El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 24 de abril de 2013

“Necesitamos una cultura de legalidad”


Eduardo Enríquez
Una de las grandes preocupaciones de Alejandro Serrano Caldera, como filósofo, es hacer ver el sentido práctico de la filosofía, explicar y convencer que hay un “nexo indisoluble, dialécticamente relacionado entre el pensamiento y la realidad”.
Para el jurista, el pensamiento filosófico debe ser una hoja de ruta para la acción. “Evitar lo que ha ocurrido, que es la separación entre la teoría y la práctica, entre la razón y los hechos concretos”.
El objetivo de las Obras es proponer que la filosofía sea una guía para la realidad y no un pensamiento abstracto desconectado de lo que ocurre en el mundo. “La filosofía entonces surge de la realidad concreta, pero también la realidad surge de la filosofía porque, en cierto sentido, la realidad recoge o combate el pensamiento que plantean las diferentes tesis filosóficas. Y viene una tercera consideración, si tenemos una teoría sin práctica, se vuelve una abstracción vacía, pero si tenemos una realidad sin filosofía, sin ideas, sin razón, se vuelve una realidad instintiva, mecánica”.
El volumen IV de Obras es sobre el pensamiento, la política y la cultura nicaragüense, además incluye escritos jurídicos. Toca una amplia gama de temas. ¿Qué se debe llevar el lector de este volumen?
  • La presentación
El IV volumen de las Obras del filósofo y jurista Alejandro Serrano Caldera será presentado el 6 de mayo a las 6:00 de la tarde en el salón de los cristales del Teatro Nacional Rubén Darío.
Ayer, que se celebró el Día Internacional del Libro, la Universidad Americana dedicó esa celebración al filósofo.
Serrano Caldera comenzó a publicar la serie Obras en 2008 y según explica, la idea es sistematizar los escritos contenidos en 23 libros, artículos, revistas y conferencias del autor para ubicarlos por ejes temáticos, no es una recuperación cronológica sino temática. “Hay temas tratados en diferentes momentos y circunstancias que se agrupan, se le da coherencia bajo un eje temático, ese es el propósito técnico”, explica el jurista.
La primera parte se refiere al pensamiento, la política y la cultura nicaragüense completa lo que iniciamos en el volumen III, porque la filosofía también se ocupa de la expresión estética que se produce en un medio y en un tiempo determinado que es nuestra sociedad. La segunda parte se refiere a los escritos jurídicos. Se asumen algunos escritos fundamentales de mis primeros libros sobre la doctrina del derecho individual del trabajo y la doctrina del derecho colectivo del trabajo, obras aparecidas entre 1970 y 1972. También se incluye la doctrina del derecho constitucional ligado a la Constitución Política de 1987, año en que yo era presidente de la Corte Suprema de Justicia.
La parte jurídica busca responder a la pregunta: qué relación debe haber entre la política, el poder y el derecho, sobre todo en un proceso revolucionario. Y lo que ahí se plantea con toda claridad es que el poder, provenga de donde provenga, para ser legítimo debe estar sometido a la ley. El derecho norma y establece el sistema de límites del poder y las instituciones son las causas y el cauce del poder.
Sin embargo, 25 años después seguimos en el mismo dilema frente al poder... Desde su primer volumen usted se pregunta si puede una pequeña nación crear su propia cultura. ¿Ha hallado respuesta a esta interrogante?
En el caso de Nicaragua sí ha creado una cultura en determinados campos, no así en la cultura jurídico política. La pregunta que me hago tiene la intención de abarcar ambas situaciones. Tenemos grandes creadores en la poesía, la pintura, escultura y la narrativa. Un país pequeño ha sido prolífico en la cultura, pero la cultura no es solo arte. La cultura es la esencia de la identidad de un pueblo y se manifiesta también en la política, en el derecho, en el poder y en la historia de un país.
La segunda parte, implícita de tu pregunta, qué pasa en el orden jurídico político. Yo intento una hipótesis explicativa a esa dicotomía de la creación en la estética y la ausencia de una cultura en el campo del poder y el derecho. Creo que lo que pasó en América Latina es que aquí se dio una fragmentación entre lo que Octavio Paz llama el mundo real y el mundo formal. Carlos Fuentes habla de la realidad esquizoide. Yo quisiera centrarme en Nicaragua. Una esquizofrenia es una bipartición, que aquí se dio entre el mundo real: económico, social, político, y el mundo formal, lo que dice el derecho y las constituciones, que no se compaginan.
¿Por qué sucede esto? porque cuando se produce la independencia en nuestros países, quienes toman el poder no son los capitanes ilustrados de la independencia. Bolívar murió diciendo “he arado en el mar”, por ejemplo. Quien toma el poder es la oligarquía terrateniente que quiere que haya independencia porque le beneficia económicamente, pero no quiere un cambio en la sociedad porque eso alteraría la relación de poder. Pero ante la corriente indetenible del liberalismo ilustrado los que toman el poder optan por copiar las constituciones europeas, en particular la francesa de 1791, que establece la igualdad ante la ley, la jerarquía de la norma jurídica, la separación de los poderes, la supremacía de la Constitución, pero deciden que la realidad económica y social no va a cambiar un ápice diga lo que diga la Constitución.
En el volumen III usted habla de la autenticidad y la inautenticidad cultural, que está patente en la conducta que el nicaragüense adopta frente a la vida y frente a la historia. ¿Es este un mecanismo de defensa ante la dicotomía que usted plantea?
Yo creo que es un reflejo de una realidad no superada, pero que se va a superar. Esto nos lleva a mi teoría de la bicicleta estacionaria que no avanza y lo que pasó regresa, pero eso va cambiando progresivamente. Sin embargo, el fantasma del pasado regresa porque vivimos en dos universos, que mientras no logremos internalizar una cultura de legalidad e institucionalidad, estos problemas van a seguirse produciendo. La cultura imperante en la sociedad tiene una conciencia crepuscular del principio de Estado de Derecho y democracia que a duras penas se entrevé pero no existe la decisión de asumirla.
Usted advertía en el 2011 que “si la ética y la cultura no penetran y conforman el quehacer de la política, la política como conducta deformada invadirá los espacios de la vida individual y colectiva, transformando la realidad en espectro y el rostro en máscara...” para mí, más bien eso es lo que está ocurriendo, no veo esa conciencia crepuscular.
No hemos tenido un momento en que los valores y principios formen parte de una cultura colectiva, pero yo sí siento que paulatinamente estos valores van avanzando en la sociedad, no lo suficiente para producir el cambio pero yo creo, para ser optimista, que esos dos universos, uno que tiene la realidad del derecho y el otro la realidad política, se van acercando lentamente.
En los últimos cuatro años hemos escuchado de parte del Gobierno y los empresarios que “vamos bien”, pero es difícil entender ese bienestar cuando el salario medio del país es alrededor de 250 dólares al mes, y los maestros ganan aún menos. Le pregunto esto porque hay quienes piensan que las sociedades deben alcanzar cierto desarrollo económico antes de aspirar al desarrollo político.
Es un error el planteamiento de primero desarrollar la economía para luego desarrollar la democracia. Yo creo que son dos aspectos interrelacionados. El esfuerzo del libro (Obras) es evitar esas dicotomías, esas separaciones que hace nuestra cultura. Porque si hay un argumento que dice que esperemos a desarrollarnos económicamente para luego desarrollar las instituciones democráticas y el Estado de Derecho, se podría argumentar en sentido contrario, si no hay institucionalidad ni seguridad jurídica ni democracia tampoco hay desarrollo económico. Economía y Política son dos categorías interrelacionadas en la medida que interactúa la una sobre la otra.
Yo más bien pensaría que el Estado de Derecho y la democracia es una condición para el desarrollo económico, porque da seguridad jurídica, favorece la inversión y favorece el desarrollo económico.
Ese crecimiento que hemos visto en los últimos años no se ha traducido en un desarrollo económico. ¿Por qué no vemos entonces las tensiones que se están viendo en sociedades como la española con el movimiento de los indignados o incluso en Estados Unidos, donde en la parte más fuerte de la crisis surgió el movimiento de ocupación (Occupy Wall Street)?
Hay que decir que el crecimiento económico es necesario pero no suficiente. Y puede ser el crecimiento económico un factor de subdesarrollo en la medida en que acentúa las desigualdades, lo que Andre Gunder Frank llamaba el desarrollo del subdesarrollo, que es cuando se da crecimiento para un sector y el resto sigue en la indigencia. Eso no permite el desarrollo sino que acentúa el subdesarrollo que se caracteriza por la bonanza de una minoría y la miseria de las grandes mayorías. El crecimiento debe ir acompañado de la justicia social, la distribución equitativa y las posibilidades para que todos puedan participar con su trabajo en la construcción de una sociedad más libre, justa y digna.
¿Por qué reaccionan los indignados en España y aquí no vemos ese tipo de reacción? Esta es una crisis que está golpeando a España después de una burbuja de la construcción, en la que España parecía el país con más empuje de toda la Unión Europea. Después vino la explosión de la burbuja y eso por primera vez está afectando a una generación de españoles. Aquí más bien las generaciones afectadas vienen desde antes de la revolución del 79. Allá es un hecho primario, aquí la juventud no ha padecido en forma tan dramática esa crisis, tampoco vivió la revolución del 79 ni las etapas del somocismo. Entonces yo veo en esto un problema generacional. La generación actual española lo que percibe es una bonanza desde los años ochenta y por primera vez una crisis, que no ha sido el caso de Nicaragua.
En su artículo “El tiempo circular” usted dice que “deberíamos esforzarnos en concertar un proyecto de nación en que todos se sientan y estén realmente representados, en el que prevalezcan las políticas sociales y el respeto a la dignidad y la libertad de la persona”, pero lo que “debería” generalmente no es. Y en este caso es evidente. ¿Qué nos hace falta?
Lo que ha pasado aquí es el problema que planteamos con los foros de la Nicaragua posible... La idea de los foros de la Nicaragua posible (impulsados por Serrano Caldera como rector de la UNAN-Managua en 1990) era propiciar un verdadero diálogo que condujera a sentar las bases de un proyecto de país. Esa idea fue planteada al Gobierno y al expresidente Ortega, se realizaron cuatro foros. La idea básica era encontrar en medio de todas las diferencias los puntos comunes que sirvieran como base al proyecto de nación, que no ha sido posible.
A eso voy, hay un proverbio que dice “un ciego no puede guiar a otro ciego”. Si las élites nacen en estas situaciones que usted ha descrito, tampoco pueden encontrar el camino.
Es fundamental el énfasis en la sociedad civil y la ciudadanía. Hay una obligación de fortalecer la sociedad civil y la ciudadanía no para sustituir a los partidos políticos sino para restablecer lo que debe ser el nexo entre sociedad, partidos y Estado. Los partidos políticos son expresión organizada de esa sociedad y por lo tanto deben reflejar las ideas, objetivos que esa sociedad tiene. Lo que pasa es que aquí todo se fragmenta y vemos cómo los partidos asumen una identidad frente a la sociedad civil.
Aquí es fundamental que haya una cultura política generalizada de la sociedad civil en la ciudadanía, porque de ahí es donde sale el liderazgo político, salen los gobernantes... y si la cultura política de la ciudadanía no asume como propios los principios de la democracia, la institucionalidad y el Estado de Derecho que hablábamos antes, seguiremos dando vuelta. Esa cultura, orientada claro hacia un desarrollo económico y ese desarrollo orientado por principios de justicia social.
Bien lo dice usted, esa cultura la debe asumir el ciudadano. ¿El nicaragüense es ciudadano?
El nicaragüense es ciudadano pero es una ciudadanía no plena todavía, sobre todo, colectivamente hablando. En síntesis, no se trata que la sociedad civil va a sustituir a los partidos políticos sino de que hay una plataforma de la cual saldrán los dirigentes de los partidos y del Estado alimentados por un pensamiento y una acción común que es la ciudadanía, que es la base de la acción política. Si no hay un proceso educativo hacia la ciudadanía y a la sociedad es muy difícil que cambie en la cúpula.

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