EL INSTÍNTO BÁSICO
Pedro García Domínguez
En resumidas cuentas, vivimos
en la sociedad mejor comunicada de la historia de la humanidad, pero
desconocemos los aspectos esenciales de los recursos de la comunicación y de la
información y menos aún de los mecanismos de los lenguajes naturales.
Todos los organismos vivos se
comunican entre sí por medio de un lenguaje, desde una célula a un elefante.
Las abejas, las gaviotas, los delfines y también los humanos, que a su vez nos
servimos de innumerables lenguajes artificiales, como los cibernéticos,
matemático, físico, telegráficos e incluso el lenguaje del abanico y el de las
flores, extintos hoy en día.
Un LENGUAJE es cualquier sistema de comunicación, pero al
sistema de comunicación oral y articulado, utilizado por los humanos, lo
llamamos LENGUA. Sabemos la poca
eficacia que, en la comunicación interactiva, tiene la lengua. De modo que
vayamos al grano, es decir, a lo que en la comunicación interactiva es
verdaderamente infalible que son las
feromonas, percibidas por el olfato inconsciente o subconscientemente, que en
modo alguno podemos controlar. El olfato, aunque atrofiado, afortunadamente —de
otro modo percibiríamos contantemente mensajes olfativos de las feromonas de
todo aquel que se cruzase con nosotros, mensajes afectivos o de hostilidad, lo
que destrozaría nuestro precario y vulnerable equilibrio psíquico—. Los
individuos somos emisores y receptores de ciertas feromonas comunicativos, que
nos predisponen favorable mente para entablar una relación afectiva, selectiva,
pues solo somos receptivos de una entre cientos o incluso miles. A este proceso
comunicativo lo llamamos vulgarmente AMOR y tiene que ver con la percepción
olfativa de las feniletilaminas —la
hormona del amor— y de otros neurotransmisores. Pero lo importante es decir que
esta percepción olfativa es instintiva y que la tenemos todos los organismos
animales, vertebrados e invertebrados. Pero, como no todo consiste en
«aquí te pillo y aquí te mato», en la elección de la persona amada, entran en
consideración otros mecanismos, como nuestro criterio, es decir, los valores,
juicios y educación adquiridos. Los perros, cuando perciben que un ser humano
tiene miedo, se ponen a la defensiva. El mecanismo es sencillo: una persona, al
sentir miedo, libera adrenalina, que acelera el ritmo cardiaco con el fin de
acelerar los procesos mentales de defensa, ataque o huida, que es otro
mecanismo instintivo, como el de la reproducción o nutrición. Estas feromonas
del amor se transmiten por el sudor —aunque no solo—, a pesar de la limpieza
corporal y de los perfumes.
Otro mecanismo de comunicación es la
mirada, el contacto visual, que si es persistente y mantenido, en los Estados
Unidos, sería molesto, pero no en Europa o en la América hispanohablante, donde
un contacto fugaz o intermitente significa que el interlocutor miente u oculta
algo o que es una persona inestable emocionalmente. Pero estos mecanismos, como
nuestras lenguas, también cambian y sus significados se modifican. Hasta hace
muy poco, en los Estados Unidos, sostener la mirada fijamente era un mensaje
sexual. Flora Davis, en su Inside intuition: what we know about
non-verbal communication (1973), estudia de manera amena y
pedagógica, todos los aspectos de la comunicación no verval, que son los
verdadero motores de la comunicación, simple y llanamente.
La cosa es más seria de lo que a
primera vista parece. La felicidad, salvo en fugaces instantes, es una quimera
o un anhelo inalcanzable; pero las fugaces ráfagas de felicidad nos las procura
el amor y solo el amor, no lo dudes. Es decir, las feromonas. Así son las cosas
importantes de una vida y así las estamos contando.
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