Bayardo Altamirano
En saludo a los “trillizos” de Mónica
Era alto y flaco. Tan delgado que cuando la agudización de la lucha volvió necesario el uso de seudónimos, Rolando Rosales, lo bautizó “el hombre de una sola dimensión”.
Han de imaginarse la ímproba tarea de la OSN, Oficina de Persecución Somocista. Buscarlo era como tratar de hallar una raya perdida en un cuaderno. Más si el pueblo lo amparaba y escondía.
Cuando lo hirieron en El Chaparral, se había parapetado tras un árbol y disparaba de perfil. A pesar de todo o quizás por casualidad un soldado hondureño logró herirlo. Fanor Rodríguez comentaba en broma que había que darle una medalla de oro al tirador. Fue como atinarle a una sombra a medianoche.
Era miope. Muy miope. Sus anteojos no tenían lentes sino culos de botella. Pero en política veía más lejos que todos nosotros.
Cuando fue a Moscú, al Festival Mundial de la Juventud, como parte de las actividades sembró un árbol en un parque. Aún los rusos lo riegan y lo cuidan con cariño.
Su perseverancia fue proverbial. Preso en la penitenciería de San José se propuso el Plan de 4-100: leer 100 páginas, escribir otras tantas y hacer 100 lagartijas y 100 sentadillas. Lo cumplió día a día, para fortalecer su conciencia y endurecer su cuerpo para la lucha. Disciplina de espartano.
Cuando un grupo de combatientes del FRS, Frente Revolucionario Sandino, viajamos a Cuba nos instalamos en el Central Sandino, en Pinar del Río.
En cuanto pudo, Carlos, llegó a visitarnos, convalecía de sus heridas con el solícito cuidado de los médicos cubanos.
Comíamos en el comedor del Ingenio que dirigía Fefita. Una negra que tenia dos bellas hijas mulatas: Caridad y Bárbara.
El comentario de Carlos fue: “Ustedes almuerzan por Caridad y cenan soñando con Barbarita. Además de sus hijas, Fefita tenía dos grandes cualidades. Su magnífica cuchara y su apasionado corazón revolucionario. Antes de cada comida le brindábamos una charla política sobre Latinoamérica. Vivía agradecida. Con eso me pagan la comida y les quedo debiendo el vuelto.
Pero cuando el que dio la charla fue Carlos se agarró la cabeza con las manos: ¡Alabao, ahora sí estoy bien endeudada!
Pero quería contarles que también tenía un mastín que cuidaba la casa. Parecía lobo. Ladraba por cuatro y corría como el viento a guardar las puertas. Con nosotros ya estaba familiarizado pero a Carlos le gruñó amenazador. El Comandante temeroso se quedó frente a la puerta. Fefita desde la cocina lo animaba a entrar:
- No se preocupe, no le hace nada, está capado
- Si no tengo miedo a que me coja, sino que me muerda y los dientes se los veo intactos y filosos
Al final venció el temor y entró, como lo haría muchas otras veces hasta convertirse en uno de los grandes hombres de nuestra patria.
Managua, Noviembre 2010.
El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.
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