Luis Rocha
Dicen que Leila Trabelsi pasó de ser una modesta peluquera de barrio, a ser la primera dama de su patria. Su origen paupérrimo pudo haberla salvado de convertirse en “La Regenta”, y darle razones morales para favorecer realmente a su pueblo. Pero dicen que no fue así y que por su desmesurada ambición se convirtió en una de las mujeres más influyentes del mundo árabe. Dicen que hizo de su familia una mafia superior a la mafia de la familia de su marido. Dicen que entronizó la corrupción. Dicen que como consecuencia de ella, amasó una inmensa fortuna calculada en cinco mil millones de dólares. Dicen que fue bella y experta en las artes de seducción. Dicen que después de sucesivos amantes y esposos terminó de primera dama de Túnez, Regenta de todo, incluso de su marido Zine El Albidine Ben Alí, el recién derrocado dictador. Dicen que no tenía escrúpulos y que se hizo reconstruir su biografía. Dicen que llegó a ser profundamente odiada por sus actos despóticos y su nepotismo descarado. Dicen que mandaba más que su marido. Dicen que mandaba a su marido. Dicen que con esa manera de ser contribuyó decisivamente a la estrepitosa caída de su régimen. Todo eso y más dicen. ¿Quién podrá creer que pueda existir una mujer así?
“Extremadura”, Masatepe, 3 de febrero de 2011. (“Me quema la palabra”).
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