El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 30 de abril de 2013

Primero de mayo en abril


Onofre Guevara López

¿Qué significa ahora las efemérides del Primero de Mayo para el obrero nicaragüense? La pregunta se me ocurre hoy, setenta y un años después de haberme enterado de su existencia, de conocer su importancia en la historia de la lucha obrera mundial y de haber participado por primera vez en un acto conmemorativo del Primero de Mayo.  
Busqué la respuesta en algunas imágenes fijadas en el calendario etéreo de la memoria. 1943: Casa del Obrero de Mangua; decenas de obreros para mí desconocidos, estaban allí por el mismo motivo que yo, tratando de saber cómo fue aquella jornada huelguística iniciada el primer día de mayo de 1886 –Chicago, Illinois, Estados Unidos—, en pro de la jornada laboral de ocho horas. Qué triste aquel el 3 de mayo, cuando 400 de los 6 mil manifestantes se dirigían a la fábrica “MacCormick Harvester Works” y fueron  reprimidos por la policía, dejando 50 obreros heridos.
El tema de los oradores fue el orden social injusto por el cual fueron posibles aquellos sucesos, y lo asociaron a la situación de los trabajadores en la  atrasada sociedad nicaragüense. Explicaban que las jornadas de mayo en Chicago no eran aisladas, sino parte del emergente movimiento obrero internacional surgido en Europa, donde el capitalismo había nacido “chorreando sangre”, imponiendo jornadas laborales de 20-18 horas, en fábricas con ambientes inhumanos, sin ventilación, contaminadas de humo y explotación ilimitada.  
Hablaron de que la Primera Internacional de los Trabajadores (1860), había acordado la lucha por la jornada de ocho horas, y el primer resultado histórico fue la Comuna de París (1871), cuando la clase obrera tomó por tres días el poder, lo que Marx llamó “el asalto al cielo”; que en los Estados Unidos la lucha por la jornada de ochos horas comenzó en los años veinte del Siglo XIX, la cual tuvo una pausa por la Guerra Civil (1861-1866), y se reinició en 1871. Luego, en 1881, nació la Federación Americana del Trabajo (American Federation of  Labor), y en 1884, cuando el Estado de Illinois ya había decretado la jornada laboral de ocho horas, acordó emprender la lucha por hacerla efectiva a partir del primero de mayo de 1886 (cuya conmemoración se hace en todo el mundo, menos en los Estados Unidos).
La imaginación volvió al día 4 de mayo en Chicago –Plaza Haymarket—, cuando en un mitin de protesta por la represión policial del 3 de mayo, un infiltrado hizo estallar una bomba entre los policías, matando a seis, lo que motivó que esta –siempre atenta a complacer intereses empresariales—, causara varias muertes entre los obreros, y capturara a ocho dirigentes que fueron procesados y condenados. (Son los “Mártires de Chicago” que se recuerdan con el “Día Internacional del los Trabajadores” (algunos lo falsifican llamándolo “día del trabajo”).
Como debía de ser en una sociedad clasista, el juicio estuvo lleno de injusticia y odio xenófobo. Cinco de los ocho dirigentes fueron condenados a muerte por ahorcamiento. Pero los ahorcados fueron tres (11 de noviembre, 1887): Adolfo Fischer, alemán; Hessois Auguste Spies, alemán; y Albert R. Parson, estadounidense, porque dos no quisieron ser ahorcados: George Engel, alemán, prefirió envenenarse (fue salvado) y Louis Lingg, alemán, optó por el suicidio con una bomba. De los tres restantes, Oscar Neeb, estadounidense de padres alemanes, fue condenado a quince años de cárcel; a Michael Schwab, alemán, y Samuel Fielden, inglés, les conmutaron la horca por la prisión.
Desde aquel primer día de mayo de 1943, ningún otro de los años siguientes me fue ajeno. El de 1945, lo recuerdo como la más grande manifestación obrera nunca vista en Nicaragua; el de los años siguientes fueron en casas, patios y calles bajo la represión somocista, pero sin temores, con firmeza y demandas que pasaron de lo meramente laboral a lo político anti dictatorial (tres obreros fueron asesinados por la Guardia el primero de mayo de 1978), hasta el triunfo de la revolución, cuando en 1980 se conmemoró el primer día de mayo en libertad. Pero fue el primero de los últimos, porque después y hasta hoy, un sector del sindicalismo perdió su autonomía ante Daniel Ortega, gran patrón del Estado y gran capitalista.
Ahora, ya tengo la respuesta: para el obrero nicaragüense el Primero de Mayo no significa mucho, porque se lo han desnaturalizado. Le cambiaron el histórico, autónomo y combativo Primero de Mayo, por un politiquero 31 de abril, porque tratan de borrarle su espíritu de clase. No podrán.

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