DINASTÍAS
(Primera de tres
partes)
Luis Rocha
Está comprobado que existen dos
socialismos monárquicos en el mundo: La República Popular Socialista de Corea
(Corea del Norte), y la mal llamada República de Nicaragua o sea el Reino Socialista
de Nicaragua. Ambas, en teoría, son repúblicas, pero en la práctica virulentas
dictaduras “e inmunes a cualquier antídoto por su combinación única de
autocracia estalinista, historia feudal, misterio deliberado y falso simbolismo
religioso”, dice Ben Macintyre, quien al estar hablando de la dinastía Kim
pareciera estar hablando a la vez de la dinastía Ortega-Murillo: “Muchos
dictadores comunistas trataron de traspasar el poder a sus hijos, pero solo los
Kim han conseguido retenerlo durante dos, y ahora, al parecer, tres
generaciones. La malévola brillantez de los dictadores de Corea del Norte ha
consistido en fusionar religión y política en una poción poderosa como ninguna,
opio del pueblo y estimulante a la vez. No se han limitado a remodelar la religión
y aprovecharse de ella; ellos son la religión.”
Cuando los Ortega en Nicaragua
aparentaron unirse a la lucha histórica del pueblo contra Somoza, el cual
derrocó unido en 1979 al segundo Anastasio de la “Estirpe Sangrienta”, jamás
pensamos que lo que estaban haciendo era aprovechándose de la lucha popular
contra la tiranía, para sustituir aquella dinastía por la de ellos. “Cuando Kim
Il Sung (el Gran Líder) –escribe
Macintyre- ungió a su hijo Kim Jong Il (el Querido
Líder) como su sucesor, el periódico oficial de la dictadura de Corea del
Norte dejó claro que ese acto no había sido un mero traspaso de poderes, sino
una auténtica epifanía religiosa. , exhortaba el diario, identificando a los Kim con
reencarnaciones del Padre, y del Hijo en la Santísima Trinidad. Tres décadas
después está en marcha una coronación seudoreligiosa similar, en la que Kim
Jong Un, el hijo menor del Querido Líder,
surge como heredero claro de una de las tiranías más despreciables del mundo.”
Hacia ese modelo nos encamina, ayudado por una oposición entre sectaria,
obsoleta, de líderes decrépitos, oportunista y pusilánime, el Gran Líder de
Nicaragua.
La dinastía Ortega-Murillo o
Murillo-Ortega (el orden de los factores no altera el producto), tiene recursos
interminables para consolidarse a perpetuidad, pues los monarcas cuentan con
“un ejército de ocho retoños”, como se dijo en la revista Magazine del diario “La Prensa” el 11 de julio de éste año:
“Anastasio Somoza García introdujo rápidamente a sus hijos en los cargos claves
del Estado porque desde el principio estaba pensando en la perennidad de su
mandato. Al igual que el empresario o el terrateniente va adiestrando a sus vástagos
en la administración de su patrimonio, así lo hizo Somoza con la Nicaragua que
consideraba algo parecido a su hacienda. Tanto es así que al momento de su
muerte uno de ellos es presidente del Congreso Nacional y el otro jefe de la
Guardia Nacional…no son pocos los nicaragüenses que ven una sucesión en
ciernes, a tal punto que han comenzado a llamar al hijo mayor
del matrimonio Ortega-Murillo, tal como se le llamó al primogénito de Anastasio
Somoza Debayle”.
Las Casas Reales hasta parecen irreales.
Escribe Macintyre: “El pueblo llano norcoreano desconoce casi por completo cómo
vive la dinastía gobernante. Los pocos datos que se filtran al mundo exterior
hacen pensar en una falta de moderación de grado tal, que los déspotas del
pasado habrían envidiado: ni siquiera Nerón envió a su cocinero personal a
comprar caviar a Irán, beicon a Dinamarca o atún rojo a Japón.” Aquí, gracias a
los medios de comunicación sabemos que los monarcas beben e importan aguas de
manantiales franceses, y que dos de sus retoños estudian en la vecina Costa
Rica, usufructuando millonarios carros y viviendo en mansiones propiedad del
Presidente del Consejo Supremo Electoral –el mismo que le regalará su
reelección al monarca- y viajan hasta lo insólito por avión entre Managua y San
José y viceversa para pasar los fines de semana cobijados por la cálida y
suntuosa eternidad de sus progenitores.
“Extremadura”, Masatepe, jueves
14 de octubre de 2010.
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