Los médicos deben ponerse en el lugar de quienes
sufren
Édgar Mohs
Médico
¿Qué espera
una persona cuando le descubren una enfermedad grave o catastrófica? Lo primero
es que se trate de un error diagnóstico o que exista una curación milagrosa.
Cuando, resignada, acepta la realidad, quisiera y busca la mejor atención
médica posible y espera que de manera afectuosa le expliquen el origen y las
consecuencias de la enfermedad, así como la mejor manera de curarla.
¿Qué espera
una persona cuando le descubren una enfermedad grave o catastrófica? Lo primero
es que se trate de un error diagnóstico o que exista una curación milagrosa.
Cuando, resignada, acepta la realidad, quisiera y busca la mejor atención
médica posible y espera que de manera afectuosa le expliquen el origen y las
consecuencias de la enfermedad, así como la mejor manera de curarla.
En todo
momento, el médico debe sentir legítima preocupación por la condición de su
paciente y mostrarse abierto a oír otras opiniones responsables, así como
ponerse a su entera disposición, porque eso es emocionalmente, lo que este
necesita.
Desde luego
el buen trato resulta fundamental, pero “pari passu” es sumamente importante
que perciba que el ambiente que lo rodea es agradable y seguro, que todas las
personas relacionadas con su atención son diligentes y bien capacitadas
profesional y técnicamente y que el hospital es impecable en orden, limpieza y
respeto. No quiere ver caras amargadas ni gritos, y mucho menos gestos
vulgares; se necesita privacidad física y emocional para generar la necesaria
confianza fundada en los anteriores elementos, todos los cuales ayudarán mucho
a su recuperación.
Por otro
lado, los enfermos esperan que los equipos de diagnóstico y tratamiento sean de
calidad y funcionen correcta y permanentemente; los medicamentos que se
prescriben sean de eficacia comprobada, y las citas para su seguimiento en la
consulta externa deben producirse lo antes posible y jamás varios meses
después. Cuando se requiera una intervención quirúrgica, debe ser llevada a
cabo con absoluta oportunidad para evitar complicaciones y para asegurarse la
buena evolución del paciente.
Volviendo al
tema de la humanización de la atención hospitalaria y en clínicas, muy venida a
menos en nuestro medio, al visitar un hospital de un centro médico en un país
desarrollado, lo que más llama la atención no es el imponente conjunto
científico tecnológico visible por todas partes, ni la oportunidad con que se
prestan extraordinarios y ordinarios servicios, sino el cálido trato humano que
se da a todos los enfermos; estos son realmente la razón de ser del hospital, y
cada uno de ellos es considerado una persona muy importante y única.
Quiero
ilustrar esto con el hecho, casi increíble en nuestro medio, de haber visto a
un famoso especialista salir de su oficina y dirigirse a la sala de espera para
invitar a pasar al enfermo siguiente a quien llamó por su nombre e
inmediatamente le pidió disculpas por el atraso de diez minutos en la cita. Por
otro lado, recuerdo también haber estado en un hospital de niños en Japón,
cuando se celebraban 100 años sin huelgas, con la participación de todos los
empleados.
En un
momento oportuno, el médico explica en detalle el tratamiento a seguir, las
complicaciones que pueden aparecer y las posibilidades de curación, indicando
específicamente cuál es el porcentaje de curación que tiene el hospital en la
enfermedad del caso y, cuando existe un tratamiento nuevo y posiblemente mejor
al convencional, se le informa verbalmente y por escrito de sus posibilidades y
riesgos, para que, si está de acuerdo en participar en un estudio que se está llevando
a cabo en varios centros médicos del mundo, lo autorice firmando la fórmula
llamada consentimiento informado.
Se considera
en todos los hospitales de gran prestigio que es no ético negarles a estos
pacientes la posibilidad de beneficiarse de un producto nuevo, aprobado para su
uso en seres humanos, que bien podría ser su única posibilidad de vivir;
tampoco es ético ocultarles que existen otros hospitales que obtienen mejores
resultados o grupos de profesionales que podrían venir al país y elevar considerablemente
la sobrevida de nuestros enfermos.
Estos
pacientes merecen nuestra mayor atención, toda vez que, además de su
enfermedad, tienen comprometidos su sistema emocional y sus sentimientos, y no
se deben escatimar esfuerzos para devolverles la salud; para entenderlos mejor,
el médico debe saber ponerse en la situación del enfermo, y la sociedad
también.
Vuelta al
mundo
Lunes 10 de
Diciembre de 2012, 06:30 am
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