Siempre
se ha dicho que el exilio cubano es un exilio de oro. No solo porque el
exiliado llega a vivir a la sociedad más avanzada del mundo, sino porque son
recibidos con alfombra roja en Miami, puerta principal de entrada para los
cubanos a los Estados Unidos.
De
los exiliados cubanos se cuentan infinidad de anécdotas y destaca aquella del
cubano en el exilio dorado que tenía una gran foto de Fidel Castro en su
trabajo a la que le rezaba cada vez que podía para darle las gracias por
haberlo enviado a Miami.
Los
cubanos progresaron en el exilio. Se hicieron piedra fundamental de desarrollo
en el sur oeste de la península que una vez le perteneció a España y en donde
se encuentra la ciudad más antigua del país, San Agustín. Para los que conocen
la ciudad de Miami, antes de la llegada de Fidel Castro al poder, la ciudad del
“Sunshine State,” terminaba en donde está situado el aeropuerto internacional
por el noroeste y hacia el suroeste solo existían suampos y suelos abandonados.
Los magnates de la construcción son los cubanos que llegaron de Cuba a inicios
de la década de los sesentas. Y no solo progresaron en el desarrollo físico de
la ciudad, sino que se infiltraron en la política local, estatal y nacional.
Todo
cubano que pisaba suelo estadounidense ipso facto adquiría la residencia legal
con su respectivo permiso laboral. Los residentes se naturalizaron y los
exiliados de segunda generación son ciudadanos “yus soli” y fueron estos los
que empezaron a incursionar en la política nacional y se convirtieron en
congresistas y senadores.
Dándole
la importancia que tiene la minoría hispana, la más numerosa del país, no es
temerario afirmar que un día el presidente de los Estados unidos puede ser un
ciudadano de origen hispano, mexicano o cubano, por ser estas las dos
corrientes más numerosas y antiguas de la minoría hispana.
Mientras
existiera el estado de ley marcial en la isla, la bienvenida a los que se
escapaban de ella y arribaban a Miami, era cordial y con todos los derechos
fundamentales para subsistir. Los cubanos no tenían que pedir permisos
laborales, porque con su sola llegada lo tenían, junto con toda la ayuda
necesaria para comenzar una nueva vida.
Pero
el tiempo no pasa en balde y con el correr del mismo hasta las dictaduras se
ablandan, dan giros y conceden derechos que nunca debieron ser suprimidos, como
por ejemplo la libertad de movilización.
Por
haber suprimido ese derecho, el fondo del estrecho de la Florida está sembrado
de miles y miles de cubanos que huyeron del comunismo y se lanzaron a la
aventura de cruzar, en balsas rudimentarias, las noventa millas que los separan
de la libertad y del progreso.
Con
el nuevo gobierno de Raúl Castro, los derechos conculcados han venido siendo
concedidos con la algarabía de cómo si fueran grandes logros conquistados a
sangre y fuego y es precisamente esa tardía renovación ciudadana la que va a
terminar con los privilegios de los cubanos en Estados Unidos.
El
más novedoso, la concesión de pasaportes a todos los cubanos que lo quieran
adquirir, cuya imposibilidad de tenerlo, era la llave para optar al exilio
dorado.
No
hay exilio político con pasaporte oficial y libertad para adquirir una visa de
salida. Los cubanos eran exiliados políticos, porque no podían abandonar la
isla por el aeropuerto y de manera legal, pero ahora ya lo van a poder hacer,
las colas interminables de los que solicitan el pasaporte cubano lo confirman,
como la obtención de una visa oficial para abandonar el país.
¿Seguirá
el tratamiento de privilegio para los cubanos que lleguen con pasaporte y con
visa legal de salida? Muy pronto lo sabremos…
Jorge
J Cuadra V
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