El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Sin novedad en el Frente: el ortegato continúa


Por José Luis Rocha

El FSLN planeó concienzudamente ganar estas elecciones por las buenas o por las malas. Las ganó por las buenas y por las malas. Con zanahoria vil y garrote rosa-chicha. Nunca sabremos cuántos votos obtuvo en justicia el FSLN y a cuántos le entró a saco, rapiñados en las juntas receptoras de votos y la cueva suprema electoral de Alí Roberto Babá Rivas y sus más de 40 ladrones. La rebatiña logró invertir los patrones de anteriores comicios: adjudicó más del 60% de los votos a Daniel Ortega, estigmatizado entre sus huestes y entre profanos como el “comandante 38%”, y dejó ese exiguo porcentaje al conjunto de opositores.

No sabemos cuántos, pero sabemos para qué

La piñata electoral que tan jugosamente benefició a la Mara 19 tiene un doble cometido. Por un lado establece el total dominio orteguista del Estado mediante una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, único bastión que ambicionaba la cúpula sandinista después privatizar y administrar como empresas propias el poder ejecutivo, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo Supremo Electoral, la Contraloría Nacional de la República, la Procuraduría de Defensa de los Derechos Humanos, el ejército y la policía nacional. Por otra parte, el súbito e inverosímil -pero para muchos incuestionable- ascenso del sex-appeal de Daniel Ortega busca poner orden en casa –acaso llena de levantiscos aspirantes a príncipes herederos-, envía un mensaje a sus correligionarios que aspiran a suceder al imbatible líder: tengo trono y reino, y sigo siendo el rey.

En casa y fuera de ella la sucesión es un tema importante. No se espera la abdicación. Y la adulación como mecanismo de supervivencia ha eliminado todo embrión de crítica y autocrítica y, con ellas, todo intento de la saludable renovación de células que requieren los organismos vivos. El cambio sólo puede venir si es exigido de la implacable parca y los quebrantos de salud. Algunos rumores al respecto circularon la víspera de las votaciones. La misteriosa e inoportuna cancelación del cierre de campaña del FSLN sembró expectativas entre quienes aspiran a una salida providencialista: Dios nos lo dio, Dios nos lo quitó. ¿Daniel Ortega estaba enfermo de gravedad?

Lo cierto es que Ortega desapareció tras bambalinas en el clímax de la opereta electoral. El aparato ideológico se apresuró a echar a rodar la especie de que Ortega había acudido a socorrer in situ a las familias damnificadas por las últimas y devastadoras lluvias, pero no hubo registro audiovisual que diera cuenta de tan encomiable misión, y esa ausencia de huellas mediáticas fue demasiado notoria en un mandatario cuyas imágenes y palabras se proyectan y atesoran en todos los medios de comunicación y páginas web que las instituciones e individuos orteguistas poseen e incrementan trimestralmente.

Los secretos coreados por voces jubilosas decían: Ortega tuvo que viajar de emergencia a Cuba por un derrame cerebral, Ortega tuvo un sangrado de nariz, Ortega está deprimido. Ninguno de los tres derrames –cerebral, sanguíneo o emocional- fue confirmado. Un par de días después Daniel Ortega emergió como el cadáver más saludable del panteón de los deseos insatisfechos y una muestra más de que el pensamiento positivo es una quimera. Sin embargo, la enfermedad de Chávez y el funesto desenlace de la saga de Gadafi son acontecimientos internacionales que sin duda hacen mella en el patriarcal otoño de Ortega. Emitir un mensaje sobre su fortaleza política era perentorio. Y ya que ese mensaje no puede embobar a los adversarios, concluyamos que va dirigido al ganado de su redil.

No sabemos cuántos, pero sabemos cómo: los efectos de la política social

Unas elecciones que la Unión Europea tildó de “carentes de neutralidad y transparencia”, no son caracterizables en términos de cuántos votos tengo aquí. No sabemos cuántos votos el FSLN ganó, alquiló, transmutó, prefabricó o atracó a urna armada. Pero sí podemos saber cómo obtuvo unos y otros: los ganados y los trampeados. Este texto es un intento de explicar en qué consisten la zanahoria y el garrote para barruntar sobre qué arenas –firmes y movedizas- se asienta el orteguismo 3.0.

Empecemos por la zanahoria. Con excesiva ligereza los analistas políticos despachan el “modelo” orteguista –llamémoslo así para darle un estatus que no siempre tiene su amalgama de improvisaciones antojadizas y espiritismo ecléctico, que lo mismo venera al Cardenal Obando que a Yiye Ávila y Sai Baba. Le colocan la etiqueta “populista” -como si de una lápida inamovible y definitiva se tratara- y presumen que con esa palabra logran invocar todos los íncubos y súcubos políticos. “Populismo” es una escarapela muy ancha, que lo mismo cubre el peronismo que la política económica keynesiana, el agrarismo en México y el New Deal en Estados Unidos, el “populismo conservador” de Ronald Reagan y el “populismo progresista” de Kennedy, los gobiernos de Lázaro Cárdenas en México y Getúlio Vargas en Brasil, la “derecha populista” de Berlusconi y la izquierda vociferante y verborréica de Chávez. Se pintan de populismo la derecha y la izquierda, las dictaduras y las dictablandas. Cuando se sirve con tanta generosidad y desparpajo, el concepto pierde utilidad explicativa y efectividad política.

Independientemente de las inclinaciones y ortodoxia del populismo orteguista –se es que hay ortodoxia en el populismo- , importa mucho tener claros tres elementos en los que basa su éxito. Primero: sean cuales sean los fines, medios y grados de su populismo, populismo no es igual a demagogia. La demagogia quiere conquistar al pueblo con discursos; el populismo lo conquista con hechos. El gobierno de Ortega ha hecho inversiones que cambian la vida cotidiana de muchos nicaragüenses. Segundo: Muchas sombras de este populismo son toleradas, olvidadas o incluso despejadas por el hecho de que en el horizonte inmediato no se vislumbran alternativas más halagüeñas. Los gobiernos que precedieron al de Ortega no se ocuparon de hacer esas inversiones. Las desestimaron como superfluas, no rentables electoralmente y, por supuesto, “populistas”. Apostaron por fortalecer la institucionalidad y otras entelequias. La institucionalidad, que el populismo orteguista atropella y su oposición dice defender, no da de comer a nadie -dicen los ciudadanos de pie-, salvo a los funcionarios de las ONG que reciben fondos ligados a esas misiones, visiones y mandatos. Tercero: Las inversiones sociales del orteguismo han sido seleccionadas con neurótica meticulosidad para acariciar nervios muy sensibles. Tienen el poder de evocar en las mentes y corazones de sus simpatizantes y correligionarios los que para muchos de ellos fueron “los dorados años ochenta.” La efectividad de la inversión social del orteguismo no se mide en conclusiones racionales –si rinden a futuro, si tienen más beneficios que costos, si son las más urgentes-, sino por las evocaciones míticas que produce.

¿Cuáles son las inversiones sociales que el gobierno de Ortega ha hecho y que la oposición que lo precedió en el poder desestimó? Una campaña de alfabetización que no tuvo los alcances cacareados por la propaganda gubernamental, pero que, por insignificantes que hayan sido sus logros, invitan a preguntarse: ¿Por qué no se le ocurrió a ninguno de los gobiernos anteriores que era importante alfabetizar? Ante sus imágenes, resultado del maquillaje publicitario, muchos comentan: Una campaña como en los ochenta, con los guerrilleros de la alfabetización. Las jornadas populares de salud son otra reedición: vacunación, abatización y brigadas internacionales de médicos que curan gratis enfermedades muy costosas de atender. ¡Como en los ochenta! Las becas para estudiar en Venezuela y Cuba han permitido que la juventud sandinista haga estudios universitarios en el extranjero. ¡Volvimos a los ochenta!

Las brigadas de jóvenes constructores, por el mero costo de reproducción de su fuerza de trabajo, edifican escuelas en barrios y comarcas que nunca las tuvieron. ¡Son como las brigadas de cortadores de café, pero que ahora son de albañiles! ¡De los batallones de producción a los batallones de la construcción! Sólo para dar una leve idea de las donaciones e inversiones que pueden suscitar el agradecimiento popular, anotemos en la lista -abrumadora pero en modo alguno exhaustiva- la pavimentación de calles y carreteras en barrios y pueblos de difícil acceso, las casas para el pueblo, la titulación de terrenos precarios a nombre de sus inveterados ocupantes –antes temerosos de un desalojo inminente- , el parque navideño con juegos de diversión gratuitos y su exótica pista de patinaje sobre hielo, la plancha de diputados con la mayor composición femenina, los buses rusos para el transporte en Managua, la congelación del pasaje de bus en las ciudades –no ha subido en cinco años y es el más baratos de Centroamérica-, el subsidio del combustible a los transportistas, la purísima permanente de la repartición de alimentos básicos por parte de los Consejos del Poder Ciudadano, las vaquillas y otros obsequios del programa Hambre Cero, los préstamos para no ser pagados y el puerto Salvador Allende junto al lago de Managua, donde llegan artesanos a vender sus productos y las familias no adineradas se divierten en un área pulcra y decente que antes fue plaza de lupanares, cantinas y asaltantes. ¡Sigamos reimprimiendo los 80!

Los analistas que desprecien el efecto de esos logros –su efectos real y su poder evocador- están condenados a una visión miope de lo que está ocurriendo en Nicaragua. Aunque Nicaragua sea país que avanza con paso presuroso hacia el pasado, ¿qué importa si los vigores de ese viaje en el tiempo tienen tantos y tan palpables beneficios? Estas cristalizaciones de la Nicaragua cristiana, socialista y solidaria son las que cosecharon el 40% de los votos que el FSLN probablemente obtuvo por las buenas. De ahí emanaron los votos. De esos logros y no de los estereotipados y reiterativos poemas que Rosario Murillo dedica a cada mes, a pesar del sedante estado hipnótico buscado por su machaconería. Los votos tampoco vinieron de los discursos de Daniel Ortega, de ideas impares y que no llegan a tres. Nunca antes tantas palabras habían sido usadas para expresar tal economía de ideas. Tampoco vinieron de sus habilidades como “juntacadáveres” políticos y coleccionista de huesos: el socialcristiano sin base social ni cristiana Agustín Jarquín, politiquillos costeños que cambian un bosque caribeño por una diputación y líderes de la resistencia infumables son cartuchos quemados que no llenan media urna.

Tampoco recoge votos el aparato ideológico del FSLN, que luce ahora como un desvencijado radio dedicado a transmitir las letanías mántricas de Rosario Murillo y que ha sustituido a intelectuales de la talla de Sergio Ramírez y Gioconda Belli por las serviles e hirsutas plumas de Marcio Vargas y otros decadentes y obsequiosos hagiógrafos, insufribles apologiítas de lo inexcusable.

No sabemos cuántos, pero sabemos cómo: el garrote rosa-chicha

Junto a esta zanahoria, el FSLN blandió del garrote. A sus medios de comunicación no se les quedó en el tintero calumnia alguna hacia sus rivales ni autoensalzamiento de las propias obras. La intimidación de fiscales de la oposición fue una práctica constante hecha al amparo de una total impunidad, cuyas secuelas aún estamos cosechando en las ejecuciones de opositores. Los empleados públicos fueron “persuadidos” de las ventajas personales de votar rosa-chicha. La retención de las cédulas constituyó la principal estrategia para forzar un abstencionismo que beneficiaba al FSLN. Pero el más eficiente dispositivo para promover el abstencionismo fue la construcción de un ambiente de emergencia. Durante los días previos a la campaña hubo señales claras de que algo grave podría ocurrir en cualquier momento: las delegaciones policiales suspendieron todo trámite una semana antes del día de las elecciones, el General del ejército multiplicó sus apariciones en público, el FSLN suspendió su cierre de campaña, etc. Quizás incluso el rumor sobre la salud de Ortega fue difundido desde su cuartel general para darle alas al catastrofismo: el destino de Nicaragua lo decidirá una fulminante enfermedad. ¿Qué son los efímeros y anodinos votos comparados con el poder avasallador de un cáncer y la omnipotencia divina? Todas estas insinuaciones abonaron al fatalismo: no hay nada que hacer, votar es un riesgo, votar es inútil. Hubo más acciones del garrote rosa-chicha. A continuación reseñaré las más contundentes y efectivas para determinar el triunfo por las malas.

El garrote rosa-chicha en la campaña: la mara 13 versus la mara 19

El único rival del FSLN fue la alianza PLI-UNE. El FSLN sabía que en estas elecciones su mara 19 –la llamo así por el emblemático 19 de julio- habría de medirse con la mara 13 –por la casilla 13 asignada a la alianza PLI-UNE. Para pelear en mejores condiciones, el FSLN creó o nutrió a falsos rivales, tres partidos seudo-opositores: PLC, APRE y ALN, satélites de la política sandinista, trovaron discursos para restarle votos a la alianza PLI-UNE, asumiendo que le apuntaban a la misma cantera electoral. Si las elecciones de 1990 se guiaron por la consigna “Todos contra el Frente”, en éstas la directriz fue “Todos contra la alianza PLI-UNE”.

El resultado de esa táctica de alineamiento es la desaparición de los partidos satélites y el final del pacto. El saldo fue el palmario repudio a Arnoldo Alemán, cuyo cuerpo pregona la bonanza o declive de sus inversiones políticas: obeso en la cúspide de su mandato y prosperidad, su consumido cuerpo anticipó el aparatoso fracaso del PLC. Reducido en cuerpo y alma, su cadáver político es una reseca cáscara de naranja que el FSLN exprimió hasta su última gota y ahora lanza al maloliente bote de la basura orgánica pero no reciclable. Para continuar en el escenario político no le queda otra alternativa que arrimarse, en futuras elecciones, a algún coleccionista de huesos jurásicos, deseoso de sumar unas migajas de votos.

En la recta final, el FSLN jugó su última carta contra la alianza PLI-UNE: un grupo de viejos y otro de dudosos militantes del histórico PLI juraron que les habían robado su partido. Venancio Berríos berreó berracamente por la legítima propiedad del PLI. El Consejo Supremo Electoral suspendió entonces una ominosa espada de Damocles sobre el cogote de los diputados del PLI, cuyo derecho a representar a ese partido no ha sido dirimido por los magistrados. Lo será cuando se enfríen los ánimos y puedan mover sin peligro esa última ficha, con magnánima generosidad o severa sanción, en dependencia del giro que tomen las circunstancias.

El garrote rosa-chicha en las mentes: Hablan las funerarias sotanas

A Dios rogando y con el mazo dando el FSLN avanzó hacia la victoria. La manipulación religiosa empezó por menear a su títere favorito, Miguel Obando y Bravo, un cardenal de bolsillo que alcanza cómodamente en el monedero de Rosario Murillo y el archivo de las extorsiones de Lenin Cerna. Obando y Bravo, convertido en capellán de la familia Ortega, se ha dedicado a bendecir todos los eventos públicos anfitrionados por la pareja presidencial, además de ser su confesor personal y el dispensador de bodas y bautismos de su creciente y ultramontana descendencia. No pudo ni quiso dejar de hozar en la política nacional. Aunque la nada sutil e inolvidable “parábola” de la víbora –con la que invitó a rechazar al FSLN en vísperas de las elecciones de 1996- fue bastante clara, esta vez –desde la orilla opuesta- fue aún más explícito al hacer un sumario registro de las maravillas que el sandinismo ha obrado para beneficio del pueblo de Nicaragua y honor y gloria de Dios. El spot donde emitió sus letanías laudatorias fue reproducido ad infinitud los días de la campaña y durante el irrespetado silencio electoral. Debido a la caída de los bonos políticos de Obando, el efecto del spot sobre los votantes es más que dudoso. Pero... “todo suma” parece ser el lema del FSLN.

Más efectiva acaso fue su campaña para presentar como abortistas empedernidos a los miembros de la alianza PLI-UNE, pese a los reiterados alegados de su homofóbico y ultraconservador candidato Fabio Gadea en repudio de todo tipo de aborto. Rogando a Dios por la vida y la penalización del aborto terapéutico, el FSLN fue con el mazo dando por medio de una campaña que falseaba las posiciones y presentaba como doctrina oficial algunas declaraciones personales de militantes del MRS. El efecto perseguido era el de un tácito enfrentamiento entre el catolicismo y la alianza PLI-UNE. A ese efecto contribuyeron algunas funerarias sotanas que advirtieron enfáticamente a la ciudadanía contra los candidatos abortistas. El FSLN celebró e instrumentalizó esas inoportunas declaraciones. Quedaron como una pieza más en la indefinible política orteguista de salvar fetos y matar hombres hechos y derechos.

El tema del aborto, ¿realmente le granjeó votos al FSLN? Pareció más bien parte de una inveterada estratagema: revolver el río para pescar mejor. No cabe duda que la penalización del aborto terapéutico forma parte de la zanahoria concedida a una iglesia anclada en una moral sexual ubicada en las cavernas de la historia. Ortodoxia católica y ortodoxia sandinista se unieron para escenificar la relación entre catolicismo e izquierda que Roque Dalton quiso reflejar en Un libro levemente odioso, donde tres comunistas hablan de sus experiencias con el sacro-partido y la iglesia-militante. El primero reniega de la ortodoxia comunista, más feroz que la católica: “A mí me expulsaron del Partido Comunista mucho antes de que me excomulgaran en la Iglesia Católica.” El segundo añade: “Eso es nada: a mí me excomulgaron en la Iglesia Católica después que me expulsaron del Partido Comunista.” El tercero concluye con un caso inverosímil cuando Dalton lo escribió, pero que retrata la Nicaragua de hoy: “Puah! A mí me expulsaron del Partido Comunista porque me excomulgaron en la Iglesia Católica.”[1]


El garrote rosa-chicha el día de las elecciones: las mil y una metamorfosis de las urnas

Todos estos prolegómenos hubieran sido agitación inútil sin las decisivas y muy bien orquestadas actuaciones de miles de militantes sandinistas en mero día de la votación. Un conciliábulo de Pedro Urdemales, Ulises el rico en ardides, el Nicolasito de Andersen, el Buscón de Quevedo y el Lazarillo de Tormes hubieran necesitado 100 años para inventar y ejecutar la cantidad de triquiñuelas fraudulentas que agotaron y superaron el catálogo del PRI mexicano.

Las mil y una formas de fraude fueron mil y una presentaciones de las urnas. Mi aleatorio registro es un desteñido reflejo del total. El 6 de noviembre vimos, por ejemplo, las urnas terroristas: Instaladas en una atmósfera de emergencia para infundir la sensación de peligro inminente y riesgo de vida o muerte al votar. Estas urnas empezaron el día expulsando a los fiscales de la alianza PLI-UNE. Las urnas embarazadas: Antes de ser colocadas en la junta receptora de votos ya vienen pletóricas de votos sandinistas. Obrando una milagrosa multiplicación de los votos, estas urnas aparecieron en el conteo con más botos que las boletas asignadas a la junta receptora de votos donde estaban ubicadas. Las urnas bulímicas: Tragaron y luego vomitaron los votos de la oposición. Las urnas madrugadoras abrieron a las 6 am para evitar la presencia de fiscales y observadores. Las urnas pedófilas permitieron votar a menores de 16 años.

Las urnas analfabetas hicieron caso omiso del reglamento por falta de guías escritas o carencia de capacitación de los fiscales. Las urnas con analfabetismo informático –un tercio del total- hicieron gala de malos o pésimos procedimientos de cómputo.
Las urnas Mandrake -20% del total, según observadores de la Unión Europea- convirtieron votos de la oposición en votos nulos. La versión “legal” de las urnas Mandrake fueron las urnas melindrosas: Una “X” ligeramente fuera del círculo de la casilla del PLI-UNE bastaba para anular el voto. Las urnas leguleyas -28% del total- no permitieron la votación de personas que no estaban en su padrón, aun cuando sus cédulas certificaron su residencia en el área donde se ubican esas urnas y la ley las habilita para votar. Las urnas sicópatas imaginaron una realidad distinta de la que tuvieron ante sí y por eso sus actas de escrutinio no reflejaron los resultados.

La urnas perezosas sólo contaron las boletas utilizadas y no las papeletas sobrantes. Huelga decir que las urnas perezosas y las madrugadoras son muy propensas a salir preñadas. Las urnas VIP sólo admitieron en su padrón a los escogidos por el régimen. Las urnas-segunda mesa recibieron los votos orteguistas de quienes ya habían votado en otras urnas. Las urnas refill recibieron dos, cinco y hasta ocho veces los votos de quienes –generalmente fiscales del FSLN- ya habían votado ahí mismo. Las urnas necrófilas engulleron votos de los difuntos y las urnas Western Union recibieron los votos-remesa de emigrantes que no vinieron al país a votar –y probablemente ni siquiera supieron que alguien dio por ellos su voto inconsulto.

En las juntas voyeur los fiscales se ubicaron detrás de los votantes para espiar e intimidar sus elecciones: no había recintos para ejercer el voto de forma secreta. Las urnas “la migra” trataron como a extranjeros ilegales a los simpatizantes de la oposición: les negaron el derecho al voto; es decir, les legaron la ciudadanía. Las urnas mezquinas aplicaron tacañamente la tinta sobre los pulgares sandinistas y las urnas calamar bañaron de tinta el dedo entero, según el color político predominante en el área de emplazamiento de las urnas. En las urnas laxas –la mayoría- se dejaron de utilizar las formas y códigos que hacían de candados de seguridad para que las actas de escrutinio no fueran alteradas. Las urnas tortuga entregan sus resultados muy tardíamente.

Las urnas “Por-docena-es-más barato” recibieron varias boletas por cada militante del Frente Sandinista. Les fueron entregadas días antes de las elecciones y las llevaban in occulto latent, como dijo Plauto que a menudo están los mayores ingenios. Las sagradas urnas estaban custodiadas exclusivamente por los iniciados, fiscales del FSLN, porque los de la oposición fueron inhibidos, comprados o aterrados. Las urnas adivinanza son casi todas, porque el Consejo Supremo Electoral finalmente dijo “Remolín-tín-tín, ¿cuántos votos tengo aquí?” Y apareció por arte de birlibirloque el 63%.

El falso socialismo

John Kennedy dijo: “Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.” El FSLN dice con su práctica: “Lo importante es engañar todo el tiempo a quienes se jugarán el pellejo para que los sigamos engañando.” Los militantes sandinistas están dispuestos a reventar cuanta crisma se les oponga en el camino al reconocimiento de la aplastante victoria. Y los simpatizantes, los que no participaron en la rapiña electoral, se tragan el cuento y están más convencidos que nunca de que la vox populi –que es, por supuesto, vox Dei-proclama el gobierno de Ortega como el mejor de la historia y lo premia con una cosecha de votos frescos, abundantes y nutritivos.

La deslegitimación puede erosionar algunas relaciones –la Unión Europea emitió un informe preliminar registrando las anomalías que sus observadores presenciaron-, pero Nicaragua no será excluida del sistema interestatal que constituye el esqueleto de las relaciones internacionales. La Unión Europea no romperá relaciones con el régimen sandinista. Hará su denuncia y luego adoptará una actitud pragmática. La Unión Europea a menudo es un todo que pesa menos que cualquiera de sus partes. Importa más lo que digan las partes. Importa que el gobierno español se haya apresurado a reconocer la transparencia de los comicios. Por la cuenta que le tiene, dijo lo que era menester decir para allanar el terreno a la tríada de sus más dilectos inversionistas: Unión FENOSA, Barceló y Movistar. El periodista estadounidense Malcolm Beith nos advirtió que en Washington hacen –y seguirán haciendo- la vista gorda ante el autoritarismo de Ortega. No habrá más lucha que la que libren los nicaragüenses para poner coto a lo que Dora María Téllez llamó la borrachera de poder del FSLN. Desafortunadamente un amplio sector de la oposición espera “un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal” de manos extranjeras o eclesiales. Los políticos del PLI-UNE anhelan una palabra fulminante que declare la ilegalidad de las elecciones, pero se apresurarán a aposentar sus culetes regordetes en los sillones parlamentarios, ansiosos de recibir los cinco mil dólares mensuales para humedecer el aljibe personal y partidario. ¿Cuánto cuesta deslegitimar la Asamblea Nacional que se nos viene, hija de fraude y la picaresca desenfrenada? Aproximadamente doce millones de dólares: los salarios de los diputados de la oposición por los cinco años de gobierno. Pero la oposición piensa que es preferible alegar pragmatismo político, no renunciar a los curules senatoriales y pasarle la factura de la deslegitimación a “los chelitos”, los diplomáticos de la Unión Europea y los gringuitos. Al renunciar a su diputación, el ultraconservador -pero consistente y honesto- Fabio Gadea tuvo un inaudito acto de dignidad y sentó un precedente más que plausible en los anales de la política nicaragüense y un puntapié en otros anales.

El día después de mañana

¿Qué hará al FSLN con ese poder sin límites? ¿Profundizar el socialismo del siglo XXI? El FSLN no propone la reforma tributaria que podría revertir el carácter regresivo de la actual política fiscal. Trompetea su amor a los pobres, mientras abraza a los Pellas y a Unión FENOSA. El socialismo del siglo XXI tiene un paladín, el Robin Hood transnacional: le roba a los ricos Venezolanos para darle a los pobres y a los alegres camaradas sandinistas del bosque. Esta fiesta puede durar mientras haya quien la pague. Pero el padrino está enfermo y en el bosque hay muchos lobos deseosos de merendarse a la caperucita rojinegra.

Enumeremos los peligros que enfrenta el socialismo solidario del siglo XXI en su versión nicaragüense. Son peligros que podrían realizarse en el próximo quinquenio y poner alguna novedad en el Frente. El primer peligro es la salud del padrino. El socialismo rentista, que vive del petróleo venezolano, puede sufrir un duro revés tan pronto como Chávez se caiga de la silla presidencial o del mundo de los vivos. Si tal situación llegara a presentarse, y dado el improbable surgimiento de un padrino sustituto tan generoso y dispuestos a contentarse con magras contraprestaciones, la subsiguiente política de apretarse la faja nos llevará al nada novedoso y menos popular socialismo del siglo XX. El FSLN sólo habrá subido al poder para experimentar una caída estrepitosa y para agigantar la deuda pública, único recurso al final de su mandato para mantener un mínimo de política social con un máximo de lucro personal. Para compensar el agujero negro que la ausencia de Chávez dejará en las finanzas del FSLN otras opciones son el narcotráfico o el necrotráfico: traficar cocaína o reprimir el descontento popular.

El segundo peligro afecta a la cúpula sandinista. ¿Hasta cuándo podrá sobrevivir un partido que deja muy escaso margen a las nuevas generaciones? Los pujantes jóvenes no pueden conformarse -por tiempo indefinido- con ser los batallones de lucha irregular a quienes se les pagan migajas para vapulear a la oposición. Si el FSLN no cuenta con un sistema de meritocracia partidaria que vaya más allá de los fugaces caprichos y encandilamientos de Rosarios Murillo, no habrá estímulos ni forma de encajar a las nuevas generaciones, un problema enorme para un partido que insiste tanto en expandir su ejército de militantes. En lugar de la renovación de células de un organismo vivo, el FSLN experimentará el crecimiento desordenado y apelotonado propio de los tumores cancerígenos.

El tercer peligro emana de corazón mismo del sistema: la pareja presidencial, cada día más aquejada de paranoia. La sistemática purga de cuadros viejos –como el inventor del programa “Hambre cero” Orlando Núñez y el ex Ministro de educación Miguel de Castilla Urbina, penalizados por errores nimios o por un galopante delirio de persecución- privará al FSLN de algunos de sus más expertos y fieles –aunque no necesariamente más decentes- militantes. Ya que el FSLN ha basado su avasallador éxito en su tendido organizacional y las artimañas de los zorros que mueven ese tejido, el distanciamiento de figuras como Lenin Cerna y Dionisio Marenco puede costarle caro al proyecto autoritario y al populista, o como se lo quiera llamar. Las manifestaciones del descontento social penetrarán como dardo envenenado inoculando un disparador de la paranoia. El enemigo acechará a la vuela de cada esquina. En cada paisano. En cada correligionario. Pecando sobre advertida, la pareja presidencial no podrá evitar este sino. La cúpula sandinista debe saber que cuanto más identificados con la pareja presidencial estén los líderes sandinistas, peor para ellos y para el FSLN. La posibilidad de seguir explotando el aparataje partidario requiere que no sea reducido a un cascarón inservible por las ambiciones de quienes actúan regido por el principio que reza “Después de mí, el diluvio.”

El cuarto peligro es el inevitable enfrentamiento de la lírica de Murillo -próxima a los devaneos etéreos de Mao en su peor época- con el realismo del llamado sector empresarial sandinista. Ese enfrentamiento se producirá cuando el primer y el tercer peligros dejen de ser tales para convertirse en hecho consumados que horaden la credibilidad del partido y las posibilidades reales de continuidad. El quinto peligro son los personajes y personajillos que, cuando el barco se empiece a hundir, buscarán cómo barnizar sus deterioradas imágenes públicas para darles una pátina de decoro. No podemos esperar semejante actitud de Roberto Rivas o de Jaime Morales Carazo, el primero embarrado hasta su inasible pescuezo y el segundo un oportunista de pacotilla. Pero es posible que la Comisionada General de la Policía Aminta Granera y el artífice de la política económica Paul Oquist, entre otros, procuren dejar un mejor recuerdo de sus personas a una Nicaragua que los vio sumergirse en el ridículo del rosa-chicha, el criminal rojo de la sangre de los asesinados en San José de Cusmapa y el agujero negro del fraude electoral.

El FSLN puede con razón ufanarse de haber gerenciado las elecciones más limpias y las más sucias en la historia de Nicaragua: las de 1990 y las de 2011. Perdió las limpias y ganó las sucias. De los nicaragüenses espera pragmática resignación y cansancio. Pero, si no lo detenemos, el señor presidente, supremo aprendiz de Tirano Banderas, recurrirá al método de oficiar difuntos para montar su fiesta de chivos y patriarcas otoñales.


[1] Dalton, Roque, Un libro levemente odioso, UCA Editores, El Salvador, 2005, p.84.

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