El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 16 de abril de 2013

La Derrota del ganador

ROBERTO GIUSTI
 
 EL UNIVERSAL 
 lunes 15 de abril de 2013  12:00 AM 
 Cualquiera que no conociera los resultados del CNE habría pensado que Nicolás Maduro había logrado una victoria por más de dos millones de votos. Atento a la imitación de su fiel mentor, quiso reproducir la inflexión de soberbia mal reprimida que Chávez reservaba para sus victorias clamorosas, y sólo le salió un tono destemplado y lúgubre, acorde con la pírrica victoria lograda a duras penas, que habla muy mal sobre su sentido de la realidad.  
 Era una fija que si Maduro reproducía los resultados clamorosos de Chávez, con dominio sobrado en el plano electoral, no sólo quedaba consagrado como el líder del chavismo sino acreditado por las grandes mayorías para darle un nuevo impulso al proceso de radicalización, cuya próxima estación tenía un nombre: Comunas. Pero esas expectativas se quedaron atascadas en un techo de siete millones y medio de votos, con la pérdida de 600 mil en relación con los resultados obtenidos por "el padre" hace apenas seis meses y a solo 40 días de su muerte. Total desperdicio del capital político y electoral recién heredado. 
 Por eso el resultado de ayer nos deja frente a un Presidente débil, deslegitimado, cuestionado por la mitad de los electores y amarrado de manos. Un Presidente que, al mismo tiempo, ha recibido una inmensa suma de poder capaz de desbordar sus capacidades, superar su manejo político y atarlo de manos, porque ya conocemos una de las premisas fundamentales del chavismo: la confrontación y el sometimiento del enemigo, antes que el acuerdo y/o la convivencia. Cualquier otro Presidente electo, que se hubiera visto en ese trance, habría aprovechado su primer discurso para tender puentes, explorar el terreno en busca de aliados y asegurarse un piso político. Pero no fue así, habló como si hubiera ganado con dos millones de votos (quizás el discurso ya estaba preparado, no se imaginaba otro resultado y no tuvo tiempo de cambiar su disco duro) y pudiera, entonces, dragonear, al estilo de su maestro, con amenazas y "rumbos infinitos hacia el triunfo del socialismo". 
 El perdedor ganancioso 
 Cuando comenzó (y también cuando terminó) nadie apostaba un medio (0.25 céntimos) por Capriles. El mismo lo advirtió; "lo tengo todo en contra". Sin embargo, en apenas un mes hizo una campaña realmente admirable y como gustaban decir él y sus colaboradores de "dimensiones épicas". Viniendo la Unidad Democrática que lo apoya de dos derrotas y él de una trabajada reelección como gobernador de Miranda, aceptó casi como un deber el acuerdo de su designación para ir a la contienda. Pero la misma noche de su anuncio galvanizó a su electorado natural y fue palpable que su liderazgo había calado hondo en el país, al punto que, como lo dijo anoche, obtuvo casi un millón de votos chavistas y aumentó su contabilidad electoral en más de 600 mil votos, sin contar los 300 mil que están en veremos. 
 Así que más allá de su "mientras tanto" y del reconteo de votos, Capriles ya no sólo es el líder de una comunidad política que debe estrechar vínculos a su alrededor, sino una referencia de oposición sólida y un factor de poder ineludible ante un gobierno que, como éste, debe comenzar su tarea de restructuración recomponiendo las alianzas internas. De él dependerá que ese potencial político no se diluya en la decepción por no haberse logrado el triunfo. 
 Pero está claro que las cosas ya no serán como lo fueron hasta ahora.
 
  La derrota, que según Capriles no ha sido tal, redefine el cuadro político y social del país, profundiza una tendencia cada vez más marcada y plantea algo nada fácil de continuar, como lo es la posibilidad de continuar la lucha por la unificación y contra esa cara del fascismo que, dice Capriles, algunos venezolanos vieron ayer en algunos centros de votación. 

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