Vidaluz Meneses
Presidenta Centro Nicaragüense de Escritores
El Centro Nicaragüense de Escritores se ha integrado
con mucho orgullo al Comité de Honor
para celebrar los setenta años de vida de Sergio Ramírez, uno de
nuestros miembros más distinguidos a lo largo de sus cincuenta años de creación constante y
aportes relevantes a la rica tradición
literaria de nuestro país.
Sergio Ramírez es para nosotros/as, un
escritor e intelectual trascendente, cuya obra sólida, prolífica e innovadora, abarca novela, cuento, ensayo,
testimonio, memorias, guiones de cine y artículos periodísticos. Premios de gran prestigio internacional con
los que ha sido galardonado, como el de Alfaguara 1998 o el Iberoamericano de
Las Letras José Donoso, 2011, entre otros, así como la traducción de sus obras a 17
idiomas, lo sitúan en lugar señero del
panorama literario latinoamericano.
Sus ensayos y artículos político-creativos se
difunden a través de periódicos, revistas y medios digitales por muchos países
del mundo y ahora, gracias al apoyo editorial de la Universidad de Nuevo León,
México y de Hispamer, ya están contenidos en la obra que hoy se presenta. Esta
es digna de celebrarse y lo digo por mi doble condición de bibliotecóloga y
Presidenta del Centro Nicaragüense de Escritores. Al respecto, quiero mencionar
una reciente intervención de nuestro homenajeado, Sergio Ramírez, mientras se
dirigía al Colegio de Periodistas de Nicaragua:
“Si ya no leeremos más los periódicos de papel, debemos entonces
advertir que se trata también de un cambio en los conceptos filosóficos que
tiene que ver con la materia misma, que se gasta, envejece y desaparece, o se
recicla, y con el sentido que tiene la palabra copia, nuestra copia del
diario. Lo que tendremos pronto en la mano será una tableta flexible en la que
las noticias cambiarán frente a nuestros ojos, videos en lugar de fotos, y que
apagaremos y doblaremos antes de meterla en el bolsillo”
Por esa razón agradecemos la
recopilación de artículos de Sergio Ramírez que hoy se presentan en un libro lo
que nos permitirá conservarlos y leerlos en páginas de papel.
Cuando Sergio publicó su primera novela, Tiempo de Fulgor, yo escribí y publiqué en
La Prensa Literaria un entusiasta comentario juvenil sobre ella. Ya había arrancado el boom de la novela en el
sur de América y el joven escritor nicaragüense
encontraba lo real maravilloso en la vida de León, la ciudad colonial donde cursó sus estudios de Derecho. Fue en 1972, siendo Directora de la Librería
universitaria de la UCA, que bajo el sello de El Pez y la Serpiente, apareció
la segunda edición de la obra De tropeles
y tropelías, (la primera había sido publicada en El Salvador, posiblemente
por razones de seguridad), en la que a través de bandos, viñetas,
relatos, en los que hace gala de humor
negro, refleja la tenebrosa figura del dictador. Su estilo conciso y
humorístico posiblemente contribuyó a que se convirtiera en un best
seller, sobre todo entre profesores y
estudiantes de la Facultad de Derecho.
Considero esta ocasión propicia para
trasmitirle a nuestro admirable colega y compartir con la comunidad
universitaria de la UAM, así como a nuestro público en general, unas cuantas
valoraciones sobre su obra, que integrantes de nuestra Junta Directiva y
Presidentes honorarios del Centro Nicaragüense de Escritores han expresado.
En esta ocasión, Guillermo Cortés Domínguez, periodista y
narrador, nos da unos apuntes para un
estudio:
“La principal característica de la novelística de Sergio Ramírez es que
se trata de un gran embustero que nos engatusa con sus mentiras y que, además,
se disfraza de serio para burlarse, presentando sus burlas como si no lo
fueran. También pincha al lector, lo provoca, pero como un esgrimista que está
escondido o que aparenta reposar.”
Mientras, la escritora y crítica literaria Margarita López Miranda, nos
dice:
“Desde sus inicios en los años sesenta, el escritor Sergio Ramírez
Mercado ha ido construyendo su pensamiento y palabra sobre dos ideas e
intuiciones básicas: la búsqueda de una
literatura propia, y el cambio social.
La novela ¿Te dio miedo la
sangre?, caracterizada por su realismo crítico, es ejemplo de esta
conjunción reflexivo-creativa. El humor,
propio de su sensibilidad e ingenio, contribuye a resaltar esta visión
crítica. El tema fundamental presenta la
realidad nacional con sus complejidades, contradicciones humanas, ideológicas,
políticas y sociales, en un período histórico que abarca un cuarto de siglo,
entre el asesinato de Sandino fraguado por Somoza García (1934) y la masacre de
El Chaparral (1959). Mediante un
complejo diseño artístico; grupos de
personajes representativos de distintas mentalidades y ubicación
político-ideológica y social; tiempos, estilo y lenguajes novelescos
concordantes con esa compleja y contradictoria realidad, el autor va suscitando
nuestra curiosidad e interés por la intriga que se teje y se expresa, tanto en
la voz del narrador general (omnisciente) como en las voces de los
personajes. Vidas, sufrimientos,
pasiones, luchas, derrotas, torturas, asesinatos, heroísmo. Con todos esos ingredientes, Sergio Ramírez
recrea la realidad de Nicaragua y de alguna manera, de Centroamérica, mediante
una ficción narrativa que constituye, como expresa el Profesor Fidel Coloma
González, en un lúcido y ejemplar análisis didáctico de esta obra, “un momento
de madurez en la novelística nicaragüense” .
Carlos Tünerman
Bernheim, ex Presidente del Centro Nicaragüense de Escritores, escritor y
entonces joven rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua
en la época estudiantil de Sergio, se
refiere a su libro “Adiós muchachos”, así:
“Bajo el nostálgico título Adiós muchachos (Memoria de la revolución
sandinista), Sergio Ramírez nos ofrece su testimonio de ese sueño
colectivo, que sembró a la vez ilusiones y frustraciones, y que sigue teniendo,
pese a todo y a todos, un lugar en nuestros recuerdos y en nuestra historia: la
revolución sandinista. Esa revolución tan cautivante como decepcionante, y que,
para quienes tuvimos en ella alguna participación, marcó de algún modo para
siempre nuestras vidas y no quisiéramos, como no lo quiere Sergio, de manera
alguna, habérnosla perdido “de haber nacido un tanto antes, o un tanto después
de este siglo de quimeras”.
Este libro de Sergio, uno de los protagonistas
principales de la revolución en todas sus etapas, es un documento escrito con
la fuerza de quien asume, con entereza y valentía la ardua tarea de dar un
testimonio honesto, franco, de esa revolución, tal como él la vivió, sin
ocultar ni justificar errores, desviaciones o debilidades, y de todo lo que
significó aquel proceso, tan hermoso en sus inicios, devenido luego en trágica
confrontación, como pocas veces en nuestra historia, y que desgarró a la nación
y a las familias nicaragüenses.
Adiós muchachos sí, pero no adiós a los
mejores ideales de antaño, siempre vigentes, y que ojalá algún día florezcan de
nuevo en un proyecto verdaderamente democrático, fiel al legado ético de
Sandino y tantos otros revolucionarios honestos, que haga posible la
construcción de una Nicaragua más justa y humana”.
Angela
Saballos, periodista y narradora opina:
“Desde sus primeros cuentos publicados en
Ventana a los dieciocho años, Sergio Ramírez sorprende con la madurez de su
factura. La lucidez, temática, detalles descriptivos del entorno y personajes y
desarrollo de El estudiante y La tarjeta
muestran que los temas pueden encontrarse en cualquier momento, en cualquier
parte, en cualquier situación que pudiera ocurrir en la vida; todo está en
reconocerlos y apropiarse de ellos. Esto abre la puerta para escribir y tocar
al lector con lo cotidiano, con lo real.
Así, Sergio narra la historia de un joven que
debe empeñar sus libros y hasta su
recién logrado anillo de bachiller para solventar su situación económica en la
ciudad donde inicia sus estudios universitarios, porque su padre fue repentinamente
apresado, en su pueblo, por problemas políticos. O nos presenta la distancia
emocional y física que puede producir
“la civilización” entre una madre planchadora y su hijo que ya salió del
barrio de pescadores y vive en el centro de la ciudad. Mientras el hijo
distanciado piensa congraciarse con una tarjeta perfumada que envía por correo
el Día de la Madre, la mamá, analfabeta pero práctica, le comenta a la hija,
que se la lee, que “con eso no se come”; dos percepciones diametralmente
opuestas ante la propia realidad de los individuos.
En su producción tanto de ficción como de
opinión, puede percibirse que quien escribe es una persona ética, brillante,
bien leída, estudiosa, perspicaz, de intelecto chispeante, mordaz, con mucho
humor, conocedor de sus aptitudes y de las necesidades sociopolíticas de
Nicaragua, pues Sergio aprovecha este arsenal para producir obras capaces de
interesar a quienes las leemos, de introducirlas en las más importantes
antologías o periódicos del mundo, o de ganar importantes premios
internacionales. Pienso que a lo largo de su extensa obra literaria, Sergio
Ramírez nos ha convencido de la trascendencia de su obstinada y divertida labor
que no solamente lo ha convertido en uno de los pocos escritores de profesión
que existen en Nicaragua, sino que con su ejemplo impulsa a jóvenes y a viejos
a seguir y a depurar este sendero con la eficacia que él demuestra”.
Su amigo y ex compañero de estudios
universitarios, el poeta Luis Rocha,
rememora:
“Recientemente Sergio dijo que en un momento dado sintió que no estaba
dotado para la poesía. Sería lo digo, interpretando su muy personal
opinión, para escribir poesía, la que precisamente comenzó escribiendo en su
juventud y publicando en los primeros números de la revista VENTANA, que en la década del sesenta
dirigió junto con Fernando Gordillo. Años después, el autor de "Mentiras Verdaderas" confesaría que
como novelista se nutre de la poesía. Me recuerda a Salvador Cardenal Argüello
proclamando con orgullo que él era "un poeta consumidor", y me
recuerda a Sergio de muchacho acompañado de nosotros sus contemporáneos, junto
con él poetas por unanimidad.
Mariano Fiallos Gil, su mentor, se refiere al Sergio inicial, como poeta.
Fue, como lo sabemos sus cercanos amigos, un poeta tímido teniendo a su musa, Tulita,
al lado. Cuando se decidió a conquistarla, o mejor dicho, a involucrarse como
un personaje suyo como conquistador, ha sido para ser una vida verdadera. No
que la timidez fuera una mentira, sino que la verdad de ser aquel un amor de
verdad, lo intimidaba. Así fue con la narrativa y se casó con ambas, con la
Tulita, y con la Narrativa, y rodeados de poesía viven felices para siempre”.
Concluyo con un párrafo de las Décimas del cantautor Luis Enrique Mejìa
Godoy que dice:
Reinventando cada día / sus mentiras
verdaderas /este escritor sin fronteras
/ nos llenó de fantasía. / De Tropeles y
Tropelías / son cuentos que me
impactaron /
y
en la juventud preñaron / su
conciencia y su razón / de poesía y de
pasión /
y
de patria la llenaron “
Managua, agosto 22, 2012.-
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