El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 12 de febrero de 2011

El que contamina debe pagar

GRO HARLEM BRUNDTLAND

COMO MIEMBROS de la primera generación que intenta enfrentar el desafío de satisfacer las necesidades de un número infinito de futuras generaciones, es necesario que terminemos con las prácticas que reducen nuestras opciones y que trabajemos por el logro de un desarrollo sostenible.

Debemos dejar suficiente "espacio ambiental" a las turas generaciones y reconocer que nuestro planeta tiene limitada capacidad para absorber los subproductos de la
industria.

Es preciso pasar de la mentalidad del "usa y desecha", o sea, la del empleo de productos y materiales de duración efímera y descartables, a la de la utilización preferente de ellos que duran "desde la cuna hasta la tumba".

Para ello, habría que desarrollar productos de más larga duración, que en caso de rotura puedan ser fácilmente reparados a fin de utilizados de nuevo.

El uso de productos poco comunes y peligrosos debe ser evitado. Asimismo, habría que "eco etiquetar" los envases de los productos para indicar tanto el contenido como su duración y, en general, intensificar los esfuerzos' de protección de la naturaleza y de nuestras herencias culturales.

Otra prioridad es la de acelerar la transición de la energía no renovable a la renovable y el desarrollo de tecnologías eficientes con ahorro energético.

Los países subdesarrollados tendrían que recibir un apoyo financiero sustancial para impulsar su capacidad en el uso de recursos energéticos renovables, tales como la energía solar y la eólica, es decir, la producida por el viento.

Es preciso, por lo tanto, que se otorgue alta prioridad a los esfuerzos en favor de la transferencia de tecnología en el sector energético.

Es esencial que lleguemos lo antes posible a un acuerdo para establecer un sistema de fijación de precios de la energía que refleje los costos ambientales derivados de su producción y su utilización.

Por ejemplo, los países industrializados deberían primero movilizarse para poner en vigor un impuesto común al contaminante bióxido de carbono.

Actualmente, esos países, por temor a sufrir perjuicios comerciales, no se deciden a tomar medidas en ese sentido y se limitan a esperar eventuales pasos de la competencia.

En Noruega, desde 1992 hasta ahora, nos las hemos arreglado para reducir en 5%, mediante la aplicación de impuestos a su utilización, las emisiones de ese producto contaminante.

Pero en muchos otros países, el nivel impositivo aplicado al uso de productos que emiten bióxido de carbono es mucho más bajo que el nuestro.

Estimamos que a escala internacional debe introducirse la exigencia de requisitos ambientales para toda producción y uso de recursos que produzcan efectos negativos más allá de las fronteras.

Es preciso, asimismo, buscar solución a los problemas ambientales ocasionados por el transporte y la ubicación final de los productos.

Los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) deberían acordar políticas orientadas a desarrollar programas internacionales de investigación científica de alto nivel para preparar propuestas en esta área.

A nivel nacional, los cambios tendrán que basarse fundamentalmente en los principios de que "el contaminador paga" y de que los productos tienen que
servir para ser utilizados "desde la cuna hasta la tumba".

En los precios deberán reflejarse los beneficios ambientales que arroja la producción y el uso de determinados productos, así como la calidad y la duración
de los mismos.

En modo paralelo, la elevación del costo del consumo insostenible es uno de los caminos para aplicar el principio le que el contaminador paga.

Si tales incrementos de costos son predecibles, los empresarios industriales con visión hacia el futuro desarrollarán estrategias comerciales, productos y procesos productivos acordes con aquel principio.

U n cierto número de nuevos productos ha sido ya desarrollado según ese principio. Tales productos encontraron una significativa aceptación en los mercados y, al mismo
tiempo, beneficiaron a los consumidores y el ambiente, además de proporcionar trabajo y estimular los negocios
.

Es necesario que la industria incluya objetivos ambientales en sus planes. La aplicación de estos objetivos quedaría a cargo de la máxima dirección empresarial,
mientras que los conceptos de "negocios verdes (ecológicos)" y de
"auditoría ambiental" serían los mecanismos que se deberán utilizar para la obtención de resultados en tal proceso.

Una promisoria tendencia reciente en este campo es la introducción, por parte de la International Standardization Organization, de sistemas de control de calidad y de
verificación de la solvencia y solidez en materia ambiental de las compañías.

Corresponde a las autoridades públicas adelantarse por ese camino y dar el buen ejemplo al basar sus políticas de compras en consideraciones ambientales.

Por otra parte, la creación de nuevos trabajos y la instalación de instituciones de servicio social y de locales comerciales deberían basarse en el principio de la
proximidad: todos deben estar ubicados lo más cerca posible de los beneficiarios y consumidores
.

Una prioridad vinculada con el principio antes mencionado es la del desarrollo de ciudades sostenibles. Pueden ser designadas ciudades piloto en las que se desarrollen los sistemas de transporte sobre la base de claros criterios acerca de la calidad del aire, de la emisión de ruidos y de la accesibilidad de los medios públicos para el traslado de personas o bienes.

Los desechos de la industria y del consumo familiar deben ser reducidos al mínimo y, en principio, tratar de lograr que en el 2010 se pueda reciclar toda la basura producida en el planeta.

Uno de los medios para cumplir con esa meta sería proyectar el desarrollo de comunidades locales "libres de producción de desechos". Es decir, lugares donde
productores, consumidores y comerciantes al por menor participaran en la organización de la recolección de basura con métodos fáciles de poner en práctica y que permitan un pido reciclado o reutilización.

Para el manejo de los desechos peligrosos tendrán que desarrollarse métodos seguros antes del año 2000. Es preciso asegurar que tal tipo de desperdicios no sea exportado a los países en vías de desarrollo, como ya ha ocurrido.

Si conseguimos llegar al consumo sostenible, habrá entonces esperanza para nosotros y para las futuras generaciones.

Actualmente estamos embarcados en la transición hacia una sociedad postindustrial. Este proceso no debe ser visto con temor y ansiedad, sino con esperanza y optimismo.

Se trata de evitar sacrificar el bienestar actual de unos pocos, de impulsar una imprescindible transición de la cantidad a la calidad, y de aprovechar una nueva y quizá irrepetible oportunidad para el bien de la humanidad.

Nota: "La América que queremos" es una nueva sección sabatina de EL CORREO. Los ensayos "en defensa de la vida" -de autores de primera línea- son tomados del libro con igual título, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1998, en el contexto del Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente.

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