El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Quejarse públicamente da resultado

Tania Montenegro | Hace más de un mes hice una denuncia pública sobre el mal servicio del 118, número de emergencia de la Policía Nacional, cuando llamé de madrugada para informar de un asalto contra tres chavalas y encontrarme con una chocante respuesta y mucho silencio ante mis insistentes llamadas de auxilio (ver en confidencial.com.ni, y laprensa.com.ni).

La denuncia que circuló por redes sociales, fue publicada primero en Confidencial, luego en La Prensa y diversos blogs, medios nacionales e incluso uno sueco, quienes la comentaron añadiendo quejas o uniéndose a la demanda de una mejor atención de esa institución que está nuestro servicio como ciudadanía.

Yo envié la carta al correo de Asuntos Internos de la Policía, que se encarga de investigar las denuncias que cualquier persona hace de una o un oficial de esta institución. De forma inmediata la comisionada Carolina Torres, jefa de Asuntos Internos, me respondió diciendo que mi denuncia sería procesada debidamente.

En menos de cuatro días recibí varias llamadas del subcomisionado Manuel Gaitán y del comisionado Tomás Velásquez, éste último, jefe del Centro de Emergencias, para contarme cómo iba la investigación.

En resumen, ese día había cuatro mujeres de turno y como ninguna admitió haber recibido las llamadas, me pidieron que tratara de identificar la voz que me sonara por teléfono, ya que no había manera técnica de saber cuál de las cuatro o cuáles habían recibido mis insistentes llamadas.

A mí me pareció bien rústico el método, ya que parte de mi queja es que levantaban y colgaban sin hablar, sólo en dos ocasiones escuché la voz de una mujer y no se puede recordar una voz que ni siquiera me dio chance de grabar en la memoria. De todas maneras hicimos la prueba y evidentemente no pude reconocer a ninguna, ni me sonaron, ni podía ser tan irresponsable de incriminar a alguien con ese método.

Tomando en cuenta otros aspectos, el resultado final de la historia es que se investigó a dos de las cuatro oficiales de las que hubo sospecha y se comprobó responsabilidad administrativa contra una, según consta en la notificación oficial que me entregó en mano el subcomisionado Gaitán, quien llegó a mi oficina en días pasados.

Me queda claro que en principio, toda persona que trabaja en el Estado y recibe una llamada debe identificarse en primer lugar y que si algún funcionario o funcionaria de la Policía no cumple con su deber se puede escribir a asuntosinternos@policia.gob.ni o llamar al 2277-4130 para que comience una investigación y se sancione a la persona responsable.

Este martes hablé con la comisionada Torres y me explicó que otra de las medidas que se tomaron fue remover de ese puesto a las cuatro oficiales que estaban de turno, se les sancionó con recargo de servicio que significa que su jornada laboral se alarga --esto incluyó al supervisor de turno-- y además hicieron un fuerte llamado de atención a todo el personal del Centro de Emergencias que atiende el 118.

Tomando en cuenta que una respuesta a tiempo puede frustrar un asalto, violación e incluso una muerte, es importante que el personal que atiende un número de emergencia tome conciencia de la importancia del puesto que ocupa, y que no sólo tenga preparación técnica, sino que esté sensibilizado a la problemática y sepa manejar situaciones de crisis.

Por esta razón, la comisionada me aseguró que a partir de la denuncia se inició un “proceso de reingeniería” y metieron a todo el personal del Centro a un curso de atención con derechos humanos, para evitar que a otra persona le pase lo que me ocurrió ese día. Incluso hasta la Procuraduría de Derechos Humanos me llamó para iniciar una investigación de oficio.

Por eso quiero invitar a que ejerzamos nuestros derechos ciudadanos y tomemos conciencia del poder de la palabra y del impacto que tienen los medios de comunicación para cambiar las cosas. También que nos caiga el peso en la chiclera de que al quedarnos en silencio nos convertimos en cómplices de los hechos injustos de los cuales somos testigos. E insisto, la violencia contra las mujeres no es un asunto privado ni un problema personal, sino social y cada persona puede hacer algo contra los delitos que ponen en peligro nuestra seguridad y nuestra vida.

Ese día las chavalas no fueron auxiliadas ni por la Policía ni por los bomberos, sino por unos amigos que pasaron por la esquina tiempo más tarde, según me contó el vigilante. Si esa llamada hubiera sido respondida a tiempo, quizá la historia hubiese tenido otro final. Pero toda acción para buscar justicia tiene un efecto, no desistamos.

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