Luis Rocha
El cañonazo del año 2012 fue la
entrevista concedida por Monseñor Silvio Báez a La Prensa, el 30/12/12. Fue
algo así como el estampido de la purificación contra los “cañonazos” de la
corrupción a los corruptibles. Una explosión que nos hace recordar a Jesús expulsando
a los mercaderes del templo. El desenmascaramiento de los fariseos que limpian
por fuera el vaso y el plato, pero por dentro están llenos de avaricia y de
maldad. A quienes les dice: “Ay de vosotros, fariseos, que gustáis del primer
asiento en la sinagoga y los saludos en las plazas”.
Las palabras de Monseñor Báez,
respaldadas por el arzobispo Leopoldo Brenes, son la mejor entrada al 2013, porque
uno siente que el arzobispo y el obispo no se quedan rumiando la verdad, sino
que la dicen. Nos ayudan a entrar con pie derecho y valentía a este año, que
debemos convertir en nuevo. Sin ambiciones politiqueras, avanzando hacia una
Nicaragua libre de falsedades. Una Nicaragua como la soñara Pedro Joaquín
Chamorro Cardenal, quien precisamente el 10 de enero cumplirá 35 años de haber
sido asesinado por querer que nuestra patria volviera a ser república.
Retomemos ese compromiso con el Héroe Nacional y Mártir de las Libertades
Públicas, con la convicción de que no existe un dios partidario a imagen y
semejanza del poder.
El dios de ellos está a la venta, y
en esa entrevista se demuestra que ese dios manoseado y alabado en sórdidas
letanías es el dios del poder y no el Dios de los cristianos. La entrevista
prueba que el César se cree Dios y se disfraza de dios, y compra acólitos para
que lo adoren como al becerro de oro. Estamos viviendo una compra y venta de
conciencias, a treinta monedas el Cristo.
De manera que se puede deducir –y es
nuestro deber hacerlo- que cuando se pretende comprar a la Iglesia, se la está
persiguiendo. No únicamente se la está menospreciando, sino que gracias a
algunos mercaderes en su seno, se le está poniendo precio. ¿Pero quién entre
los negociantes lo pagará si el precio es la cruz? Esta actitud a su vez
demuestra que no hay ética ni moral en el comprador, pues parte de la falsa
premisa de que no existen personas dignas. Para ellos todo es comprable. Los
ciudadanos son tan solo mercancía.
Llegará el día en que la cortina
chicha de su templo se rasgará por la mitad. Entonces tal vez acepten que el
crucificado en el Gólgota, verdaderamente era el hijo de un Dios
infalsificable. Se sentirán lo que son: impostores. Los impostores del
cristianismo que quieren hacer creer a los creyentes “que son más iglesia que
la iglesia”. Los impostores del sandinismo que siguen traicionando a Sandino.
Lo que ellos venden es un combo siniestro, que implica la sustitución de Dios
por la imagen de ellos, y la desnaturalización de nuestros valores espirituales
y éticos.
Las palabras de Monseñor Silvio Báez
alientan a recuperar a un Dios único. Porque el verdadero triunfo es un asunto
de fe y no de sincretismo religioso. El verdadero triunfo es el de un amor
auténtico que puede llevar, como a Jesús, al máximo sacrificio. Eso no les
gusta a los nuevos dioses, porque creen que la inmortalidad es usufructuar y
gozar del poder eternamente. ¿Por qué los nuevos dioses no intentan, al menos,
caminar sobre las aguas en el lago artificial de la artificial Betania?
2/1/13.
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