Luis Rocha
Vidaluz Meneses nos ha
hecho llegar la triste noticia de ayer: Nuestra entrañable escritora costarricense
Carmen Naranjo (1928), arteria cultural centroamericana y verdadero ángel custodio
de la imperdurable fraternidad de los pueblos costarricense y nicaragüense,
falleció la mañana del miércoles 4 de enero de este recién iniciado 2012. Nos
pide a Sergio Ramírez y a mí que escribamos algo y se me agolpan las ideas, en
una especie de caos entre el desconcierto por su muerte y los recuerdos del
profundo afecto que siempre nos unió. Caótica y pletórica de amor será pues
esta nota, que pretenderá explicar el por qué comencé llamándola nuestra,
siendo costarricense, y la principal explicación es que es nuestra,
precisamente por ser costarricense, como nosotros fuimos suyos, por ser
nicaragüenses.
Rescato algo que escribí
sobre Carmen, con motivo de una especie de memoria ,hace diez años, recordando
aquel memorable encuentro entre escritores costarricenses y nicaragüenses,
celebrado en "Las Brisas" (Los Chiles, Costa Rica) en febrero de
1976, finca donde vivía José Coronel Urtecho (en el Medio Queso, afluente
costarricense del nicaragüense Río San Juan) con motivo de celebrar -como si
esos años fueron un vaso comunicante entre nuestros dos países- los setenta de
ese gran poeta nicaragüense que vivía en Costa Rica y ahí está enterrado.
¿Casualidades para reflexionar en que ni la muerte por hermanos y civilizados
nos separa? Al respecto escribí: "Las primeras fronteras, las que nos
abisman, son las que trasladamos a nuestro interior", y pienso que Carmen,
en aquel entonces Ministra de Cultura durante el gobierno de don Daniel Oduber,
fué una mujer sin fronteras y en este caso (aunque no pudiera asistir debido al
terremoto en Guatemala) fue una de las principales artífices de la organización
de aquel encuentro, para cuyos preparativos había llegado unos meses antes, que
fue cuando estando yo casualmente en "Las Brisas", la conocí e
hicimos esa amistad tan perdurable que hoy me duele y reconforta a la vez.
Creo que aquella hermandad
de nuestros pueblos, que deseo caracterizar en la estrecha vinculación entre
Carmen Naranjo y José Coronel Urtecho, es decir, entre Costa Rica y Nicaragua,
demuestra que Centroamérica es un solo río sin divisiones. Demuestra que la
vida es un solo río que va a dar a la mar. Demuestra que la mar, no es tanto el
morir, como el que ante ella hay que ser humilde: "Ante la literatura hay
que ser humilde como ante el mar", escribió José Coronel Urtecho y también
en sus "Notas para antes o después de la lectura de Mi
Guerrilla", libro de poemas de Carmen Naranjo publicado por EDUCA en
1977: "Carmen Naranjo dice aún más
de lo que dice por lo que no dice. Lo que no dice se descubre por el alcance de
lo que dice./ En lo que escribe Carmen Naranjo se siente siempre un fondo, una
reserva de pensamiento y experiencia./ No creo que otra -ni otro- poeta de
Costa Rica o Centroamérica abarque tanto espacio humano como Carmen Naranjo en
Mi Guerrilla./ Dos grandes poemas largos de mujeres poetas ha producido
Costa Rica: Proyecto de un Caballo de Eunice Odio y Mi Guerrilla de Carmen
Naranjo./ Las dos poetas de más aliento, de más alcance -no digo las mejores
porque no creo que ningún poeta que lo sea realmente, es mejor que otro- son
para mí Carmen Naranjo y Eunice Odio./ Mi Guerrilla supone -o demanda- una
superación de la poesía y la vida costarricense./ Mi Guerrilla es un acto
poético existencial, indispensable para acabar con nuestra hipocresía (Acabar
con la hipocresía es sacarla a luz)./ Estas notas deben leerse sólo a la luz de
Mi Guerrilla./ Sospecho a veces que el infierno de Costa Rica es Nicaragua y el
cielo de Nicaragua, Costa Rica./ Carmen Naranjo, desde luego, es muy
costarricense, pero no sólo costarricense, ni sólo Centroamericana o
latinoamericana o americana, sino más que todo eso, humana./ Para sus amigos
nicaragüenses, Carmen Naranjo es la viva imagen, por no decir la encarnación de
la cultura costarricense”.
Concluiría con José
Coronel Urtecho que la de Carmen Naranjo, es nuestra guerrilla: "Una guerrilla que no acaba. La
guerrilla nuestra de cada día. La que siempre amanece. En fin -la meta- de la
guerrilla es la esperanza. No la espera." Por ello su imagen,
esa imagen en mí que comparto con ustedes, siempre viva, siempre será la de la
guerrilla de la esperanza.
"Extremadura",
Masatepe, 5 de enero de 2012. (“Me quema la palabra”).
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