El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 22 de enero de 2011

LA AMÉRICA QUE QUEREMOS

Apostar por una alianza hemisférica

AL GORE

LosEstados Unidosy América Latina no podrán ser administradores responsables de la libertad si no lo son también de la tierra, el aire y el agua del continente que comparten. Para respaldar el desarrollo de la democracia es necesario fomentar el desarrollo sostenible de los recursos naturales que, en definitiva, nutren las libertades.
El nuevo peligro que enfrentamos actualmente es la amenaza a la salud y al bienestar de nuestro planeta, así como el riesgo real de que no podamos dejar a las próximas generaciones suficientes recursos para su sustento.

Todos hemos podido observar serias advertencias sobre la magnitud de los peligros inminentes, y nos damos cuenta de que los cambios en curso en el ambiente terrestre pueden conducir a las más catastróficas pérdidas de vidas, bienes e ingresos jamás vistas en nuestro planeta.
Debemos recordar el vínculo entre el ambiente y la seguridad nacional. Fenómenos ambientales como las inundaciones y las sequías, que reducen la cantidad de tierra arable, llevan a menudo a desastres humanos: hambre, enfermedad, emigración hacia áreas urbanas ya superpobladas y, en el peor de los casos, conflictos armados a causa de los recursos naturales cada vez más limitados.
Hemos sido recientemente testigos de los resultados de tales tensiones en África (El Sahel, Ruanda y Somalia) y en América Latina (El Salvador y Honduras).
Asimismo, sila temperatura del planeta se llegara a elevar de tal modo que provocara deshielos y, en consecuencia, un aumento del nivel de los mares, las naciones insulares del Pacífico Sur y del Caribe podrían desaparecer completamente, mientras que zonas continentales costeras productivas podrían perderse en su totalidad a lo largo y ancho del mundo.
. La revolución científica y tecnológica ha traído, junto con sus muchas bendiciones y amplias mejoras en la calidad de vida, algunos efectos colaterales indeseables. Las nuevas herramientas, tomadas en su conjunto, han magnificado de tal manera la capacidad del ser humano, que actividades antes benignas causan ahora una repercusión mucho más amplia y a menudo nociva en el ambiente.
Por ejemplo, pescar con una red pequeña es una cosa, y hacerla con una red de arrastre de 40 kilómetros de largo y con la ayuda de aparatos de sonar que ubican el lugar preciso en el que se hallan los últimos bancos de especies de peces importantes para nuestro futuro, es algo muy diferente.
Uno de los ejemplos más claros de los perjuicios que provocan algunas actividades humanas es el referido a las sustancias químicas llamadas clorofluorocarbonatos, que ahora sabemos con certeza que son las responsables del hueco en la capa de ozono sobre la Antártida.
A causa de esas sustancias químicas, inventadas en este siglo y usadas en grandes cantidades a partir de la última mitad, el aire que estamos respirando hoy tiene seis veces más átomos de cloro en cada bocanada que el que se respiraba al final de la segunda Guerra Mundial.
El hecho de que hayamos podido multiplicar por seis la .concentración en el aire de un elemento básico como el 'loro en un lapso equivalente al de la vida de un hombre, o menos aún, da una idea del poder que las nuevas tecnologías nos han dado para provocar cambios -no todos positivos-en el ambiente terrestre.
Podemos apreciar también un fenómeno similar en la concentración de gases productores del efecto invernadero, especialmente el bióxido de carbono. Actualmente estamos haciendo que aumenten tan rápidamente las concentraciones de monóxido de carbono como nunca antes.
Si no toman medidas con cierta urgencia, nada detendrá ese proceso 'dañino.
Pienso que son absurdos los argumentos de quienes sostienen que la actual situación es perfectamente aceptable.
Es un hecho que ocho de los 10 años con temperaturas de las más altas que se recuerdan en la historia se han registrado a partir de 1980, y que se asiste a un retiro de los glaciares montañosos en todo el mundo en una medida nunca antes alcanzada en tiempos históricos.
Éstos son ejemplos de cómo las nuevas capacidades tecnológicas tienen un efecto sobre el ambiente del planeta, y cómo influyen en la transformación de la subyacente relación básica entre la civilización humana y la Tierra.
Nuestros abuelos se sorprenderían por las actitudes que adoptamos hoy en día con respecto al futuro. Se asustarían ante la indiferente tranquilidad con la que muchos dan por descontadas las graves consecuencias que sufrirán las futuras generaciones a causa de nuestro actual comportamiento.
Para empezar, es necesario encontrar vías que estabilicen el crecimiento demográfico. Debemos también desarrollar una nueva generación de tecnologías que continúe elevando el nivel de vida sin causar en el ambiente los terribles efectos colaterales que están provocándose ahora.
Uno de los caminos para hacer efectivas nuestras reflexiones y aliviar nuestras preocupaciones sobre el futuro es adoptar métodos de cálculo del valor económico .de las opciones que encaramos y de las decisiones que tomamos.
Nuestro habitual sistema para medir los valores económicos deja con frecuencia de lado cosas muy importantes para la gente. Por ejemplo, el capital humano no siempre se mide fielmente.
En el producto nacional bruto (PNB) no incluimos importantes valores contenidos en la naturaleza o que son el resultado de nuestro sistema educativo o del trabajo de las madres que inculcan valores y dan lecciones de vida a los niños que están criando. Yeso esun error.
Si realmente nos importan las consecuencias futuras de lo que hacemos ahora, precisamos encontrar caminos para tener en cuenta esos importantes valores, más difíciles de monetizar que los actualmente incorporados en los cálculos del PNB.
Nuestras naciones confían en que los expertos nos ayuden a dirigirnos hacia una era de sabia administración ambiental. Las opciones son tan ilimitadas como las herramientas y los datos técnicos de que disponemos para ayudar a construir un futuro sostenible para las próximas generaciones.
Sabemos que los desafíos que enfrenta nuestro ambiente son sobrecogedores Y de enormes proporciones. Pero si nos unimos contra una amenaza común, los ideales que nos unen serán mucho más grandes que las cuestiones que nos dividen y nos ayudarán a ganar la batalla.


Nota: "La América que queremos" es una nueva sección sabatina de EL CORREO. Los ensayos "en defensa de la vida" -de autores de primera línea- son tomados del libro con igual título, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1998, en el contexto del Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente.

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