Julio Francisco Báez Cortés
Nos referimos a las
apetitosas granjerías que durante la pasada justa electoral fueron ardorosamente
criticadas por candidatos de oposición y que ahora se les aparecen de frente
cual tentadoras ofertas para alegrar sus bolsillos. Veamos si estos nuevos diputados
serán seducidos por los siguientes privilegios económicos reñidos con la
legalidad.
Rastros del somocismo: las “libres”
El primer caso concierne a las “libres”
o exoneraciones de facto otorgadas a diputados
para importar o comprar localmente vehículos automotrices de su propiedad
privada, el cual se remonta a los tiempos de la dictadura somocista. Este
abuso fiscal fue legalizado durante la administración de Arnoldo Alemán a
través de la Ley de Justicia Tributaria y
Comercial (1997) y posteriormente abolido por la Ley de Equidad Fiscal (2003). En las postrimerías del mandato
de Enrique Bolaños (diciembre 2006), la Asamblea Nacional pretendió revivir
este odioso tratamiento especial incorporándolo de contrabando en la Ley Orgánica del Poder Legislativo pero se
olvidó reglamentarlo, procedimiento que pudo efectuarse mediante un decreto legislativo
en vista de que dicha Ley prohibió hacerlo por decreto ejecutivo; o también
pudo subsanarse restableciendo la vigencia de los artículos 76 al 83 del hoy
derogado Reglamento de la Ley de Justicia
Tributaria y Comercial que en aquel entonces operativizaba la mencionada exoneración.
Los poderes Ejecutivo y Legislativo nada enmendaron, por tanto las “libres” son
ilegales, ¡pero se aplican!
Esta “ventaja” tributaria abarca a 180 diputados ante la
Asamblea Nacional –90 propietarios con dos vehículos sin pagar impuestos y 90
suplentes con un vehículo en iguales condiciones–, maravilla que se repite en
los 20 diputados del Parlacén y sus 20 suplentes. Total, un estimado
responsable afirma que 220 legisladores arrebatan al Fisco no menos de 4 millones de dólares durante un
quinquenio de gobierno.
Evasión tributaria en salarios
Sin base legal de respaldo,
la Asamblea Nacional entrega mensualmente a cada diputado 200 galones de
combustible “para la atención de sus compromisos parlamentarios”. Al final de
cuentas, ¡90 legisladores reciben gratis 216 mil galones anuales de diesel y
gasolina!
Vamos a suponer
que el impredecible mago David Copperfield logra el milagro de sacar del
sombrero una ley que justifique esa feria de petróleo. Viene entonces la
siguiente cuestión: si el artículo 5 de la Ley de Equidad Fiscal y el artículo
7, numeral 5, de su Reglamento, preceptúan que este ingreso en especie constituye
un valor gravado con el Impuesto sobre la Renta, ¿por qué entonces además de su
cheque salarial los diputados no pagan el IR sobre el valor de los 200 galones
de combustible que cada uno recibe por mes y cuyo precio al público en gasolinera anda
por los 900 dólares? Esta grave evasión tributaria la sanciona con severidad el
Código Penal en el Título IX, Delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad
Social, y Título XIX, Delitos contra la Administración Pública.
El festival de los 40 millones
Desde hace más de una
década, el Poder Legislativo otorga anualmente a cada diputado la suma de 430
mil córdobas para “becas y ayuda social” que cada uno distribuye por doquier.
Son 40 millones de córdobas que utilizan cada doce meses como les da la gana.
Huelga advertir que no existe disposición legal que autorice semejante
discrecionalidad ni el menor control sobre tales gastos.
Volvamos a asumir
que el intrépido Copperfield ahora saca de la manga una deslumbrante sorpresa
intitulada “Ley de becas y ayudas comunitarias de los diputados bajo una pulcra
rendición de cuentas”. Nada se habría resuelto pues la Constitución Política
prohíbe a los diputados realizar funciones oficiales no consignadas
taxativamente en las 32 causales que enumera el artículo 138 concerniente a sus
atribuciones parlamentarias. Categórica limitación que reiteran los artículos
130 y 183 de la misma Carta Magna (“Ningún cargo concede a quien lo ejerce más
funciones que las que le confieren la Constitución y las leyes”).
Conclusión
Quienes fustigan a
sus adversarios políticos por motivo de inocultables regueros de plumas a la
vera del camino, deben luchar desde un inicio por la radical supresión de estas
violaciones constitucionales y renunciar de plano a oscuros privilegios. Hechos
son amores y no buenos clamores. ¿Quién podría respetar y conferir credibilidad
a la nueva bancada opositora luego de verla calladita disfrutando de manera
ilícita de un pastel financiero que pagamos con nuestros impuestos? “Eso jamás
ocurrirá”, quiero pensar que así opina don Fabio Gadea… y mejor aún que sus
deseos serán unánimemente acatados.
No sé por qué recuerdo
en este momento la anécdota compartida en un evento fiscal del año pasado y que
seguidamente les entrego. Cuando un señorón insaciable y provocador (que a lo
mejor era también diputado) preguntó a Madre Teresa de Calcuta hasta dónde él
debería llevar su compromiso social, la santa anciana le respondía con apacible
picardía: “Hasta que duela, mi hijito, hasta que duela”.
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