar errores, sino a ofrecer una explicación
sobre la ausencia de la columna Don Procopio y doña
Procopia –si es que acaso ha merecido ser notada por ustedes— desde el
lunes 9 de enero en la página 4 de END. Esta columna ya cumplió los 16 años de
ser publicada diariamente, en los primeros años de lunes a domingo, con muy
pocas interrupciones, casi siempre por razones ajenas a su autor. No solo, pues,
la columna desaparece, sino que con ello se rompe un récord en el periodismo
nacional. Puntualizo las razones de su desaparición, sin entrar en conjeturas
de tipo político, que sí valen la pena comentarlas, pero no me interesa hacerlo
en la presente edición:
1)
Después
de una serie de elogios, tal vez inmerecidos a su autor, en reuniones con la
dirección, lo cual ustedes conocen mejor que yo, porque no estuve presente,
sucedió lo siguiente:
2)
El
día viernes 6 de enero, el señor Douglas Carcache, me comunicó la decisión de
sacar la columna de la página 4 a la página Opinión, por razones de contenido,
lo cual me pareció bien, además de que esa columna nació ahí, en Opinión.
3)
De
acuerdo a eso, la primera columna debía aparecer en la edición del día lunes 9
de enero, pero como yo sabía que esa página queda echa desde el viernes, no
esperé que saliera ese día; sin embargo, se la envié a los dos editores de
ambas páginas, sólo por costumbre.
4)
El
día lunes, actualicé el contenido de la columna y se la envié al editor de
Opinión para que saliera en la edición del día martes 10 de enero. No salió,
pero ese mismo día por la mañana, recibí un correo del señor Carcache, donde me
comunicó que se había decidido que la columna saliera sólo dos días a la
semana.
5)
El
día miércoles recibí un correo del editor de Opinión, informándome que por
orden de la dirección, la columna sería publicada solamente un día a la semana.
Ante el evidente proceso de exclusión, pues no se puede pensar otra cosa
después de esa escalada de decisiones, sin que antes se cumpliera ninguna, ya sólo
cabía esperar que el siguiente aviso sería que no se publicaría ningún día más,
por lo cual me adelanté a lo que venía… y no la volveré a escribir.
6)
Se
me propuso también que la columna debía de firmarla, lo cual no tiene
importancia para mí, por cuanto no la hago anónima por temor, dado que firmo
los artículos que son igualmente críticos, y
quizá más, sino porque así la creó el poeta Luis Rocha, y así la he
dejado porque no tengo ningún complejo de figuración. Y se propuso finalmente,
que debía desaparecer el logo de la columna, sin los viejitos jodedores que la
han caracterizado. Todo significa, pues, que debe hacerse otra
columna.
Sólo agregaré un pequeño comentario:
Es posible, que los señores directores piensen que
las columnas no tienen que ser obligadamente de publicación diaria, y tendrían
razón, pues las hay de uno o más días. Está el caso de la excelente columna de
Fabián Medina. Pero no todas las columnas tienen que ser del mismo estilo, y además
de que la mía ya tenía una tradición de 16 años, la columna Don Procopio y doña Procopia tiene un estilo conversacional
de acuerdo al acontecer diario del país, por lo cual resultaría un absurdo
dialogar, por ejemplo, el día sábado sobre lo que ocurrió el día lunes, o en
cualquier otro día, porque siempre saldría desactualizado.
Claro que se podría cambiar el estilo de la columna,
pero, además de que ya no sería la misma, un cambio de cualquier tipo, más
siendo un cambio radical, es una iniciativa forzada o por imposición, y pienso
que debe nacer de una iniciativa propia y suficientemente meditada para ser
auténtica en su estilo.
La aceptación de una iniciativa imprevista, aunque se
trate de personas autorizadas, sólo cabe
aceptarla a personas… ¡de “nuca flexible”!
Y de esa clase de personas nunca he sido ni lo voy a
hacer
Firma: el Fundador, Director, Editor, Redactor y
Distribuidor de La Nueva Gaceta.
Onofre Guevara López
Onofre Guevara López
Managua, 13 de enero de
2012.
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