“En
los conflictos de las naciones, nunca tantos le han debido tanto a tan
pocos,” dijo Sir Winston Churchill
refiriéndose a la heroicidad de los pilotos de la RAF, al finalizar la segunda
guerra mundial.
Parodiando
a Sir Winston Churchill, en el desempeño de los gobiernos de Nicaragua, nunca
tantos nicaragüenses le han debido tanto a un gobierno, como a este del
Presidente Ortega.
Gracias
al Presidente Ortega, el pueblo come pollo barato, frijoles baratos, huevos
baratos, leche barata. Los artículos de primera necesidad nunca habían sido tan
baratos como ahora que el Presidente Ortega está al timón de la nave del
Estado. El pueblo nicaragüense vive los mejores años de las vacas gordas y el
dinero les sobra para gastarlo en alcohol y parranda.
Parece
que el Presidente Ortega tiene a su José que le interpreta sus sueños y le
ayuda a gobernar con abundancia.
¿Entonces,
por qué nos quejamos tanto los nicaragüenses si Nicaragua está muy cerca de lo
que fue el paraíso terrenal?
Porque
nada de eso es cierto. Todo es apariencia y culto a la personalidad.
Preguntémonos si todos los nicaragüenses comemos pollo solidario y huevos
hondureños y la respuesta tiene que ser no, porque desde Chinandega hasta
Jinotega y desde Rivas hasta Bilwi, el pollo solidario y los huevos hondureños solo
se distribuyen en comercios afectos al gobernante. El negocio se hace en
Managua, con la intención de que un vivián del círculo íntimo del señor
Presidente, haga su agosto en diciembre.
Una
consecuencia fatal de estos engaños preñados de dinero, es que van a hacer desaparecer
la industria de pollos y de huevos de Nicaragua, llevando a la quiebra a los
empresarios nicaragüenses y lanzando al desempleo a miles de cabezas de familia
que se ganan el pan de cada día trabajando honestamente en esas industrias de empresarios
nicaragüenses.
Al
paso que van las cosas y con tanto adulador alrededor de la pareja
presidencial, vamos a terminar siendo gobernados por soberanos de la edad media, a quienes le
agradeceremos el simple hecho de amanecer vivos, de comer mal y de ser
esclavos.
Creíamos
que lo habíamos visto todo con la dinastía Somoza, pero nos faltaba conocer la
dinastía Ortega-Murillo con los hijos enriqueciéndose con el dinero que no les pertenece
y esperando al elegido para seguir oprimiéndonos con el peso de sus poderes.
Cuando
veo por la televisión a toda esa gente alquilada diciendo que todo lo tenemos
barato gracias a la generosidad del Presidente Ortega y que tienen casas
gracias al Presidente Ortega, me pregunto qué dirán los que comen mal una vez
al día y viven en chozas de plástico negro, sin piso y sin techo; esos que
viven con dos dólares al día, sin educación y sin medicinas; esos que se mueren
en silencio porque las cámaras de los canales de la familia presidencial no
llegan a cubrir sus miserias. No pueden decir nada porque el paraíso orteguista
no les ha llevado energía eléctrica y no les han enseñado a leer.
Un
día de estos amanecemos alabando a Don Daniel y a Dña. Rosario, porque gracias
a ellos, compramos barato el aire que respiramos.
Jorge
J Cuadra V
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