¡VIVAN LOS GORDOS Y LAS GORDAS!

Manuel Obregón S. Masatepe, 18-09-2012

Ahora sucede que la Escuela de Medicina de Northwestern University acaba de dar a conocer, hoy, [NYT 18-09-12] los resultados de sus investigaciones sobre la relación existente entre salud y obesidad. Contrario a lo que se creía, en el caso de la diabetes, los pacientes que se consideran de peso normal están doblemente expuestos a morir de la enfermedad que los considerados obesos. A esto se le ha dado en llamar “paradoja de la obesidad”. También se viene a comprobar que viven más tiempo los moderadamente obesos que padecen enfermedades cardíacas que los considerados de pesos normal. Explicación, probablemente habrán muchas y otras que desconocemos, pero se afirma que cuando se desarrollan enfermedades crónicas el cuerpo humano necesita más energías y reservas caloríficas, y el cuerpo que carece de ellas, es decir los delgados, están más indefensos que los gordos.  Cosa que parece muy lógica. El asunto siempre se dificulta cuando vamos a los extremos, la vida se complica cuando se es muy flaco o cuando se es excesivamente obeso. Asunto que por lo demás ya lo dijo Aristóteles en su famoso “término medio”. En economía un país está en mejores condiciones si mantiene reservas [es decir divisas] adecuadas en relación a su tamaño, en comparación a los que carecen de ellas o las mantienen a un nivel bajo. En las empresas sucede lo mismo, si no se tienen inventarios apropiados o se tienen en exceso, el negocio fracasa. La investigación se extiende, y eso es buena noticia, también a las enfermedades renales o a los que padecen de presión alta. Así que los médicos especialistas ahora tendrán más cuidado en no someter a mayor estrés a sus pacientes con sobrepeso y deberán alentar a los delgados a que levanten su masa. Algo similar sucede con los afectados de próstata [aunque este es otro campo] a quienes desde hace rato algunos médicos inescrupulosos les ofrecen, como única receta, cuchilla para sus males, sin importarles las secuelas. Hoy se sabe que hay que evitar al extremo llegar a ese punto y que muchos cánceres de próstata son benignos y el paciente puede convivir con la enfermedad. Se ha comprobado “post mortem” que el difunto cargó un cáncer de por vida pero que murió de otro padecimiento. La lección que se saca es que la ciencia siempre está en evolución y que lo que ayer se creyó como verdad lo era sólo a medias, de manera que cambian no sólo los diagnósticos sino también los tratamientos. Lo que igualmente nos dice que los médicos [válido para cualquier profesión u oficio] deben hacer el esfuerzo de mantenerse al día en su área de conocimiento. Las asociaciones o gremios deben divulgar estas cosas. Así ganamos todos. Lo peor que nos puede pasar es que, por ignorancia o conveniencia, continuemos con procedimientos inadecuados que en vez de curar, maten, o, le hagan la vida imposible al doliente mientras le engordan la bolsa al galeno.