Arnoldo Toruño T.(*)
Cuando está por cumplir 200 años de fundada, la UNAN-León ha entrado en la crisis más seria de su historia, pues condiciones fundamentales que dan vida a una auténtica universidad, como son: libertad de pensamiento, autonomía y ética, han venido siendo resquebrajadas en estos dos años; y si a esto se suma un descuido de la calidad, el abandono de su papel de conciencia crítica de la nación y desincentivos a la investigación, el panorama es gris. No es exagerado decir que corre el riesgo de convertirse en una antiuniversidad
En efecto, la libertad para las ideas y opiniones es esencial y un distintivo de las universidades; es el ambiente propicio para el surgimiento de las innovaciones, que se requieren para dar mejores respuestas a las necesidades de la sociedad. La UNAN-León se ha impuesto un compromiso todavía mayor, como es irradiar libertad hacia la sociedad, como reza su lema: “A la libertad por la Universidad”. Pero mal puede nuestra Institución cumplir con este compromiso, si la libertad está desapareciendo en su seno, ya que nadie da lo que no tiene. Lo anterior se puede apreciar, por ejemplo, cuando se le niega u obstaculiza el ingreso a la Universidad a personas con puntos de vista diferentes de aquellos de tienen los gobernantes actuales, aunque se trate de los más prestigiados intelectuales de este país y forjadores de esta Universidad, como los doctores Sergio Ramírez Mercado y Alejandro Serrano Caldera, o bien de una heroína de la Revolución y con amplio historial de servicio a la Patria, como Dora María Téllez. Otra muestra es el despido de un trabajador, Pacelli Zamora, por haber emitido en público su opinión favorable a la votación secreta en su sindicato, cuyo máximo dirigente es un aliado de las actuales autoridades universitarias.
La pérdida de la autonomía se evidencia cuando voceros del partido en el Gobierno expresan en público que las acciones antes mencionadas, destinadas a impedir el acceso a las universidades a quienes no piensen como ellos, son una orientación partidaria, y nuestras autoridades guardan silencio frente a estas declaraciones; o en otro ejemplo, cuando se altera desde afuera el sistema de admisión que habían definido las universidades para los programas de especialidades médicas. En el contexto de un partido en el gobierno que tiende a convertir a las instituciones del Estado en meros instrumentos a su servicio, como ha ocurrido con la Corte Suprema de Justicia y el Consejo Supremo Electoral, la muy reciente decisión del Rector de aceptar ser el jefe de campaña de su partido, refuerza la imagen de pérdida de autonomía, aparte de que muestra la pérdida de la función universitaria de ser conciencia crítica para la Nación, pues en su carácter de profesor de Derecho y máximo representante de la Institución, le tocaría estar denunciando el carácter inconstitucional del intento reeleccionista del Presidente de la República.
Una actuación institucional apegada a la ética es condición indispensable con el fin de que la Institución pueda cumplir con su misión de formar integralmente a las personas, o sea, de egresar profesionales que además de ser muy competentes, estén férreamente comprometidos con la ética. En este aspecto, el deterioro es muy serio. Se manifiesta principalmente en actos de ilegalidad e injusticia, y en permisividad y fomento de la violencia.
El despido de dos profesores en
Por otro lado, el Rector, ha venido mostrando una complacencia con la violencia, contradictoria con el objetivo de las universidades de promover una cultura de paz y tolerancia. Así, jamás ha condenando los actos de violencia; bajo un mal entendido principio de no intervención en los asuntos gremiales, ha permitido diferentes actos de violencia verbal y física, como los desarrollados contra Monique Blanco y otros estudiantes de Ciencias Económicas; y lo más elocuente al respecto es su pasmoso discurso en que enaltece a los jóvenes que golpearon a algunos de los profesores que participábamos en una marcha pacífica, el 10 de agosto pasado.
Nuestras autoridades están llamadas a rectificar el rumbo. Deben retomar su compromiso con la misión institucional y con la promesa solemne que le hicieron a
(*) Departamento de Salud Pública, UNAN-León
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