“Costa
Rica no tiene por qué darle ninguna explicación al Gobierno de Nicaragua,” dijo
Laura Chinchilla, Presidenta de Costa Rica con respecto a la carretera que
están construyendo en su territorio. Afirmación taxativa contra la que se
estrellan los argumentos infantiles que esgrimen los que se han encargado de
luchar una guerra perdida, porque nada es tan cierto, como el respeto a la
integridad territorial de cada país.
Carretera
significa progreso, significa desarrollo, significa riqueza, cultura, vida
útil. Si hay zonas despobladas y atrasadas, es por falta de redes de
comunicación adecuadas para hacer un uso razonable de los recursos naturales
que Dios nos regaló.
Con
todo el respeto que se merece el científico, Jaime Incer Barquero, sus
argumentos en contra de la construcción de la carretera de la discordia en
territorio tico, no son dignos de su sapiencia.
Entre
la gama de razones por las cuales Costa Rica no debe construir su carretera
paralela al rio, según nuestro famoso astrólogo, destacan las siguientes;
El
lodo producto del movimiento de tierra que se precipita a las aguas del Río San
Juan en la construcción de la carretera, va a acabar con el rio. Basta decir
que el lodo es propio del proceso de construcción y que después desaparece,
para que esa razón quede derrotada. Una vez que la carretera está terminada y
en uso, el trabajo que hay que hacer es encauzar las aguas de la tierra aledaña
a la vía de comunicación.
La
fauna marina se va a afectar y se van a terminar los camarones de rio y el
guapote. Ese resultado es poco probable, pero si lo fuera, no estamos perdiendo
ningún producto de exportación, ya que los antes mencionados habitantes del
rio, son de consumo domiciliar y parte del folklore culinario de la zona.
Van
a terminar con el rio, dicen con una candidez alarmante quienes defienden el
medio ambiente. ¿Y entonces qué pasó con el Amazonas, con el Mississippi, con
el Rin, con el Danubio y con muchos ríos que pasan por una cantidad de países
llevando progreso y sus caudales están como al principio de los tiempos?
Doña
Laura Chinchilla sale triunfante ante los argumentos del maestro Ïncer, porque
el derecho de cada país de hacer lo que más le conviene a su pueblo, es más
auténtico que la tragedia de no comer camarones de rio y guapotes entomatados.
Si
hubiera existido un gobierno progresista en Nicaragua, al que se le hubiera
ocurrido construir una carretera en la margen izquierda del rio, se hubiera
colonizado esa tierra virgen e improductiva, pero las neuronas de nuestros
políticos no dan para tanto y los que habitan en sus riberas se tienen que conformar
con vivir en el olvido, viendo el fluir del majestuoso San Juan desde sus
insalubres riberas, las que no han cambiado desde cuando las naves de la marina
de guerra inglesa quisieron adueñarse de Granada, ni desde cuando Mr. Ephrain G
Squire visitó Nicaragua en calidad de embajador itinerante de Estados Unidos,
ni tampoco desde cuando la guerra contra William Walker, porque se quería
apoderar de la nación entera.
Los
ribereños merecen un mejor nivel de vida y si Nicaragua no ha sido capaz de dárselo,
dejemos que Costa Rica lo haga con una carretera de 120 kilómetros de longitud,
que a la larga también los nicaragüenses
nos vamos a beneficiar.
No
se preocupen por el rio, porque seguirá corriendo hacia el mar Caribe, ni por
los camarones y los guapotes porque seguirán deleitando el paladar de los
propios y los ajenos. La civilización demanda la alteración de ciertos
sistemas, pero la vida sigue y se mejora y se logra el bienestar de los
ciudadanos.
Jorge
J Cuadra V
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