Según
Mijaíl Bakunín, filósofo oriundo de Rusia, nacido a mediados del siglo XIX y
fundador del anarquismo, “los militares son entrenados para matar y si no fuera
por esa trágica misión, serían como payasos en sus uniformes colmados de
medallas, marchando como autómatas construidos para cumplir ciegamente las
órdenes de sus superiores.”
A lo largo de la historia hemos visto como
Bakunín tenía toda la razón. En donde pongamos la mirada nos encontramos con
estos personajes sembrando el terror y la muerte. Desde las legiones del
Imperio Romano, hasta los ejércitos de
los fascistas y de los aliados, los militares han sido los protagonistas de
hecatombes mundiales que arrasan pueblos, eliminan razas y someten a las
naciones, todo en nombre de la ambición de poder y de la paz.
Los militares son entrenados para reprimir,
no saben hacer otra cosa porque para eso fueron creados, así los países estén
en paz. Un militar no razona, obedece sin medir las consecuencias de su ciega
obediencia. El concepto de justicia se opaca ante el concepto de obediencia y
eso los hace eficientes solo para la guerra y sus derivados.
El mundo de los negocios está fuera de sus capacidades, por eso no se puede
usar a los militares como economistas. Cierto o falso, este cuento ayuda a
comprender la mentalidad de los guerreristas. Se dice que cuando triunfó la
revolución cubana, los vencedores se estaban repartiendo el control de la isla
y de pronto Fidel dijo: necesitamos un economista y entonces el Che Guevara,
icono de los guerrilleros del mundo, levantó su mano diciendo, aquí estoy yo y
así fue como le dieron el control del Banco Central de Cuba a alguien que lo
que escuchó fue, necesitamos a un comunista y allí empezó el desastre económico
de Cuba. Desde el mismo principio del gobierno revolucionario.
No se sabe cuántas veces se ha cometido ese
error, pero se sabe que actualmente se está cometiendo en esta Nicaragua
abandonada por el derecho, la justicia y la razón.
Sin el menor ánimo de desconfiar de los dos
exitosos militares recientemente nombrados para manejar la Unidad de Análisis
Financiero (UAF), institución de carácter económico, podemos decir que es un
error por lo delicado de su propósito. Nicaragua dominada por una dictadura
absolutista dueña de todo lo que se mueve, no se puede dar el lujo de tener a
dos militares para manejar asuntos ligados con el manejo del dinero del
nicaragüense. La frase ofensiva de René Vivas, un militar, que dijo que “el
nombramiento estaba correcto porque los civiles somos unos serviles,” no puede
ser más denigrante para los que mantenemos al país, incluidos soldados y policías.
Para los miembros de las fuerzas armadas de
cualquier país, la cosa es de castas y ellos son de la más rancia casta solo
porque tienen las armas y con ellas imponen su razón.
En Nicaragua el presidente es un dictador
militar y necesita darle poder a los militares para que le sirvan de apoyo en
su gobierno desastroso, mientras las instituciones voceras de los empresarios y
del capital aceptan complacidos y no sacan la cara por quienes dicen
representar. Si no les molesta ser tildados de serviles por un militar y por lo
tanto incapaces de manejar la UAF, es porque son serviles ante el poder
presidencial e incapaces para manejar la UAF. Se dedican a complacer a los
opresores, con tal de seguir en sus rimbombantes cargos en COSEP y ANCHAM.
Como el ex fundador de la Policía
Sandinista, René Vivas Lugo, fue el que se encargó de alabar el nombramiento de
los dos militares, tenemos que seguir con lo que él dijo: “Son nombramientos
para perseguir el lavado de dinero, sobre lo cual no hay especialistas dentro
de los civiles.” De acuerdo con su aseveración. El problema es que en Nicaragua
cualquiera puede ser lavador de dinero, dependiendo del talante con que se
hayan levantado don Daniel y doña Rosario.
Jorge J Cuadra V
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