El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 6 de enero de 2011

La visita de los Reyes magos ¿Qué significa para nosotros?

P. José Mulligan, S.J.



¿Qué significa el relato de la visita de los magos del Oriente (posiblemente Persia – hoy Irán) al recién nacido Jesús? Subraya que Jesús vino para todas las naciones, no solamente para su propio pueblo, Israel, y que iba a inaugurar un reino de Dios en que todos los pueblos del mundo fueran ciudadanos de primera clase.

También muestra la crueldad del rey Herodes, que, lleno de miedo y celos por el anuncio de un nuevo “rey de los judíos”, decretó la masacre de todos los niños menores de dos años que había en Belén y sus alrededores. Así el evangelio empieza hablando críticamente de los poderes políticos; estos, apoyados por el imperio ya no romano sino norteamericano en décadas recientes en América Latina, siguieron matando a niños y pueblos enteros por sus celos y miedos a movimientos revolucionarios.

Miremos los textos bíblicos de la celebración el 6 de enero de la Epifanía (revelación o manifestación de Dios encarnado en Jesús), empezando con Mateo capítulo 2.

Unos Magos (sabios) que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”. Herodes preguntó a los líderes religiosos de Jerusalén dónde iba a nacer el mesías, y ellos le informaron que en Belén. El rey envió a los visitantes del Oriente a Belén, diciendo: “Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese niño, y apenas lo encuentren, avísenme, para que también yo pueda ir a adorarlo”. Los reyes mienten para conseguir sus fines políticos y personales.

Los magos siguieron la estrella, “hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella se llenaron de alegría”. San Mateo quiere indicar que Jesús y su buena nueva traen alegría a las personas que lo encuentran. ¿Presentamos a Jesús así?

“Al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron”. Es decir, adoraron a Jesús, porque es Dios hecho hombre, no a María, que es muy especial como modelo de creyente y es intercesora, pero no es Dios.

“Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino”. Como sabios, tal vez sospecharon de los motivos del rey y cometiendo “desobediencia civil” en fidelidad a su conciencia como luego Gandhi y Martin Luther King, y como muchas personas en América Latina que no querían ser soplones de dictadores, no volvieron al rey.

Para salvar al niño, la sagrada familia huyó de su país, como millones de familias han tenido que hacer durante siglos, escapándose de la persecución política o de la violencia institucionalizada que significa muerte causada por las condiciones infrahumanas.

En la segunda lectura de hoy (Efesios 3:2-3ª, 5-6), Pablo con mucho entusiasmo proclama este universalismo como su misión – invitar a todas las naciones como iguales a formar el nuevo pueblo de Dios: “por una revelación se me dio a conocer” el “proyecto misterioso” de Dios. “Este misterio no se dio a conocer a los hombres en tiempos pasados, pero ahora acaba de ser revelado: que en Cristo Jesús los pueblos paganos tienen derecho a la herencia, que ya no están aparte, y que van a gozar de la promesa. Ésta es la Buena Nueva....”

La primera lectura de la misa de hoy (Isaías 60:1-6), un texto dirigido al pueblo de Israel, indica que este mismo tema del universalismo estuvo presente en el Antiguo Testamento: “Los pueblos se dirigen hacia tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora.... Todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos y tus hijas son traídas en brazos.... traerán a ti tesoros del otro lado del mar y llegarán a ti las riquezas de las naciones.... Los de Sabá vendrán todos trayendo oro e incienso, y proclamando las alabanzas de Yahvé”.

Este universalismo es uno de los temas principales del Tercer Isaías, que profetizó en Palestina después del exilio en Babilonia (hoy Iraq). Este profeta empezó con su tema: “a los extranjeros que se han puesto de parte de Yahvé, para obedecerlo, amar su Nombre y ser sus servidores, que tratan de no profanar el sábado y que cumplen fielmente su compromiso conmigo, los llevaré a mi cerro santo y haré que se sientan felices en mi Casa de oración. Serán aceptados los holocaustos y los sacrificios que hagan sobre mi altar, ya que mi casa será llamada Casa de oración para todo el mundo” (Isaías 56:6-7). Al expulsar del Templo a los vendedores, Jesús citó este versículo – y según Marcos (11:17) todo el versículo, incluyendo “para todo el mundo”.

En su diálogo con la samaritana, Jesús rechazó la noción de que haya un “cerro santo”, un lugar privilegiado de acceso a Dios. Cuando ella preguntó: “Nuestros padres siempre vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes, los judíos, ¿no dicen que Jerusalén es el único lugar para adorar a Dios?” Jesús le dijo: “Créeme, mujer: llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será ‘en este cerro’ o ‘en Jerusalén’.... Llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Juan 4:20-23).

Ahora bien, ¿toda esta apertura del nuevo pueblo de Dios a todas las naciones quiere decir que la puerta es muy ancha y la entrada fácil? De ninguna manera. La pertenencia al reino de Cristo es muy exigente, según Jesús mismo y también según el Tercer Isaías, cuyo mensaje de apertura estamos examinando. Ambos subrayan las responsabilidades sociales de los ciudadanos del nuevo pueblo.

El profeta (Isaías 58) proclama un mensaje de justicia social en nombre de Dios: “Según dicen, me andan buscando día a día y se esfuerzan por conocer mis caminos, como una nación que practica la justicia y no descuida las órdenes de su Dios. Vienen a preguntarme cuáles son las leyes justas y desean la amistad de Dios”. Ellos buscan a Dios y sus caminos, y se quejan: “¿Por qué ayunamos y tú no lo ves, nos humillamos y tú no lo tomas en cuenta”?

La respuesta es clarísima: “Porque en los días de ayuno ustedes se dedican a sus negocios y obligan a trabajar a sus obreros. Ustedes ayunan entre peleas y contiendas, y golpean con maldad. No es esta clase de ayunos como los de hoy día los que lograrán que se escuchen sus voces allá arriba. No es así como debe ser el ayuno que me gusta, o el día en que el hombre se humilla. ¿Acaso se trata nada más que de doblar la cabeza como un junco o de acostarse sobre sacos y ceniza? ¿A eso llamas ayuno y día agradable a Yahvé”? La religión es incompatible con la violencia criminal y la explotación.

“¿No saben cuál es el ayuno que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo”.

El tema de la liberación es central en ambos testamentos de la Biblia.

“Compartirás tu pan con el hambriento, los pobres sin techo entrarán a tu casa, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano. Entonces tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente. Tu recto obrar marchará delante de ti y la Gloria de Yahvé te seguirá por detrás”.

En la solidaridad humana se experimenta la unión con Dios.“Entonces, si llamas a Yahvé, responderá. Cuando lo llames, dirá: ‘Aquí estoy’. Si en tu casa no hay más gente explotada, si apartas el gesto amenazante y las palabras perversas; si das al hambriento lo que deseas para ti y sacias al hombre oprimido, brillará tu luz en las tinieblas, y tu oscuridad se volverá como la claridad del mediodía. Yahvé te guiará en cada momento, en los desiertos te saciará. Él rejuvenecerá tus huesos y serás como huerto regado, cual manantial de agua inagotable”.

No es posible experimentar y amar a Dios sin amar a la humanidad – un amor que tiene que incluir la lucha por la justicia.

Resumiendo nuestras reflexiones, la visita de los magos del Oriente al niño Jesús muestra que el reino de Dios se abre a todas las naciones (y por eso nosotros los no-judíos estamos invitados), pero los que entran y quedan tienen que practicar la compasión y luchar por un mundo nuevo.

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