DINASTÍAS
(Tercera y
última parte)
Luis Rocha
Las similitudes saltan a la
vista. Nicaragua y Corea del Norte tienen en común ser solidarias, cristianas y
socialistas. El secretismo es norma de conducta política en ambas monarquías.
Pareciéramos ser un solo país teniendo como abuelo al Gran Líder Kim Il Sung,
como padre al Querido Líder Kim Jong Il y ahora como nieto al Adorado Líder Kim
Jung-Un, recién ungido, de edad guardada como secreto de ALBANISA, y acabadito
de promover a cargos públicos y militares, incluyendo el de repentino General a
sus más o menos 27 años, con la obediente venia de todo el ejército, en un país
“rodeado de secretismo, y cuyas aspiraciones de ser potencia nuclear han
preocupado al mundo desde hace años” escribió Jeremy Laurence, quien además nos
informa: “Luego de meses de especulaciones, el inexperto Jung-Un fue ungido
segundo de su padre en la poderosa comisión militar central del gobernante Partido
de los Trabajadores. El joven Kim, cuya existencia no había sido reconocida en
Corea del Norte, también fue nombrado general de uno de los mayores ejércitos
del mundo. También fue nombrado miembro del Comité Central en la mayor reunión
política celebrada en el empobrecido Estado en 30 años. También fueron
ascendidos la hermana de Kim Jong Il y su marido, creando un poderoso
triunvirato preparado para hacerse cargo de la dinastía familiar que ha
gobernado Corea del Norte desde su fundación después de la Segunda Guerra
Mundial.”
En esta secuencia de tres
artículos y para mayor verisimilitud de las similitudes entre ambas dinastías,
recordemos que habíamos dejado a nuestros monarcas tranquilamente apoltronados
en su lecho de plumas rosadas. Mientras la reina bebía incansablemente aguas
perrier, parecía coneja pariendo decretos y haciéndolos firmar. Por su parte el
rey, haciendo de Jesús gracias a la benevolencia del Cardenal Obando, les
sacaba o les inoculaba demonios –según su conveniencia política- a aquellas
piaras de cerdos que, como ya dijimos, medraban o hacían que protestaban a su
alrededor. No creemos que la reina alguna vez pretendiera ser nuestra Xuche
Malinche, pero era evidente que se reafirmaba como nuestra infalible “Juche
Monárquica”, de hecho administrando Nicaragua con sobredosis de un brebaje
preparado en base de pseudocristiandad y Juche, para así forjar la ideología
nacional que ya profesaban los Consejos del Poder Ciudadano. Había desechado el
confucianismo coreano, para imponer a su antojo el confusionismo murillano,
indescifrable por siniestro.
La reina tomaba nota de todo lo
que ocurría en Corea del Norte, para que el nuevo ascenso de su marido a la
Presidencia de la República –aunque sin armas nucleares y un ejército que podía
ser un pelotón del coreano- fuera tan apoteósico como indudablemente sería el
de Kim Jung-Un. Al fin y al cabo dinastías son iguales a monarquías, casas
reales y socialismos cristianos y solidarios como los de Corea del Norte y
Nicaragua. Como por la víspera se conoce el día, se deleitaba leyendo: “Un
gigantesco desfile militar en Corea del Norte, el más imponente en los últimos
años, permitió el domingo 10 de octubre de 2010, presentar al pueblo y al
mundo, a través de imágenes televisadas, al posible dirigente del país, Kim
Jung-Un, quien apareció junto a su padre Kim Jong-Il (a su vez hijo de Kim Il
Sung, el Gran Líder), y aplaudía o saludaba a los miles de soldados que
desfilaron, seguidos de tanques, portamisiles y otras armas pesadas.” Mientras
tanto, dice Macintyre, “se han hecho unas diez millones de fotografías del
Joven General para colgarlas al lado de las del Gran Líder y del Querido Líder
en todos los lugares públicos. Se han escrito poemas en su honor, además de un
himno oficial con el portentoso título Pasos. Cuando llegue el momento, se
distribuirán 24 millones de chapas para la solapa con la fotografía de Kim
Jung-Un, para que todos los habitantes del país puedan demostrar su devoción
obligatoria.”
En su lecho de plumas rosadas
nuestros monarcas soñaban. Con seis millones de broches, uno para cada
habitante del país incluyendo recién nacidos, sería suficiente como muestra de
incondicionalidad política a la hora del
ascenso presidencial en el 2012. Desde ahora se podrían sustituir los
innumerables rótulos viejos del monarca, por nuevos con la imagen del ya casi
reelecto presidente, por lo que adelantarse a los acontecimientos poniendo su
imagen con la banda presidencial rosada, tan solo sería una muestra de realismo
socialista. Ningún pecado hay en ser pragmática pensaba la reina, mientras
decidía que los broches debían, de momento, llevar el rostro del monarca en un
primer plano y el de ella detrás, sobresaliendo por encima maternal y
proteccionista. Un mensaje subliminal que a la vez que significaba que detrás
de Pedro II, de momento, puede estar Catalina la Grande, definía claramente la
línea de sucesión dinástica. Ella sería la encargada de imponerle la banda
presidencial chicha, para reafirmar esta decisión política y su significado.
Las piaras estaban absortas
participando de aquel sueño, y calculando puestos y prebendas. El Caudillo de
la piara de “El Chile” se reía sardónicamente de su propia farsa opositora. La
pesadilla estaba en lo fino y se anunciaban visitas recíprocas entre Kim
Jung-Un y nuestros monarcas. La xenofobia de Corea del Norte no permitía soñar
el cruzar descendientes de la dinastía Kim con descendientes de la dinastía
Ortega-Murillo. Las dos casas reales no se pueden unir por consanguinidad, pero
sí por espiritualidad. Unión todavía más sublime. Dinastías gemelas: Una con
los ojos nucleares entrecerrados, al estilo de Daniel, y la nuestra con los
dientes pelados, al estilo Kim. Ambas dinastías se preparan para enfrentar el
futuro rezando al unísono la misma oración.
“Extremadura”, Masatepe, 28 de
octubre de 2010.
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