El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 26 de febrero de 2011

Todos tenemos derecho a la ciudad

JORGE LEGORRETA


LAS CIUDADES son historia. La historia de sus gentes, sus anhelos, sus impotencias, sus alegrías, sus utopías. Las ciudades de América forman parte de un territorio pleno de riquezas culturales, de mitos y de leyendas; son el urbanismo de nuestros pueblos indios y mestizos.

Después del insólito descubrimiento, América se convirtió en esperanza del mundo. El encuentro rebasó lo indígena y lo europeo: se dio también con el Islam traído de la España conquistada y con el África negra extendida en Brasil y en el Caribe.

América y sus ciudades se hicieron, así, territorios de pluralidad, de tolerancia con los otros, de refugio para los distintos.

Como territorios de abundancia natural, sus riquezas fueron saqueadas para alargar la vida del viejo continente. Su medio ambiente fue radicalmente transformado. 'Edificaciones ---como la ciudad lacustre de Tenochtitlan- fueron arrasadas para dar paso, antes, a los nuevos centros mineros, hoya los nuevos centros financieros.

Se dice que las ciudades son expresiones de su propia sociedad. Y no hay ciudad ideal porque no hay sociedad ideal. Productos de su historia, son espacios similares y distintos, grandes y pequeños, ricos y pobres.

Hoy, en tiempos de modernidad y posmodernidad, hemos reducido la ciudad a sus asfaltos, sus edificios, lo artificial. En nombre del desarrollo fracturamos lo que es indisoluble: la ciudad con su campo, con sus entornos naturales, con la tierra que nos ha brindado alimentos, energía, agua… vida.

Al romper conceptualmente con lo rural, hicimos de las ciudades espacios vulnerables, frágiles concentraciones humanas que se extendieron sobre sus áreas agrícolas.

Abundantes informes dan cuenta del reiterado relato del crecimiento urbano. Silo Paulo, México, Rio de Janeiro, Buenos Aires, Lima, Bogotá, Santiago y Caracas concentran,
juntas, más de 80 de los 250 millones de habitantes de América Latina. En el año 2000 albergarán, con otras ciudades más pequeñas, 75% de esa población. Sin
embargo, el tamaño de la ciudad no es lo fundamental. ¿Existe acaso forma alguna de detenerlo?

Para redefinir el concepto de ciudad, urge reconstruir lo urbano con lo rural; es decir, encontrar nuevas formas de crecimiento incorporando áreas agrícolas a las expansiones
urbanas. Más que urbanizar el campo, hay que ruralizar la ciudad.

La evolución de nuestras ciudades se orienta hacia caminos polarizados de modernidad. Sus economías se articulan no sólo a las grandes corporaciones financieras del mundo, sino también a las culturas dominantes que las sustentan.


sustentan.

Las ciudades se convierten así en espacios cada vez más autónomos del medio. Una autarquía que agrava sus problemas: contaminación, violencia, inseguridad, vivienda
insalubre, desempleo


Las ciudades se convierten así en espacios cada vez más autónomos del medio. Una autarquía que agrava sus problemas: contaminación, violencia, inseguridad, vivienda
insalubre, desempleo.

Los acelerados procesos tecnológicos de la comunicación visual y electrónica conforman modelos de ciudad-consumo, ciudad-producción, ciudad-trabajo, y acentúan la privatización de los espacios públicos.

El automóvil -alma actual de las ciudades- ha saturado los espacios viales, limitando los sistemas de transporte público. El automóvil ha desplazado al hombre
de la ciudad.

Las viejas utopías para hacer de las ciudades espacios de progreso y bienestar se han diluido y, de cierta manera, han fracasado.

Por eso, una ciudad habitable y sustentable no puede limitarse sólo a dotar a sus habitantes de empleo, seguridad, vivienda, salud.

Se requiere también preservar sus tradiciones, su identidad y su cultura y, sobre todo, luchar por el irrenunciable derecho de todos a disfrutar la vida en la ciudad.

Hay que construir y reconstruir nuevas utopías urbanas para ejercer nuestro pleno derecho a la ciudad.

Nota: "La América que queremos" es una nueva sección sabatina de EL CORREO. Los ensayos "en defensa de la vida" -de autores de primera línea- son tomados del libro con igual título, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1998, en el contexto del Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente.

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