El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 1 de enero de 2011

LA AMÉRICA QUE QUEREMOS

Un mensaje del pasado inmortal

RARA VEZ SE encuentran en el mundo civilizado restos de obra humana que, lejos de dañar, exaltan y preservan el mensaje de la naturaleza.

La ciudad prehispánica de Machu Picchu exhibe esa cualidad, ubicada en lo alto de un contrafuerte andino del Valle Sagrado de los incas.

Se alza unos 150 metros por encima del nivel del río Urubamba, que la circunda a una altitud de 2060 metros. Es una puerta hacia la inmensa floresta amazónica. Para
penetrar en su misterioso origen es difícil encontrar el camino de una verídica investigación histórica. Tal vez por se deba recurrir a los poetas. Neruda, el inmortal autor de “Alturas de Machu Picchu", revela elocuentemente su propia impresión:

Entonces en la escala de la tierra he subido
entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti
, Machu Picchu.

Y agrega:

Aquí los pies del hombre descansaron de noche
junto a los pies del águila en las altas guaridas
carniceras
, y en la aurora

pisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida.

Por su parte, el crítico de la arquitectura Graziano Gasparini sostiene que "la belleza de esta ciudad radica en su valor de organismo antes que en sus monumentos
excepcionales"
. Creo que, efectivamente, ésa es su característica clave. Como lo es también, en palabras de Uriel García, notable peruanista, el genio de sus
constructores por "su técnica en urbanizar suelos reacios y empinados, de trocarlos en terrazas
, jardines, escalinatas y viviendas".

Como todo pueblo de cumbre, en Machu Picchu hay un eje dominante relativamente plano que constituye el centro de la población, flanqueado, por un lado, por una colina donde se agrupan las viviendas y, por el otro, de un cerro que adquiere un sentido ceremonial. Allí está la Intihuatana -"el lugar donde se amarran los astros"- y el templo de las Tres Ventanas, que simbolizan los mandamientos andinos de veracidad, honestidad y laboriosidad.

En algún lugar bien enmarcado por andenerías y construcciones, está el solemne mausoleo del Inca. Y, como fuente de abastecimiento y mecanismo de protección contra la erosión, la ciudad está rodeada de terrazas que han resistido la acción de los siglos. Al frente, hacia el norte, como gigante centinela guardián, se eleva Huayna Picchu.

El poeta Martín Adán, extasiado por la obra, la define así:

Maqueta de la poesía

lo concreto y preciso de la nube

y lo real de la humana, verdadera vida;
cierta imagen de Dios.

Y Juan Ríos, el recordado e inspirado autor, pone en boca del fundador estas expresiones bellísimas y profundas:

Desde el pasado avanzo; pero mi destino viene del futuro

lo que hay en mí de eterno con la extensión inmensa se confunde,
y vivirá siempre en ella, aunque no viva mi cuerpo.

Ciudades rescatadas del olvido, Pompeya y Machu Picchu ofrecen un impresionante contraste. Aquélla fue cubierta por la lava del Vesubio con violencia, sin piedad. Al retirada aparecieron entre las ruinas pruebas de sus frívolos
excesos. Fue como la confesión del pecado.

En cambio Machu Picchu se encontró cubierta por una mortaja de vegetación. Retirada ésta, la ciudad surgió intacta. En la necrópolis los esqueletos eran
predominantemente femeninos. ¡Los hombres luchaban afuera por su libertad! La ciudad mostraba su respe
to por la topografía. Tenía un conocimiento remoto de la
zonif
icación: cada elemento en su sitio. Estaba dotada de agua con un sistema de abastecimiento aún en uso. Tal era el mensaje conservacionista del remoto pueblo andino.

Hoy, pasados varios siglos, se encuentra intacta la obra del pasado. Ella provocó en Pablo Neruda esta dramática invocación:

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.

Hablad por mis palabras y mi sangre.

¡Tal mensaje de esta extraordinaria acrópolis andina…!

FERNANDO BELAÚNDE TERRY


Nota: "La América que queremos" es una nueva sección sabatina de EL CORREO. Los ensayos "en defensa de la vida" -de autores de primera línea- son tomados del libro con igual título, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1998, en el contexto del Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente.

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