- Gobierno de facto
Buscando un sinónimo de fraude en el diccionario, me encontré 47 palabras que tienen un significado similar. Casi todos los grados o variantes se pueden aplicar a lo acontecido con las pasadas elecciones: se puede clasificar como un pucherazo, treta, amaño, apaño, adulteración, falsificación, manipulación, estafa, defraudación, hurto, dolo, pillaje, rapiña, robo, saqueo, latrocinio, escarnio, entre otras bellezas. Es decir, todo lo contrario de lo que evoca la palabra legitimidad, que alude a algo auténtico, justo, equitativo, razonable y apegado a la ley. El poder retenido por Daniel Ortega, por medio del golpe a la Constitución y el pillaje de los votos, lo convierte en un usurpador, puesto que no tiene ni legitimidad jurídica (referida a la obediencia a la ley) ni legitimidad política (su origen es fraudulento). El hecho de que haya recurrido al más descarado y chapucero de los fraudes es su reconocimiento implícito de que sabía desde siempre que no tenía el cacareado respaldo que decían las encuestas y ciertamente, no el consenso indispensable de la mayoría de la población para hacer pasar su ilegal candidatura por la prueba de unas votaciones libres y limpias. El resultado es un gobierno de facto, que incapaz de competir en buena lid, se impone por la dominación, el abuso, la arbitrariedad y actos de fuerza. Si algo tiene de bueno el recién pasado proceso electoral es que ha dejado a Ortega completamente desnudo, a los ojos incluso de aquellos que de buena fe le dieron su voto.
- Cúpulas agotadas
El cierre del proceso electoral por el infame CSE más que ponerle punto final al asunto, abre un nuevo período en el panorama político en Nicaragua. La crisis de legitimidad también se ha llevado en el saco a unas cúpulas políticas agotadas y corruptas. Es una oportunidad para la ciudadanía de limpiar el lastre de una seudo-oposición pactista, burócrata y cobarde, construida igualmente sobre relaciones clientelares con Ortega. En el conflicto latente entre el Estado orteguista y la sociedad, va a haber un necesario decantamiento entre quienes apuestan por un futuro democrático y entre quienes se acomodan, colaboran y someten. La fuerza política que emerja –libre de farsantes- junto con una ciudadanía activa e involucrada, es la que puede empujar un nuevo proceso de transición a la democracia y reclamar por el presente y el futuro del país sobre la demanda cívica de derechos. La crisis es una oportunidad para desterrar la práctica de la “negociación” a espaldas a la ciudadanía, los negocios de cúpula y a todos aquellos señalados como corresponsables de la nueva dictadura. Nicaragua necesita, desea, reclama una oposición verdadera, beligerante, coherente y conectada a los ciudadanos, no remedos. Es tiempo de limpiar la casa.
- Cosepeando
Entre quienes han quedado también con su legitimidad y credibilidad en quiebra, se cuenta el sector “académico” de rectores genuflexionantes del Consejo Nacional de Universidades (CNU). Poquito más y su notorio presidente al avalar el fraude, le gritó al país igual que aquel general fascista a Unamuno, “muera la inteligencia”. Y es que con rectores como estos las universidades pasaron de ser organismos autónomos y fábricas de profesionales, a ser meros reproductores de la pedagogía de la corrupción y canteras de las fuerzas de choque del régimen. No lejos de ahí, otro sector que había intentado mantener las apariencias como actor responsable y preocupado por la institucionalidad, abandonó toda pretensión y se ha apresurado a solicitarle a Ortega “el cuarto de al lado” en la nueva Asamblea Nacional con mayoría de diputados usurpadores. Al parecer, la cúpula del Consejo Superior(¿?) de la Empresa Privada (COSEP) aspira a tener diputados de facto para “institucionalizar” su relación privilegiada y el intercambio de favores con el orteguismo y también, de hecho, ocupar los escaños de la Alianza PLI. Lo que a todas luces parece que tienen en común con el régimen, aparte de negocios y ventajas, es que no les gusta la competencia, ni respetar las leyes. “Yo cosepeo, tú cosepeas” es la consigna.
- Conspiraciones
Por si hiciera falta, la crisis de legitimidad del orteguismo ha sido oficialmente reconocida con el arresto y la “confesión” pública del otrora estruendoso adversario de Ortega, excandidato a diputado de ALN y excoronel, Víctor Boitano. Recurriendo a las típicas truculencias aprendidas de la seguridad cubana y a un discurso de la Guerra Fría, el régimen ha intentado negar el hecho del fraude como una “conspiración para desestabilizar el país”. En la consabida maniobra de acusar a las palomas de disparar a las escopetas, utilizaron a un prisionero, completamente quebrantado moral y sicológicamente, para intentar opacar los resultados de la observación nacional e internacional, así como la experiencia directa de los votantes. Basta ver a Boitano para darse cuenta lo que el pobre hombre y su familia tiene que haber pasado, provocando una reacción de conmiseración para él, pero ni un gramo de credibilidad para el régimen. Y es que por más que el oficialismo se empeñe en doblar la hoja, incrementando la repartidera clientelista para acallar las voces, tenga monopolio del poder y de los medios y llene sus programas de TV con “buenas noticias” fabricadas en la oficina de la Gran Hermana, no es posible tapar el sol con semejante dedo. Todo mundo está claro que aquí el único responsable de la desestabilización que teme, es el propio Ortega. La verdadera conspiración es la que él y sus sirvientes han realizado contra la Constitución y la voluntad popular en un ejemplo del más vulgar y anacrónico golpismo.
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