MADRID (AP) — Santiago Carrillo, histórico dirigente del comunismo español que vivió 38 años en el exilio durante la dictadura de Francisco Franco y al que se considera una figura clave en la transición democrática, murió el martes en Madrid. Tenía 97 años.
Carrillo falleció en su domicilio de Madrid tras haber sufrido un progresivo deterioro de su estado de salud. Fumador empedernido durante toda su vida, en los últimos meses había sido hospitalizado en varias ocasiones por graves problemas de riego sanguíneo, según informó el Partido Comunista de España.
El papel de Carrillo tras la muerte de Franco en 1975 fue decisivo para la construcción de la España democrática actual. En aquel momento, renunció a la república a la que aspiraba y aceptó la monarquía parlamentaria con Juan Carlos de Borbón como rey y jefe del Estado.
La decisión, con un alto coste político, permitió abrir un nuevo camino en el país ibérico, tal y como reconocieron la mayoría de partidos políticos, que tanto desde la derecha como desde la izquierda se volcaron en ensalzar su figura poco después de conocerse el fallecimiento.
Además, el rey y el presidente del gobierno Mariano Rajoy se pusieron en contacto con la familia para transmitir su pésame.
"El destacado papel que desempeñó (Carrillo) durante la transición y su contribución al orden constitucional, al nuevo marco de convivencia y a un futuro común sin abandonar sus profundas convicciones, perdurarán como referente", dijo Rajoy a través de un telegrama.
"Santiago Carrillo fue clave para entender nuestra transición", comentó el líder del opositor Partido Socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. "No se puede entender la vida democrática actual sin la apuesta de Carrillo por la reconciliación", agregó Gaspar Llamazares, parlamentario de la coalición Izquierda Unida, que lidera el Partido Comunista.
Revolucionario casi desde la cuna, hijo de un militante socialista, Carrillo nació en Gijón, al norte del país, en 1915. Entró a formar parte de las Juventudes Socialistas en su adolescencia y llegó a ser secretario general con 19 años.
Durante su juventud, trabajó como periodista en el diario El Socialista, para el que firmó artículos como cronista parlamentario desde la instauración de la II República en España en 1931.
En 1934 fue encarcelado tras participar en una revuelta de trabajadores en Gijón. En 1936, dejó el socialismo y se enroló en las filas del Partido Comunista de España. El levantamiento de Franco contra el gobierno republicano el 18 de julio de 1936 sorprendió a Carrillo en París. Pero regresó rápidamente a España para luchar en las filas del bando republicano.
Al comienzo del conflicto, se produjo un episodio que le persiguió durante toda su vida, pero en el que siempre negó haber participado. Entre 3.000 y 5.000 prisioneros del bando franquista fueron fusilados en la localidad de Paracuellos del Jarama, a las afueras de Madrid, cuando supuestamente eran trasladados a la cárcel.
Carrillo ocupaba entonces el cargo de Consejero de Orden Público en Madrid, pero siempre rechazó las acusaciones de Franco y miembros de la extrema derecha, que le culpaban de haber autorizado o al menos tolerado las ejecuciones.
En 1939, con la victoria de Franco a punto de consumarse, Carrillo logró cruzar la frontera a Francia, donde comenzó un período de casi 40 años de exilio.
En 1960 asumió a la secretaría general del Partido Comunista, sucediendo a la histórica dirigente Dolores Ibarruri, conocida como "la Pasionaria". Durante ese período, viajó a la Unión Soviética, Estados Unidos, Argentina, México y Argelia promoviendo la resistencia armada contra el régimen franquista.
Tras la muerte de Franco en 1975 y con España iniciando la transición a la democracia, Carrillo regresó clandestinamente al país, ocultando su verdadera identidad con una peluca y una barba falsa, pero siempre pegado a su inseparable cigarrillo. Fue detenido poco después y puesto en libertad en apenas 12 días.
Los historiadores consideran a Carrillo una figura clave en esa época decisiva para España. Tras unas intensas negociaciones con el entonces presidente del gobierno Adolfo Suárez, el Partido Comunista fue legalizado en 1977 y Carrillo aceptó la monarquía y a Juan Carlos como jefe del Estado.
A partir de 1977, junto con el comunista italiano Enrico Berlinguer y el francés Georges Marchais, Carrillo fue una de las cabezas del Eurocomunismo, un movimiento de los partidos comunistas de Europa occidental que buscó sustraerse en parte al control del comunismo soviético. Ese año apareció "Eurocomunismo y estado" de Carrillo, en que definió las bases del movimiento.
Carrillo y el PCE concurrieron a las primeras elecciones democráticas de España en 1977. El líder comunista fue diputado en el Parlamento hasta 1986.
Se retiró de la política activa en 1991. Desde entonces, colaboró con algunos medios de comunicación, pero la mayor parte del tiempo estuvo retirado de la vida pública.
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