El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Y ahora… la santa alianza


Onofre Guevara López

Si la prohibición constitucional no le significó nada respetable a Daniel Ortega, como para que pudiera limitar en lo mínimo su ambición política continuista, no hay porqué suponer que con la nada ociosa presencia del cardenal Miguel Obando en sus negociaciones con representantes del capital privado, quisiera respetar el precepto constitucional de que el Estado nicaragüense no tiene religión oficial. Debe darse por descontado, entonces, que si Ortega ha hecho colapsar el orden constitucional para imponer su absolutismo político, no iba a dejar de imponer sus intereses “espirituales”.

Y ahí estuvo, en pleno, reproduciendo la imagen de un jefe de gobierno –con su confesor personal en medio, como si se estuviera tratando asuntos de iglesia y no de Estado—, haciéndole honor en el Siglo XXI al espíritu clerical de los gobernantes de la Nicaragua pre capitalista del Siglo XIX.  El escenario “neo medieval” estaba completo, con Carlos Pellas, el poder económico de siempre tras el trono, avalando con su presencia la labor ejecutiva de José Adán Aguerri, como líder de la empresa privada.

No se crea, sin embargo, que en su agenda hubo contradicciones graves que resolver. Nada de eso, pues resuelta ya, la para ellos, ligera inconveniencia de una reelección prohibida por la Constitución –y habiendo sólo contradicciones leves en el orden económico—,  sobre la mesa amable y bien enflorada de su reunión estuvo el interés común de continuar, eso sí, con “prudencia”, con las políticas neo liberales que tan buenos dividendos les ha dado: un crecimiento del 4.5%,  gran exportación, altos precios de las materias primas (los cuales siempre ha sido una “altura” temporal, de acuerdo a los  vaivenes de un mercado que ellos nunca han manejado ni van a manejar).

Para que tan fructífero panorama económico no pierda su balance en pro de las medidas “populistas”, el jefe del gobierno –de actividades capitalistas privadas también, ¡y con buen suceso!—, con su confesor al lado, y con don Carlos Pellas, gran jefe de todos en esos menesteres de altos pesos y centavos, más el ejecutivo empresarial José Adán Aguerri y otros, todos en plena armonía, señalaron los temas para sus futuras “soluciones”:

a)  La reforma tributaria (¿será para pagar los impuestos que nunca han pagado, o para maquillar el pago de las gabelas con unos cuantos centavos más?); b) la reforma a la Ley de Seguridad Social (lo ya conocido, es que pretenden alargar de 60 a 65 años para jubilarse, no alterar la cuota patronal y subir la de los trabajadores); c) negociación sobre el salario mínimo (el cual sólo de lejos mira por dónde anda la canasta básica, al margen de los trabajadores, pues los líderes de los sindicatos oficialistas sólo están autorizados a hacer propuestas, las cuales luego desechan para aceptar agradecidos lo que el gobierno quiera imponer, de acuerdo con los patronos); y d) la tarifa de la energía eléctrica para 2012 (negocio exclusivamente suyo, de Ortega y de unos pocos privados), la que sin falta terminarán pagando otros).

Ya seguiremos viendo a la maquinaria del clan Ortega-Murillo, cumpliendo su función caritativa con el disfraz “cristiano, socialista y solidario”, repartiendo en “proyectos sociales” las migajas que sobran del gran banquete privado-estatal. También seguirán administrando el Estado como su empresa privada, consolidando su poder, recetándose la elaboración de leyes y reformas constitucionales; es decir, reconstruyendo el deshecho orden constitucional, pero adaptado a sus intereses políticos y económicos. Sobre todo, recrearán la estructura legal –¡que nunca será legítima!— de todo lo que durante cinco años el clan ha venido violando, ignorando y reformando con sus decretos ilegales.

Mientras el clan Ortega-Murillo estará empeñado en la tarea de enterrar el orden anterior, con facultades ilegalmente adquiridas a través del fraude electoral, seguramente  el Cosep no dejará de recomendarle lo que ya le recomendó: “prudencia” (¿?). Para hacer efectiva la recomendación, por aquello de que “el ojo del amo engorda al ganado”, el Cosep tendrá su propia oficina en la Asamblea Nacional.

Pero con el apoyo que sus aliados y socios obtenga –incluso por omisión, cuando les convenga hacerse los suecos— no le abonarán ninguna legitimidad a su nuevo engendro. La supuesta nueva institucionalidad que el clan Ortega-Murillo se construya, nunca podrá ser legítima por lo espurio del origen del gobierno  que la impulsará, haciendo funcionar mecánicamente sus 62 votos.

Tendremos, por lo menos en los próximos cinco años, un gobierno de facto, con una mascarada de legalidad hecha a medida y capricho del clan Ortega-Murillo, aunque con la “prudencia” que los capitalistas le  recomiendan y que no pasa de ser una simple insinuación de que vaya lento para llegar lejos con sus políticas neoliberales. ¿Cuál es el objetivo de esa “prudencia”? Que no altere el ritmo de “crecimiento” bajo la supervisión y el control y el padrinazgo del Fondo Monetario Internacional, para que el gobierno norteamericano le dé el “waiver”, y se garantice el “apoyo” del Banco Mundial  Interamericano de Desarrollo.

Nada nuevo, pero una reelección demanda una estructuración de su alianza. Ellos lo dijeron después de la reunión bajo la bendición del cardenal Obando. Es sus palabras se traslucen sus deseos. El pueblo seguirá sin palabras y con deseos insatisfechos. Y  mientras tanto gobierno y patronos recetan “salarios mínimos” y migajas, a ellos nadie les controla sus ganancias. Una sociedad feliz, “cristiana, socialista y solidaria” en toda su santa y mentirosa dimensión.

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