En su campaña electoral de 2008, el entonces senador de Estados Unidos, Barack Obama Hussein, fustigó duramente la política secretista de la Administración Bush y en numerosos discursos desde su podio y en mítines proselitistas, puso en seria duda los argumentos oficiales del gobierno que trataban de justificar la invasión y guerra en Irak, así como las acciones de inteligencia contra la propia ciudadanía, el trato de barbarie dado a los abducidos de Guantánamo, el actuar de espaldas a la comunidad de naciones, los programas de espionaje interno y escuchas, la capacidad ejecutiva de hacer prisionero a cualquier ciudadano estadounidense sin ponerlo a la orden de ningún tribunal de justicia (Acta Patriótica), el uso autorizado de la tortura como método de investigación, el poder de secuestrar a cualquier ser humano en cualquier parte del mundo, que estos aparatos consideren un riesgo a la seguridad de la superpotencia, el empleo de tribunales militares para juzgar a no estadounidenses acusados de terrorismo, etc. Un menú de claro tinte fascista del poder político usaamericano que hasta la fecha, no ha sido ni siquiera maquillado por Barack Obama.
Esa actitud o política del avestruz del hoy Presidente de Estados Unidos, no le hace diferir prácticamente en nada, de la línea desarrollado por la precedente y demencial administración Bush. Barack Obama ha ido dejando que sus fogosos discursos de campaña electoral de “We Can” (“Nosotros Podemos), se conviertan prácticamente en actos de “We are liars, too” (”Somos mentirosos, también”): Los marines usaamericanos siguen practicando su deporte de caza humana en Irak, asesinando impunemente a iraquíes, que ya muertos, se transforman de inmediato en “terroristas” en sus reportes. La guerra se intensifica en Afganistán, sin un objetivo o un enemigo claro. Y el blasón mayor de Barack Obama Hussein parece ser la oprobiosa cárcel de Guantánamo en Cuba, que no solamente no ha sido cerrada, sino que la actual administración usamericana ha encontrado una nueva forma de “diluir” esa acción, al margen del Derecho Internacional y los tratados de Derechos Humanos más básicos.
Se trata simplemente de “exportar” a esos prisioneros a cárceles de Alta Seguridad de diversas potencias involucradas en la acción invasora contra Irak, donde el infierno ilegitimo e ilegal, continuará indefinidamente, en un peor trato a estos humanos, que a las fieras más salvajes, sin siquiera con derecho a un juicio legal y legítimo, de acuerdo a normas internacionales establecidas desde la Segunda Guerra Mundial en particular. Recordemos que incluso los mas altos jefes nazis tuvieron esa oportunidad.
La liberación de algunos de los abducidos en Guantánamo, demuestra que más del 90% eran personas inocentes o a lo sumo, culpables de delitos menores y ninguno, ha estado ligado a los sucesos del 9-11 en Estados Unidos. La mentira de estos abducidos de Guantánamo, sigue tapando la mentira que Estados Unidos libre una guerra efectiva y real contra el terrorismo que lo ha golpeado.
¿Y existe al fin Osama Bin Laden?
Barack tiene por blasón también la mentira verdadera sobre Osama Bin Laden, la causa del estado de guerra de Estados Unidos desde 2001, quien sigue siendo una incógnita irresoluta, ubicua, cuya invulnerabilidad e invisibilidad después de 9 años de guerra mundial de Estados Unidos contra este fantasmal personaje, sigue justificando la continuidad del tren de guerra activado por esta superpotencia. ¿No será que Estados Unidos pelea contra sus propios demonios internos, más bien? Recordemos que fue un ciudadano usaamericano quien voló el edificio en Oklahoma y fueron ciudadanos usaamericanos quienes ejecutaron un bombazo terrorista contra las mismas torres del World Trade Center en Nueva York, en 1993.
Todo el poder de fuego, de inteligencia, contra inteligencia, de las fuerzas militares y de seguridad de Estados Unidos, dos administraciones del ridículamente siniestro Bush y media administración del cara de yo no fui de Barack, no han sido suficientes estos nueve años ni para liquidar al personaje, ni para cercarlo físicamente, ni para hacerlo prisionero, herirlo, ni para asegurar si continúa vivo o muerto o incluso si alguna vez existió.
¿Es Osama Bin Laden, en realidad, como alegan algunas teorías de conspiración, una creación malévola de los servicios de seguridad de Estados Unidos para justificar las tropelías de su aparato industrial-militar? ¿O esa invulnerabilidad del personaje demuestra que en realidad el mundo occidental enfrenta al enemigo más poderoso al que se haya enfrentado nunca desde el nacimiento de Mahoma y el inicio de sus cruzadas de conversión y lucha contra los Infieles?
Tan pronto como en octubre de 2001, a unas semanas de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, la Administración Bush dio “carta blanca” a sus servicios de seguridad para hacer “todo lo que fuese necesario” en operaciones encubiertas destinadas a la eliminación física de Osama Bin Laden y su red Al Qaeda. Difícilmente sabremos algún día, cuántos de los asesinatos o muertes extrañas de diversas personas en el globo obedecen a las actuaciones libres e impunes de estos oscuros y solapados aparatos. Un verdadero festín de impunidad para fuerzas tenebrosas inimaginables, que en realidad no son novedades.
Por ejemplo, es conocido el hecho que el FBI, contra todas las evidencias e informes, calificaba en los años 70, de “comunista” al Dr. Martin Luther King y se había propuesto expresa y literalmente (conocido ahora por la desclasificación de documentos del FBI) “hacerlo descender de su pedestal”. King resultó asesinado a tiros, igual que los Kennedy o Malcolm X. Recordemos también que ya hubo al menos un “Guantánamo” racista e ideológico, en el apresamiento y confinamiento de más de 120 mil ciudadanos estadounidenses de origen japonés, en la Segunda Guerra Mundial. Igual después de más de 4 décadas, se logró descubrir a través de documentos desclasificados, que la resolución de involucrarse en la apocalíptica guerra del Viet-Nam, a partir de lo supuestamente sucedido en el Golfo de Tonkín, se basó en hechos absolutamente falsos.
Igualmente, cuando se dieron a conocer las fotografías y denuncias del sadismo de la oficialidad y la soldadesca usamericana en la prisión de Abu Ghraib y después de las investigaciones correspondientes, quedó documentado que esta anti humana filosofía y práctica de la tortura y la humillación, se realizó incluso cuando más del 90% de las víctimas eran totalmente inocentes.
Lo mismo sucedió ante las narices atónitas del mundo, con las falsas premisas bushianas de la ligazón entre Bin Laden y Sadam Hussein, la existencia de armas de destrucción masiva y el avance ofensivo nuclear del Irak de Sadam. La de Irak, ha sido una guerra de verdad sangrienta basada en un tejido de mentiras, aceptadas “patrióticamente” por la opinión pública estadounidense, que incluye tantos jóvenes soldados estadunidenses muertos en Irak como muertos hubo en el atentado de Nueva York en 2001.
Todo ello muestra la total impunidad de la mentira y el avasallaje y proscripción de la verdad que sigue empujando a la administración usaamericana. La visceral reacción de estas fuerzas a las audacias reveladoras de Wikileaks, es una muestra de su grado de irritación cuando su hegemonía o sus mentiras “verdaderas” son cuestionadas.
Este poder no usa guantes de seda en sus guerras, aunque las causas sean inútiles y lleven a ríos de sangre incluso a sus propios ciudadanos. La verdad tiene en esta lógica, rostro de terrorista.
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