El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 30 de abril de 2013

En el Día del Libro

Por: Alejandro Serrano Caldera


El pasado 23 de abril se conmemoró el “Día Internacional del Libro”, como un reconocimiento universal al sentido y significado de este en la construcción de un mundo alternativo al de la realidad, sea esta física, natural o histórica, la que aparece reconstruida en la palabra escrita a través de la razón o la imaginación, el logos o el mito.
Quiero expresar en este artículo mi agradecimiento a la Universidad Americana (UAM) y a la Biblioteca Pablo Antonio Cuadra de esta prestigiosa institución académica, por haberme dedicado el acto oficial conmemorativo del “Día Internacional del Libro”. De manera especial quiero agradecer al rector, doctor Ernesto Medina Sandino, por la generosidad de sus palabras y conceptos y por el reconocimiento que me ha entregado y que me honra profundamente. Asimismo, agradezco al profesor Armando Zambrana sus reflexiones sobre mi trabajo filosófico, y a la señora Noemy Espinal Beltrán, directora de la Biblioteca Pablo Antonio Cuadra de la UAM, su entusiasmo en la organización de este acto.
“El lenguaje es la casa del ser”, dice Martín Heidegger en su Carta sobre el Humanismo, pero el lenguaje, entendido como palabra, lo mismo que cualquier otra forma de comunicación, no solo es la casa del ser, sino el ser mismo pues este se da en la medida en que es posible su relación con los otros, en cuya interacción hecha de coincidencias y discrepancias se forma el tejido en el que se entrelazan ser y existir, pensamiento y acción.
El libro es la palabra escrita que desde el silencio nos habla y descubre un mundo que ella misma realiza, sea recreando lo que existe, imaginando una realidad que solo vive en la sensibilidad de quien escribe, o bien interpretando por la razón su sentido oculto hecho luz en el logos y el pensamiento.
Pero además, la palabra escrita revela no solo lo que piensa o siente el autor, sino los múltiples y diversos pensamientos y sentimientos que se expresan a través de él, frutos de su reflexión, contemplación y acción, y de la relación del sujeto con el mundo en que está inmerso. Es el resultado de acciones y omisiones, de decisiones llevadas a la práctica y de intenciones no realizadas; el ser, según Ortega y Gasset, es un proyecto inacabado, un proceso de formación permanente debido a la interacción continua con el contexto espacio temporal en que está situado. “Yo soy yo y mi circunstancia, dice, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Por su parte, la idea de “Dassein” de Heidegger, nos habla del “ser ahí”, cuya identidad se va forjando en la acción que se realiza en un tiempo y lugar determinado, por lo que, expresa el mismo filósofo, el ser no es, acontece.
El libro, la palabra escrita, es síntesis del pensar y el hacer, de la idea y la práctica, pero es a la vez, resultado, causa y origen de un mundo ético o estético, racional o intuitivo, que no revela únicamente lo que existe, pues él no es solo reflejo de la realidad, como tampoco mera evasión hacia mundos ficticios ya que es distinto de la realidad pero sin dejar de ser ella misma, es la realidad que se trasciende desde la subjetividad del creador.
Es el mundo sensible y sensorial más los sueños y las perspectivas múltiples; la del escritor que crea y transmite su creación y la del sujeto confrontado al libro que al integrarlo a su propia subjetividad deviene también creador.
El verdadero realismo no es tanto el que ve en el libro y en el arte un mero reproductor de esa objetividad concreta, como el que multiplica sus posibilidades a través de la participación subjetiva. Lo subjetivo es parte de la realidad, como las ilusiones lo son de nuestra propia vida.
Por ello el libro multiplica, no tanto la realidad que encuentra ante sí, pues no es un mero reproductor de ella, como las posibilidades de esa realidad que deviene dúctil, moldeable y multiforme ante las numerosas posibilidades subjetivas.
Pero sobre todo, el libro abre la posibilidad de un diálogo impersonal y múltiple entre el escritor y los lectores, en el que quien lee deviene también coautor desde la perspectiva en la que integra a su propia interpretación racional o sensibilidad intuitiva los contenidos de la palabra escrita, los mensajes del pensamiento o del arte que emanan del libro. Porque las palabras como las cosas tienen perspectiva y su sentido y mensaje dependen de cómo, cuándo y en qué lugar son dichas, y, por supuesto, de quien las dice y de quien las lee o escucha
El libro nos enseña que la palabra es la idea hecha presente, su contenido y apariencia, es decir, la manera como se nos aparece, envuelta en las expresiones tangibles de la forma. Nos muestra también, que el silencio es parte de la palabra y cómo ambos forman el diálogo entre lo dicho y lo callado y nos enseñan de qué forma la palabra pronunciada lleva en sí, como el vientre de la madre al hijo, el misterio de la palabra silenciosa.
Los libros, y sus autores por supuesto, dicen y sugieren no solo por lo que expresan sino también por lo que callan. Aunque no se mencione y aunque a veces se niegue expresa o tácitamente, la utopía, como eterna aspiración del ser humano a la felicidad y a la libertad, subyace en la forma y en el espíritu de la letra, en el texto y en el contexto en que el drama de la experiencia humana se desenvuelve.
En este Día Internacional del Libro debemos reafirmar nuestra fe en la escritura y la lectura, en el diálogo, silencioso o no, con lo que expresa; en la reflexión o acción de quien escribe y de quien lee, convencidos que el mundo, en buena parte, está construido y contenido en los libros, y que son ellos creadores y testigos, a la vez, del cuerpo de las ideas y acontecimientos que hacen la historia y que forman el mundo sobre el que se asienta la reflexión y la acción de hoy.
El libro es parte de la vida y de la historia, de la realidad y la imaginación y debe continuar existiendo, sea en su versión digital o de papel, o en ambas, mientras el ser humano exista, y mientras albergue la esperanza y realice el esfuerzo por tratar de adecuar el mundo en que vive a sus ilusiones, pues finalmente, en el origen de toda realidad hay siempre un sueño y en la raíz de toda lucha una utopía, y esta si bien es el lugar que no existe, es porque no ha sido creado todavía.  
El autor es jurista y filósofo nicaragüense

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