El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 31 de agosto de 2012

Ana Ilce Gómez

Ana Ilce Gómez, como toda escritora escribió poemas no necesariamente sobre sí misma, sino sobre el modelo del rol de la mujer que observaba


“La que escribe no
soy yo, sino la otra.
Esa que viene del pasado
asediada y urdida
por sus fieles demonios
y sus lívidos ángeles.
No soy yo sino
ella la que canta
La que elige el azar y la
clarividencia ella la
que dicta las palabras”
Ana.

(por Vidaluz Meneses)
Leo con devoción a Ana Ilce desde mi adolescencia. Siendo contemporánea de ella y de Michele Najlis, a diferencia de Michele con quien coincidimos en el mismo colegio, con Ana Ilce no fuimos amigas sino años más tarde. No formamos grupo literario entre nosotras y cuando nos integramos a alguno, Michele optó por Ventana con escritores de izquierda y yo por Presencia, con escritores cristianos que igualmente se declararon por un cambio social, radical, para Nicaragua.
Ana Ilce permaneció solitaria, pero abierta a la amistad de escritores como Roberto Cuadra, cofundador de La Generación Traicionada y Jorge Eduardo Arellano, que a su vez la relacionaron con otros de los que guarda un recuerdo entrañable, su coterráneo, Mario Cajina Vega y el capitalino, narrador urbano, Juan Aburto.
Siempre encontré en la poesía de Ana Ilce una voz sorprendentemente madura en su contenido e impecable en su forma, sobre esto último, fácil me resultó entender que Pablo Antonio Cuadra, mentor de nuestra generación, escribiese, al publicarse Las Ceremonias del silencio, primer libro de Ana Ilce: “Aquella galantería de Bécquer, poesía eres tú, resulta en Ana Ilce una afirmación no gentil, sino estilística. Ana es su forma”, para PAC Ana Ilce se hacía poema.
·        “Conny Palacios considera que en Las ceremonias del silencio, la manifestación del feminismo no es agresiva, sino doliente. Ana Ilce, siempre comparándola con CMR, tampoco ha tenido mucha prisa en publicar, pero dos libros bastan para dejarla ubicada como una extraordinaria poeta ”.

Vidaluz Meneses, escritora
·        La imagen femenina
En el año 2004 integré el Jurado del Premio Nacional de Poesía Mariana Sansón Argüello, convocado por la Asociación Nicaragüense de Escritoras y en mi elección del mejor coincidí con mis colegas en la selección de Poemas de lo humano cotidiano resultando, para nuestra alegría, que su autora era Ana Ilce Gómez. Tan impecable factura la hizo acreedora del premio por unanimidad.

Mi resistencia a la imagen femenina y contenido de los poemas en Las ceremonias del silencio , fue superada en este segundo poemario por la lectura de una Ana Ilce crecida en su ser mujer, descubriendo Otro primer día de la creación , como tituló su primer poema y evocando a diversas generaciones de mujeres de la historia de la humanidad, inmoladas por transgresoras, pero eternas, trascendentes, a quienes convida a pulsar con alegría todas las guitarras del mundo.

Una Ana Ilce que desentraña el misterio de la mujer y la “diosa blanca”, como designa el poeta Robert Graves a la poesía y se reconoce dualidad viviente, asumiéndose como tal en su poema, Ella.
Ana Ilce utiliza un rico lenguaje expresado en imágenes con perfecto equilibrio. Poesía de tono reflexivo, sabia, reposada e íntima, que transita por los grandes temas de todos los tiempos: la vida, la muerte, el amor, la soledad.
El título de mi exposición de hoy, lo escribí basada en el verso final de la última estrofa de un poema de Ana Ilce que dice:

Entonces no presentía en mí la mano que
comenzaba a dibujar el canto,
ni el pie desesperado trazando surcos de vida
para el hombre,
ni a esta mujer que hoy soy,
de sombras y soles incendiada, sitiada
por el fuego del amor,
ulcer ada por la pasión de la Palabra.
En su presentación, en El autor y su obra , Ana Ilce demostró con una buena cantidad de poemas, de qué manera la palabra tiene una importancia vital para ella. Me hizo recordar una conversación reciente con el poeta Fernando Silva que me decía “la palabra es una cosa muy seria, yo no escribo con la lengua sino con las palabras que son el verbo y acordate que el verbo se hizo carne”, la palabra pues, es sagrada.

LOS POEMAS
Si bien afirmo mi admiración por Las ceremonias del silencio , desde que lo leí, no compartí el sentimiento de mujer sojuzgada y vencida expresado en muchos de sus poemas; particularmente recuerdo el verso: mujer pospuesta como postre a la mesa u otro: Así el olvido de innumerables siglos /arrimará su sombra un día /junto a mi puerta /y yo estaré vencida. Así el amor. En otro, escribe desolada: donde jamás me buscaste ni te hallaste / para trocar tu victoria en mi derrota / y mi muerte en tu vida. Por eso, entre tanta desolación, yo rescato el poema Yo he militado , que dice:

YO HE MILITADO
Yo he militado no sin gloria
en las lides del amor
y mi obra no podrán destruirla
ni las lluvias persistentes
ni la perenne marcha del tiempo.
Porque mi arte no fue inútil
ni siquiera contigo,
contigo que jurabas no conocerme
pero que un día llenaste
la ciudad entera con mi nombre

Este poema me encanta y lo asumo plenamente, proviene de una mujer triunfadora, pero es importante que nos fijemos en qué se basa la victoria de la poeta, no en que es la más bonita del barrio, sino en el dominio del ars poética, cuando se refiere a “su arte” es que ella es consciente de la excelencia de su oficio que la va a llevar a trascender, luego viene el jaque mate a quien pretendió ignorarla: pero que un día llenaste / la ciudad entera con mi nombre.
Ana Ilce, como toda escritora escribió poemas no necesariamente sobre sí misma, sino sobre el modelo del rol de la mujer que observaba, tal como lo compartió en el recital que dio en el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, al leer el poema Singer 63, ella dijo: “Este poema . no fue dedicado particularmente a mi mamá, pero pienso que fue ella la que lo inspiró.

LAS CEREMONIAS DEL SILENCIO
Cuando salió publicado su libro, Las ceremonias del silencio, fue para mí equivalente a La insurrección solitaria de Carlos Martínez Rivas, por la belleza y originalidad de sus poemas y su maestría al escribirlos, aunque sin el estilo hermético de ese gran poeta, por eso no me sorprendió la apreciación de Beltrán Morales, aunque no exenta de una visión patriarcal en cuanto al paradigma o modelo estético, cuando expresó lo siguiente: La poesía que Ana Ilce escribe, sin dejar de ser ni por un momento la poesía de una mujer sumamente sensible, es como si hubiera sido escrito por un poeta del sexo masculino, en este sentido: la técnica que domina es patrimonio exclusivo de algunos maestros, brujos y hechiceros de la tribu; y no de maestras, brujas y hechiceras. Ana Ilce se ha apropiado de un “culto, un rito, un lenguaje” que son ya suyos y que nos devuelve con la misma propiedad y sabiduría con que los varones de estirpe poética suelen dárnoslos.
Si nos fijamos, al decir los maestros, brujos y hechiceros de la tribu, se está refiriendo a un grupo cercano, del país, del territorio nacional, no del universo, o sea que bastan los grandes poetas locales para tener un punto de referencia válido y en ese sentido, no deja de tener razón Beltrán, porque hasta le fecha y pese a las incipientes investigaciones que se están realizando en nuestro medio, no se ha encontrado un par mujer de Rubén Darío.

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