La
victoria de la revolución popular sandinista el 19 de julio de 1979 tuvo una
proyección internacional, porque significaba el fin del sistema del poder político dictatorial de la familia Somoza en
Nicaragua; además proyectaba un nuevo
sistema social. Sin embargo, la revolución con el andar del tiempo, es decir,
después de la derrota electoral de 1990, se entierra la furia revolucionaria.
Es
necesario destacar en este año electoral, del 2011, cómo algunos de los actuales dirigentes del gobierno llamado “sandinistas”,
como Daniel Ortega, que se proyectó dentro de la tendencia tercerista del
Frente Sandinista en los años de 1978 y 79 y que ahora reniega de él.
En el mismo sentido, los personajes que se postularon al parlamento y
al Estado en las elecciones este seis de noviembre, aunque algunos de ellos
fueron los iniciadores de la primera y segunda generación de la
formación del Frente Sandinista, por los años de la década del 60 del siglo pasado, hoy han dado muestras de su
debilidad y traición al
sandinismo. La victoria de la
revolución del 19 de julio de 1979 en vez de continuarla, han dado marcha atrás
al postular a la reelección al actual presidente de la República de forma
ilegal; esa moral es antisandinista. Hasta aquí este recordatorio. Lo demás depende
del que interprete este párrafo y lo profundice.
Recuerdo un episodio
de los años 60 del siglo pasado donde
el sistema somocista fue atacado con violencia en la ciudad y el campo, éramos entonces, como decía Carlos Fonseca, un pequeño grupo pero
con una calidad moral de grandes perspectivas.
Traigo a cuento esto por la personalidad
de Daniel Ortega, por ser presidente de
la República hoy y continuador de la obra del reeleccionismo, principio en el
cual el Frente Sandinista estaba en contra. En esos años, recuerdo, Carlos Fonseca lo había descalificado por
circunstancias importantes a mitad de los años de 1960 como dirigente y miembro del Frente Sandinista; aunque él fue
uno de los que sobrevivieron con el
tiempo no supo encarnar el espíritu de Fonseca y menos de Sandino. Desde luego existieron líderes tan importantes, como Silvio Mayorga, Julio
Buitrago, Casimiro Sotelo, Rigoberto
Cruz (Pablo Ubeda) el campesino Jacinto Hernández y otros. Todos ellos fueron fundadores del Frente
Sandinista.
El
Frente Sandinista que obtuvo la
victoria el 19 de julio de 1999 del
siglo pasado, encarnaba la nueva sociedad al establecer el fin de la dictadura
somocista y la creación de la República, la democracia y el Estado de Derecho. Es cierto, nosotros creímos
que íbamos a construir como sandinista la nueva historia, al derrotar a la dictadura, pero no lo pudimos
realizar a nuestro antojo, libre, sino
que existían ciertas circunstancias que lo impedían: la herencia somocista; aunque
el Frente dictaminó en su programa romper
con el pasado dictatorial, esas exigencias
en la cual pretendíamos borrar el pasado, existían; independientemente
de nuestra voluntad, caímos en el pasado. Es cierto lo que se trataba en
nuestro programa sandinista de 1978
consistía no solamente de interpretarlo sino de transformarlo esto es y será lo más difícil. Los sandinistas generadores del nuevo orden les fue imposible el cambio social y de
hombres a la vez.
Traigo a cuento esta interpretación porque Nicaragua está sufriendo un proceso, no de
reacomodo, sino de vuelta al pasado en donde se dan ciertas características de
identificación con él y además lo que aparenta lo nuevo no es más que el retroceso, la experiencia más reciente es la
que se dio el seis de noviembre de esta año
en el proceso electoral.
Este proceso electoral ya ha sido
enjuiciado por los observadores de la UE y la OEA, sin dejar de subestimar a
los observadores nacionales como EyT e IPADE.
No trato en este artículo de manifestar lo que otros partidos políticos han
manifestado sobre el fraude de estas elecciones, las alianzas la desaprueban y tratan
de convocar a nuevas elecciones. Sin mucho argumento, estoy de acuerdo con esa
interpretaciones, no obstante, lo que yo
trato de valorar es el fin de la Constitución, las Instituciones y la
implementación de reglas no legales para promulgar un sistema fuera de la legalidad existente,
aunque hoy es ilegal. Ellos defienden sus propios intereses económicos, mal
habidos desde el Estado. Eso es el proceso electoral del seis de noviembre de
este año. Por eso se le llama fraude pues disfrutan de la propiedad, la familia
y el orden que ellos mismo han establecido para salvar su reinado y renuncian a
la historia que realmente en un tiempo
protagonizaban la renuncia a la riqueza mal habida y hoy se hacen cargo de ella
para proteger el espíritu de su riqueza.
Por eso, el
proceso electoral y el Consejo Electoral se mostraron tan impotentes que se
convirtieron en aventureros en un país donde la población, desde julio de 1979 confiaban en la revolución. Hoy no
es la esperanza. Los votantes
defraudados se les canceló todas
sus condiciones de asumir no solo de cambiar el sistema político
sino participar en el proceso económico
de producción y contribuir en la discusión de la carga de los contribuyentes, a
como lo ha expuesto atinadamente el economista y sociólogo Adolfo Acevedo, Sin
embargo, hoy no da para eso. Se terminó. A pesar de las consecuencias de un cambio.Estas elecciones se celebraron para cubrir la ilegalidad del actual presidente de la República, Daniel Ortega, elevar el número de su sus diputados a 62, obteniendo una mayoría absoluta sin ánimo que lo corrijan, pues las elecciones del 2006 dejaron alguna vacantes que hoy fueron llenadas. Esa es la ”democracia” que nos dejó el seis de noviembre de este año. Hay que cambiarla, por supuesto. Así como se cambió a Somoza en su 42 años de dictadura; el resto le corresponde a las fuerza votantes y políticas y económicas, de cualquier signo.
Por último, los votantes defraudados fue
un golpe contra el presidente; no a
favor de él, así hay que entenderlo, por
lo tanto hay que prepararse para cumplir con el programa de unidad nacional,
pues el cambio pude ser en sentido contrario de los concursantes oficiales y de
acuerdo a las manifestaciones en contra
de la ilegalidad.
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