“En el anuncio del Reino se dirige a todos, “pero desde la perspectiva de un Dios que, porque es justo, es parcial” (Ibid.,68). Este anuncio es para los pobres, primero esperanza, buena noticia, y luego exigencia de conversión; para los ricos es, en primer lugar, exigencia de conversión y hasta maldición si no cambian, y sólo después se convierte en buena noticia y en posibilidad de ser hermanos(as) y no opresores. Los privilegiados en el campo socioeconómico se sirven del catolicismo para legitimar su situación, al tiempo que la religiosidad de los pobres refuerza la posición ventajosa de los privilegiados. Ahora bien, son las comunidades eclesiales de base y los pobres quienes están sembrando el fermento misionero y profético en el interior del catolicismo”. [1]
[1] Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, México (1907-1992), cit. en José F Marins, “Padres de la Iglesia. Compendio. Lo que nuestros antepasados nos han enseñado”, Ed. Enrique de Ossó, Guadalajara, México, 2000, p. 647
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