Con
motivo del mes de la patria, es necesario
preguntarnos por qué se le ha dado tanta importancia a la Batalla de San
Jacinto y no a la Batalla de Rivas.
La
pedrada de Andrés Castro a un soldado yankee
no expulsó a William Walker de Nicaragua. Los fieros flecheros de
Matagalpa, no expulsaron a William Walker de Nicaragua. La victoria de San
Jacinto, no expulsó a William Walker de Nicaragua.
La
valentía del General José Dolores Estrada en San Jacinto, no fue la que lo
convirtió en héroe nacional, ni expulsó
a William Walker de Nicaragua.
Según
las palabras de William Walker, San Jacinto fue una escaramuza cuyo objetivo era averiguar el
volumen de fuego que había en la Hacienda San Jacinto.
A
través de estos 156 años, hemos estado repitiendo el mismo error histórico sin
señales de enmendarlo.
El
único daño que recibió William Walker en San Jacinto, más sentimental que militar,
fue la muerte de su amigo y socio, Byron Cole. Por lo demás, el famoso
filibustero siguió su actividad mercenaria, hasta llegar a proclamarse
Presidente Vitalicio de Nicaragua.
Ese
es el punto cumbre de la Guerra Nacional, con un Walker decidido a convertirnos
en un estado esclavista más del sur de Estados Unidos. Eso provocó la
consolidación de la alianza entre los países centroamericanos para combatir al
filibustero oriundo de Tennessee y su eminente derrota.
Es
la ciudad de Rivas la que debería ser el símbolo de la derrota de William Walker, a quien no
se puede llamar invasor, sino aliado de Máximo Jerez para derrocar al
Presidente conservador, Fruto Chamorro Pérez, motivado por intereses mezquinos
que tienen su razón de ser en la ambición de poder.
La
pedrada de Andrés Castro ha pasado a la historia como el acto heroico más
notable de nuestra historia, sin embargo, la tea encendida de Emanuel Mongalo
con la que prendió fuego al mesón de
Rivas, cambiando radicalmente el curso de la guerra, ha pasado desapercibida
todos estos 156 años de historia.
El
acto heroico de Mongalo impide el avance de las tropas de Walker y prepara el
terreno para su liquidación en la batalla de Rivas, ejecutada principalmente
por el ejército de Costa Rica al mando de su Presidente, Rafael Mora.
William
Walker fue derrotado y obligado a refugiarse en una fragata de bandera
extranjera, en la cual partió derrotado hacia
su país.
No
sé por qué razón no se proclamó héroe nacional al vencedor del filibustero, pero si se que el
General José Dolores Estrada lleva ese honor, no por su participación en la que
llamamos Batalla de San Jacinto, sino por su inquebrantable fe en la
Constitución de la República, por la que se opuso, como Jefe del Ejército, en
1863 a la reelección inconstitucional de
Tomás Martínez y en 1869, al golpe de
estado que Tomás Martínez y Máximo Jerez le querían dar al presidente
constitucional, Don Fernando Guzmán.
San
Jacinto le dio al General José Dolores Estrada Vado, el exilio político, la
pobreza y el olvido, mientras que la defensa de la Constitución de la República
en 1863 y 1869, le dio la gloria, la fama y la inmortalidad.
La
quema del mesón de Rivas y no la hacienda San Jacinto; la tea encendida del
profesor Emanuel Mongalo y no la pedrada de Andrés Castro y la Batalla de Rivas
y no la escaramuza de San Jacinto, fueron los que derrotaron totalmente al
filibustero Walker.
Honor
a quien honor se merece.
Jorge
J Cuadra V
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