El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 22 de enero de 2013

Uniformidad


Onofre Guevara López

El período más irracional del mundo contemporáneo lo sufrió la humanidad entre el tercero y la mitad del cuarto decenio del Siglo XX, cuando regímenes nazifascistas de Alemania, Italia y Japón –con España a estribor—, la hicieron navegar en su propia sangre en la Segunda Guerra Mundial.  Más de 60 millones de personas sacrificadas. Junto a la colonización de África, el capitalismo cometió entonces su más grande crimen.
Esos regímenes uniformaron a sus matones. Y no hablo solo de sus ejércitos, sino de sus partidarios, quienes, con uniformidad de fanatismo y de “camisas pardas” y “camisas negras”, complementaron la barbarie quemando libros, persiguiendo, capturando, torturando y matando a millones de personas. ¿Por qué? Porque, al contrario de ellos, deseaban una humanidad libre, sin pensamiento uniformado.
Otros regímenes enarbolando causas humanistas de liberación social, buscaron la uniformidad con el pensamiento del jefe. José Stalin, dirigente revolucionario en la llanura, en el poder encarnó en el creador único de ideas geniales y sabias, por lo cual se merecía todo el culto posible de las mismas masas a las cuales les había robado su protagonismo en la revolución.  
Stalin creyó –y sus partidarios de todo el mundo lo creímos también de alguna forma—, que solo Stalin tenía la fórmula exacta para construir el socialismo. Experiencia frustrada durante setenta años con su capitalismo de Estado para, finalmente, terminar a la par del capitalismo, y hasta un poco más atrás. Sin embargo, el estalinismo no uniformó a su gente con ningún trapo de color distintivo.
Con las diferencias impuestas por el desarrollo histórico, han surgido constructores dizque del “socialismo del Siglo XXI”, los cuales están imitando el culto a la personalidad de Stalin y, en cierto modo, lo están empeorando. Le emulan en cuanto a que se construyen imágenes de  mesías “revolucionarios” que uniforman el cuerpo y la mente de sus partidarios, con un ipegüe que Stalin no se dio: construir su culto con los símbolos y los rituales tradicionales de la religión ortodoxa. Ellos, en cambio, utilizan los símbolos y los rituales de la religión católica.
En cierto sentido, en la URSS mantuvieron a las masas emulando el suplicio de Tántalo: el socialismo como el plato de comida discursivo, repetido un sus narices, pero sin llegar a degustarlo. En Venezuela les adulteran el socialismo a las masas; en Nicaragua se lo bautizan como “cristiano y solidario”. Aquí les lanzan programas sociales para que no se ahoguen en la miseria heredada del neoliberalismo, pero sin sacarlas de la pobreza, de la ilegalidad, del autoritarismo y de los fraudes electorales. Entre tanto, no cesan de enriquecerse con el poder. 
Agregados a esos costos, sus adláteres les hacen creer a las masas que su jefe es genial y sabio; indispensable y omnipotente; bendecido y prosperado por Dios. Lo encarnan en el pueblo y al pueblo lo encarna en él: es el “pueblo presidente”. Suficiente para que las masas se sientan con poder, pero renunciando a pensar por su cuenta. Para eso llevan el doble uniforme: en el cuerpo y en la mente.
El clan Ortega-Murillo siempre ha hecho practicar la uniformidad a sus partidarios. Acaban de presentar a sus concejales uniformaditos, sin decir palabras necias, porque el pensamiento del clan, lo expresan los alcaldes, que para eso fueron “elegidos”.
Con los concejales uniformados están probando que la poesía esotérica-religiosa-mesiánica recitada como rosario en iglesia, es más creativa que las ideas de los comandantes, pues en Venezuela los partidarios forman una enorme mancha roja, y en Nicaragua son uniformados con camisetas a rayos multicolores en pecho y espalda.
Ante este espectáculo uniformado, alguien ha de sentirse tentado a pensar en que es mejor así, ver a los concejales uniformaditos y calladitos, que ver a las turbas uniformadas en las calles con piedras y garrotes, utilizándolos uniformemente contra “los enemigos”. Aunque, en verdad, mejor sería verlas diferentes y libres de pensamiento.

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