El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 13 de diciembre de 2011

Romper esquemas o ser esquemático, esa es la cuestión


Onofre Guevara López
En sentido figurado no se objeta que en muchos aspectos de la vida “el hábito” no haga al “monje”, pero en otros casos, el hábito de vivir y actuar conforme esquemas, crea un modo de pensar esquemático. De más está decir que tal cosa sucede sin que se perciba con exactitud y a veces no se perciba nunca.
El esquema de dominación política que hemos conocido en nuestro país –entre seudo democráticos y dictatoriales—, ha formado fanáticos gobiernistas y ardientes opositores, y viceversa. Al margen quedan los que, en cuestiones políticas, son defensores consecuentes o críticos analíticos, a pesar de que los gobiernos se han encargado de  consolidar los esquemas por su interés de perdurar en el poder.
Así sucede con el gobierno actual. De ello se encargan los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero en la Constitución del 1987, cometimos el error de elevar a categoría de “cuarto poder” al Consejo Electoral, y lo que se logró es que, a más poderes del  Estado, hubiera más  aberraciones contra las leyes.
Con este esquema político administrativo imponen limitaciones y trampas, y achacan culpas por todo al “enemigo”, cuando creen amenazada su dominación. La oposición también reacciona con formas esquemáticas: con violencia cuando así se le trata o con pasividad, cuando confía en que el valor de las leyes emana por sí solo de los preceptos.
Es cosa sabida, si hay acción hay reacción. Pero no toda reacción refleja justamente las necesidades de la lucha.  Si no se acopla a las imposiciones oficiales, debe adaptar los medios de lucha a la realidad, sin ánimo de convivir con ella, sino con la decisión de cambiarla. Pero para hacerlo, antes debe cambiarse los esquemas de lucha, partiendo de un hecho cierto: que no existe una sola forma de hacerla.
En Nicaragua el órgano legislativo funciona bajo el esquema del zancudismo, sea por los pactos –con los cuales al poder le tocan las ventajas y a la oposición las migajas—, o sea comerciando los votos. Pero la presencia de los diputados de oposición no tiene porqué ser fatalmente como zancudos, pues el oportunismo no está en la estructura de la institución, sino en los políticos que llegan a practicar el zancudismo.
Creer lo contrario, es seguir con el esquema mental respecto al funcionamiento de la Asamblea y la función del diputado. Todo se cambia. En la primera Asamblea Nacional, se rechazó la tradición del Diputado, y en la Constitución se cambió por el Representante.  Al cambiar el gobierno, se volvió a lo tradicional con el adjetivo Diputado, lo cual, en sí, no es malo. Lo pésimo, es que volvieran los vicios del zancudismo al poder legislativo y con ello las leyes según las conveniencias del presidente.
Ese peligro, está latente.  Aunque el orteguismo contará con la mayoría de diputados, y Ortega pueda con ellos hacer la reforma parcial o total de la Constitución, tendrá que contar con votos opositores para legitimarse, sólo formalmente. Si éstos se los entregaran, entonces sí, no valdría de nada su presencia en la Asamblea, y mejor que no asuman.
Los diputados de la Alianza-PLI acordaron acceder a sus curules, y tienen el deber moral de no solo ostentar su legitimidad, sino también de cambiar el esquema del diputado-zancudo. Es una oportunidad histórica para modificar el comportamiento de los diputados. Pero no bastará la decisión de romper el esquematismo parlamentario corrupto, si no lo ligan con la denuncia y la lucha contra el autoritarismo, y sin que esta sea la única forma de hacer oposición.
Para que la lucha en las calles tenga de su parte alguna aportación, esos diputados deberán establecer permanente contacto con el pueblo en lo que compete a su actividad: explicar el contenido de los proyectos de ley en asambleas populares, y recibir de sus electores opiniones e iniciativas. Hay muchas iniciativas ya, respecto a la labor parlamentaria contra el esquema de corrupción imperante.
Si nada de eso, son capaces de poner en práctica, y tampoco hacer nada por corregir los privilegios oportunistas de los diputados, les darán la razón a quienes se oponen a que asuman. Para el rechazo de la presencia de los diputados opositores en la Asamblea se arguye lo del fraude, como la razón principal.
No se toma en cuenta lo esencial: los diputados opositores sí, salieron electos en unos comicios amañados, ilegales y nada transparentes, pero serán diputados legítimos, porque el CSE no lo ha hecho todo ilegal ni se ha robado los votos para ellos, sino para los orteguistas. Más bien, les está debiendo diputados. ¿Por qué van a rechazar sus cargos ganados legítimamente, si no son frutos del fraude? Creer lo contrario, es esquematismo radical.
Sin intención de aludir a nadie que prejuzgue como zancudos a los diputados que accederán a sus curules, recuerdo que el oportunismo se reviste de radicalismo, aprovechando las reacciones emotivas de la gente.  La política está llena de ejemplos, como este: en plena lucha contra la candidatura de Anastasio Somoza, hubo un grupo juvenil muy activo y valiente enfrentando a la guardia en las calles. Uno de sus más descollantes líderes, era un joven muy radical. Pero cuando se hizo profesional, ya Somoza gobernaba, y en su gabinete, ese mismo joven radicalísimo… ¡fue uno de sus ministros!  (Me reservo su nombre, por ahora).
Sólo quiero demostrar la inutilidad de los esquemas y del radicalismo emotivo.  El hecho de que entre los 26 diputados pueda haber quienes quieran seguir los esquemas, no es cosa del otro mundo. Quien es oportunista, es probable que lo sea hasta frente al altar. Pero también puede variar su conducta, según el grupo humano y político en el cual se desenvuelva. En este caso, la bancada de los 26 está obligada a ser digna ante sus electores y enseñar a serlo. Si podrá o no hacerlo, ya será otra historia.  

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