Da la impresión de que, como dice la canción, el azúcar puede realmente ayudar a tragar la medicina: hay estudios que sugieren que unas dulces gotitas pueden reconfortar a los bebés en el momento de la inyección. Así lo reveló el equipo Cochrane, una organización sin fines de lucro vinculada a la Organización Mundial de la Salud que analiza estudios e intervenciones en el área de la salud pública. Este grupo revisó 14 investigaciones basadas en más de 1.500 infantes que acudieron a sus inmunizaciones rutinarias infantiles o a un análisis de sangre por medio de un pinchazo en el talón. Los bebés a los que se les dio una solución azucarada cuando se les iba a aplicar la inyección lloraron mucho menos que los que recibieron agua. Mientras que el azúcar puede calmarlos, no está claro si también alivia el dolor, destacó BBC Mundo.
Según los expertos, hacen falta más investigaciones para explorar este último aspecto. Un pequeño estudio publicado hace algunos años en la revista médica británica The Lancet observó las respuestas de 44 infantes a los que se les dio azúcar o agua antes de un pinchazo en el talón para una prueba de sangre. El azúcar no parecía hacer diferencia alguna con respecto al dolor: todos los bebés hicieron muecas similares y tuvieron una actividad eléctrica comparable, medida con lecturas electroencefalográficas en las áreas del cerebro que procesan el dolor. El principal investigador del equipo Cochrane, el doctor Manal Kassab, de la Universidad Jordana de Ciencia y Tecnología en Irib, Jordania, dijo: "Dar a los bebés algo dulce para que saboreen antes de las inyecciones podría hacer que no lloren tanto". "Aunque no podemos afirmar fehacientemente que las soluciones azucaradas reducen el dolor de la aguja, estos resultados lucen prometedores".
El doctor David Elliman, del Colegio Real de Pediatría y Salud Infantil, afirmó que la solución azucarada no es algo que se use rutinariamente en la práctica. "Por lo general, los doctores recomiendan que la madre cargue al bebé y lo reconforte mientras se les aplica la inmunización. Si todavía está lactando, podría querer amamantar a su bebé al mismo tiempo. "En el caso de niños mayores, tratamos de distraerlos. Si uno aplica el método usual de abrazalos y reconfortarlos, no estoy seguro de cuánta sacarosa añadiría". "Lo que sabemos es que usar una aguja más corta tiende a ser más doloroso, aun cuando esto pudiera parecer contradictorio. Eso es porque las inyecciones deben llegar al músculo". Para cuando el niño cumple su segundo año, tendría que habérsele aplicado unas diez inyecciones diferentes para protegerlo de varias enfermedades infecciosas, incluidas el sarampión, las paperas y la rubeola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario