Onofre Guevara López
Entregar la valija en lenguaje nicaragüense
–y quien sabe si también más allá de nuestra aldea—, es la imagen de la
rendición voluntaria cuando el sentimiento de la derrota se ha apoderado del
individuo. Ni más ni menos, es la imagen que ofreció el desfile de políticos
entregando las listas de ilusos –o ilusionados— candidatos para las elecciones
municipales ante el mismo Consejo ilegal que les propinó la derrota anterior.
El costo es mayor para la Alianza-PLI, porque
en este desfile pasivo y dócil se ubica en la vía de la frustración de las
posibilidades que tuvo en la campaña electoral 2011, cuando comenzó a forjar un
nuevo tipo de política unitaria para impulsar acciones populares por las reivindicaciones
democráticas y el Estado de derecho. Hasta
se le vio triunfar por sobre el candidato ilegal y los partidos de esquemas tradicionales.
Y cuando le fue birlada la victoria, quedó en sus manos la posibilidad de encabezar
y practicar una política más activa en contra del fraude.
Ahora, con este paso hacia atrás, pretenden
justificarlo con frases de poco sentido práctico y mucho eufemismo, como esa de
que participan en la farsa para “empezar a construir ciudadanía”. Construir es una acción mecánica, como hacer una
silla o una mesa. La ciudadanía no se
construye; se educa, se estimula la conciencia cívica para que se oriente hacia
el despliegue de sus iniciativas y actúe de manera consciente en la lucha por
sus derechos.
Los partidarios de la “construcción de
ciudadanía”, también manejan frases igualmente vacías e inútiles frente al
problema electoral. Vamos a las elecciones –dicen— “para evitar el robo masivo
de los votos”, sin decir cómo podrían evitarlo, ni cómo evitarían los robos
particulares con los cuales, ya sumados, se hace el robo masivo. Parecen jugar
con las palabras y no pensar en un acto político serio.
Fingen no saber que desde noviembre 2011 hacia
acá, el orteguismo ha perfeccionado el funcionamiento de su aparato electoral
para hacer un fraude menos obvio que los anteriores. Tampoco parecen reconocer que,
al contrario del fortalecimiento de la maquinaria orteguista, su alianza no es
la esperanzadora ni la pujante alianza de aquella fecha. Menos interesados parecen en darse cuenta de
que ahora la dispersión opositora es mayor por la multiplicación de partidos,
hecho que tiene su mejor aliento desde la triple sede de El Carmen.
Es que ahora, dicen, en las listas opositoras
van caras nuevas. ¿Y qué? Ni con las caras nuevas ni las nuevas promesas de que
con la participación habrá posibilidad de hacer más evidente el fraude para
luego “hacer una fuerte crítica al Consejo Electoral”, puede ocultar que se
trata de una excusa, cundo no una quimera.
¿Acaso antes y durante las elecciones de 2011
no se hizo ya igual promesa de ejercer la defensa del voto? Y si entonces, con
una alianza más sólida no cumplieron y fueron a la Asamblea Nacional solo ha
quejarse débilmente, ¿qué pueden hacer después de la próxima farsa, si no los
mismos débiles patinajes de antes?
Las dudas existentes pudieran quedar
merecidamente olvidadas, si en vez de frases eufemísticas dijeran con claridad
que con la participación en las elecciones se busca satisfacer pequeñas ambiciones
de algunos. Aún más pequeñas, ante las grandes
ambiciones y posibilidades del orteguismo.
Si se tratara solamente de malos cálculos
políticos, tendrían que decir y hacer algo diferente a lo que, hasta ahora,
parece destinado a darle un rostro artificial nuevo al viejo rostro de la
política tradicional criolla. Y esta, lo sabe todo el mundo, se ha
caracterizado por las decisiones de cúpulas al margen de las bases. ¿Por qué? Porque
temen ir a las calles con ellas a una actividad dinámica, consciente, como
garantía de que sus intereses no serán negociados a sus espaldas.
Lo menos estimulante para ir a unas
elecciones con resultados pre fijados, es la ilegalidad de quienes manejan las
elecciones como de su propiedad privada. Y aunque existiera intención de rectificar
la decisión de entregar la valija, ya está bien adelantada la política
retratada en lo que pareció un acto de contrición ante los magistrados ilegales,
por haber dudado de su “honestidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario