El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Mi machete es la palabra


Pertenezco a una generación que abrió sus ojos al sentido de la justicia social y del compromiso político con la revolución cubana. Pertenezco a una generación que poco después abrió su mente a la revolución que significó en América Latina la teología de la liberación.
Gracias, señor embajador Antoine Joly por sus palabras, que tanto me emocionaron cuando me las anticipó y que tanto me emocionan de nuevo ahora. Gracias al gobierno francés, que usted representa. Y que mi agradecimiento llegue también a su antecesor, Thierry Frayssé, al que creo cómplice de este reconocimiento que hoy me regala Francia.
Si usted recuerda, cuando me dijo que me darían esta distinción me dio risa y me dio susto. Después, pensando y pensando, me seguí riendo y asustando y al fin logré encontrarle sentido porque la vida es traviesa y nos regala coincidencias que nos sorprenden: algo me vinculó a Francia desde chiquita.
Cuando yo era niña y durante años mi heroína fue una muchacha francesa. La Doncella de Orleans, Juana de Arco, alimentó mi imaginación: quería ser tan valiente como ella, como ella quería participar en una gesta, como ella deseaba un destino importante, grande, incluso hasta dar la vida por él.  
Pertenezco a una generación que abrió sus ojos al sentido de la justicia social y del compromiso político con la revolución cubana. Pertenezco a una generación que poco después abrió su mente a la revolución que significó en América Latina la teología de la liberación. Y un poquito después pertenezco a la generación que abrió entusiasmada su corazón a la insurrección en la que participaron muchos de ustedes hasta derrocar la dictadura somocista. Todo eso me decidió a venir a Nicaragua hace ya 32 años.
Juana escuchaba voces. Las voces que yo escuché fueron las de la revolución nicaragüense. Aquí aprendería a ser valiente como mi heroína, participaría en una gesta, y me comprometería con el destino de todo un pueblo. No conocía a nadie en Nicaragua y eso me atraía más: era una aventura. Empezaría de cero. Después del cero vino el uno, el dos, el tres, el cuatro...Y aquí me quedé. Soy hija adoptada de esta patria-matria. Y si aquí no nací, aquí quisiera morir.
Las voces que me llaman ahora, aunque son distintas, tienen los mismos apremios. La revolución cívica que tenemos pendiente hoy en Nicaragua encierra otros desafíos, pero debemos seguir luchando para hacerla posible. Vale la pena ese esfuerzo y cuando consigamos esa Nicaragua imaginada, soñada, mejor, más justa, más feliz, más para todos, más con todas, sentiremos que ninguna sangre derramada, ningún dolor y ningún esfuerzo fueron en vano. Es una lucha que debemos hacer, como todas se hacen, con entusiasmo, organización y astucia, sin guerra. Me encanta que este encuentro se celebre hoy, 21 de septiembre, Día Internacional de la Paz, día en que inicia el otoño en una parte del mundo y la primavera en la otra parte: colores en las hojas, colores en las flores.  
Mi machete es la palabra. Durante diez años hilé palabras en el semanario popular El Tayacán. Y durante treinta años y hasta hoy las he moldeado en la revista Envío. Aquí en Nicaragua encontré la oportunidad de escribir para las niñas y los niños nicaragüenses varios libros que sé que los han hecho pensar, soñar, sentir miedo, emocionarse, reír. Crecer. En Nicaragua he podido escuchar las palabras con que otros hablan de sus vidas para después darles forma escrita. Desde Nicaragua he encontrado tiempo y espacios para hablarle a muchas mujeres de sus derechos humanos y de lo sagrados que son sus cuerpos y sus decisiones. También he hablado a mucha gente joven y no tan joven de un tal Jesús, del otro Dios posible, de San Romero de América. Muchas de esas palabras nacieron jugando con ellas, pensándolas, con mi otro hermano, José Ignacio, que está hoy aquí conmigo. ¿Soy teóloga? Creo que la teología no es cosa de cartones, es sólo de “dar razón de nuestra esperanza” con palabras.    
Mi machete es la palabra. Siempre me he sentido una artesana de la palabra. No sé hacer nada más. No he hecho nada más. Sólo tengo “hijos de papel”, los libros que he escrito, los papeles primero, y las pantallas después, que he llenado con palabras. Me he pasado la vida jugando con las palabras, leyendo, escribiendo. Y editando lo que otros escriben. Me he pasado la vida hablando. Hablándoles a otros y hablando también conmigo. Por eso, como decía el poeta, “espero hablarle a Dios un día”.
Recibo esta condecoración, pues, por mis palabras, las que he escrito, las que he hablado. La recibo en momentos muy difíciles para Nicaragua. Entre quienes tienen el poder campea la corrupción de la palabra: la palabra viciada por la mentira y por el propósito de engañar, la palabra convertida en retórica oportunista y vacía y en discursos alienantes, especialmente cuando toman el nombre de Dios en vano. Y entre los sin poder va creciendo el temor a decir palabras críticas por las represalias del autoritarismo contra quienes reclaman libertad, exigen igualdad y proclaman fraternidad, esos ideales que nos llegaron de la tierra y del pueblo de Juana de Domrémy  
Quisiera hoy hacer presente a la muchísima gente que en esta Nicaragua ha dado su vida y ha corrido riesgos y los sigue corriendo a diario por decir palabras verdaderas. Siento que esta distinción no es sólo para mí, siento que pertenece a una “caballería” de muchos más: periodistas, escritoras, comunicadores, radialistas, artesanas y artesanos de la palabra.
Por recibirlo aquí en Nicaragua y ahora, en este tiempo difícil, en esta etapa de espera, este reconocimiento es para mí un compromiso: prometo seguir hablando y escribiendo palabras que enseñen a dudar, a pensar, a preguntar, a sospechar, también a reír. Me comprometo a seguir construyendo palabras con el más herético y provocador de los sentidos posibles. Hereje fue mi heroína, por eso la quemaron en la hoguera.   
Recibo este reconocimiento inmensamente sorprendida. Y así lo siento, como si fuera un cuento: Había una vez una niña que vivía en una isla y soñaba con llegar a ser como una muchacha de la lejana Francia, que montada en un caballo, y por eso caballera, enfrentó con una espada a sus enemigos…En esa escuela que es la Vida y con ese Maestro que es el Tiempo la niña creció y aprendió lo que la vida enseña: a distinguir amigos de enemigos, a seleccionar las voces que debía escuchar, a entender que las gestas más heroicas son los esfuerzos diarios…Y ya casi al final de su aprendizaje, cuando menos lo esperaba, los compatriotas de su heroína, la convirtieron, como a Juana, en Caballera…en Caballero de la Legión de Honor. No le dieron una espada sino una medalla, que ella recibe esta noche imaginando que le podrá servir como escudo. Y colorín colorado, hasta aquí llega este cuento, como lo he soñado se los cuento, y como el cuento se va a acabar, ¡ya es la hora de brindar, vayamos a celebrar!
*Palabras de agradecimiento durante el acto de entrega de la orden de la “Legión de Honor” que le fue conferida por el gobierno de Francia, a través de su embajador en Managua, Antoine Joly

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