El
9 de Noviembre de 1989 quedará grabado para siempre en las mentes de los que
aman y luchan por la libertad y la democracia. Ese día cayó el muro de la
ignominia, el muro que dividía la esclavizante dictadura, de la democracia
libre y soberana. Una ciudad partida por un muro que delimitaba corrientes
diametralmente opuestas, tan opuestas que tratar de saltarlo desde la tiranía
hacia la libertad, significaba el fin de la vida. Son incontables los caídos en
ese intento que suena sencillo, pero que significaba un cambio total de vida.
El
muro se derrumbó gracias a la fuerza del Caterpillar de la libertad, gracias a
los vendavales que soplaban de Este a Oeste, pero sobre todo gracias a la
fuerza del río tempestuoso que rompió las compuertas de la presa que lo
retenía.
El
sueño comunista estaba tan carcomido, que se vino al suelo por el resultado de
una transmisión televisiva que les hacía saber a los ciudadanos de Berlín Oriental que las
puertas hacia Berlín Occidental estaban abiertas para todo el que quisiera irse
a vivir en democracia.
Todas
las ansias de libertad y de justicia que los berlineses orientales acumulaban
en sus corazones, hicieron que los ciudadanos alemanes que vivían bajo el
terror del tirano Hoenecker, se volcaran hacia la puerta de Brandemburgo y
literalmente la hicieron saltar en pedazos para salir del infierno y entrar en
la gloria. Cuando el alto mando llamó a los cancerberos de la puerta que
conducía hacia la libertad, para decirles que todo había sido un mal entendido
y que no era cierto que las puertas se iban a abrir para dejar salir a todo el
que quisiera abandonar el sector Este, ya era demasiado tarde y si hubieran
intentado detener ese río humano fuera de madre, hubiera significado su muerte
por aplastamiento.
Ese
día se unificó Alemania después de estar desunida desde el fin de la segunda
guerra mundial. Ese día los alemanes recuperaron la democracia y volvieron a
ser la nación poderosa que había sido antaño y que tuvo la desgracia de caer
bajo el poder del fascismo hitleriano, que por la fuerza del fanatismo racial,
hizo que la Alemania culta de Goethe, de Beethoven, de Wagner y de Nietzsche,
se convirtiera en la tenebrosa Alemania de Hitler, de Goering, de Himmler y de
Mengele, el carnicero de Auschwitz, los cuales llevaron a la nación alemana
hacia el reino del terror y la barbarie.
Todo
ese apocalipsis pasó y la reseca de la guerra dejó a los soviéticos dueños de
Europa Oriental, incluida Alemania que se la dividieron entre el comunismo
soviético y la democracia occidental.
Pero
eso también terminó el 9 de Noviembre de 1989 y esta vez, sin un solo disparo y
sin más fuerza que la de la libertad.
Alemania
demostró que la voluntad de un pueblo unido es más efectiva que la violencia y
la sangre derramada.
Las
esperanzas de democracia en Nicaragua sufrieron un duro golpe el 6 de Noviembre
de 2011, en el mismo mes que Alemania se ganó a pulso la democracia y la
libertad.
Imitemos
al pueblo alemán y unamos nuestras voluntades para derrotar a los enemigos de
la democracia, de la libertad y del progreso, a la dictadura conyugal que pretende sojuzgarnos.
Jorge
J Cuadra V
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