El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 28 de diciembre de 2010

Un poder sincrético: neocapitalismo y orteguismo


Nicaragua comenzó a vivir un proceso de consolidación del engendro neocapitalista y el llamado orteguismo. A la vez, este neo capitalismo enmascarado, y el gobierno practicante fiel de la ilegalidad de Ortega y consorte, agotó la vida útil de las paralelas “históricas” que, al estilo libero-conservador, formó con el PLC de Arnoldo Alemán

Onofre Guevara López



Nuestra historia de 189 años como república pretendidamente independiente, no había conocido procesos de cambios políticos y sociales tan rápidos –en la medida que pueden serlo en una sociedad conservadora— tal como han estado ocurriendo en los últimos 31años. Durante este período, cuatro momentos sobresalen, aunque no todos con la similar profundidad, representando procesos políticos progresivos y negativos.

En estos procesos, sus cambios no han tenido un curso sostenido en la misma dirección, sino zigzagueante. Otro rasgo, es que los cambios han tenido como actores a las mismas generaciones y hasta a los mismos personajes actuando en sentido opuesto a su posición política original. Me refiero a los sucesos cuya iniciación y conclusión ocurrieron en 1979, 1990, 2007 y en el que comenzó este 2010, ahora al borde del 201.

Los cambios producidos a partir del 19 de julio de 1979 –el acto histórico más importante—, fueron síntesis y culminación del proceso político y social de los primeros 185 años republicanos. Un largo y lento proceso que apenas logró salir del letargo semifeudal en que dejó al país el coloniaje español, y llegó adonde aún se mantiene, aún muy lejos de las fronteras del sistema capitalista desarrollado. Y en ese estado, llamado de subdesarrollo, el imperialismo estadounidense nos fabricó la dictadura militar de los Somoza, con duración garantizada para mucho tiempo, pero, por obra del pueblo, no pasó de los 43 años.

Hubo cambios revolucionarios a partir del derrocamiento de la dictadura somocista relativamente profundos unos, y otros plagados de errores, aunque en ningún momento libres del asedio imperial y de sus agresiones por interpósitas manos, incluidas las de la contrarrevolución armada. Once años no completos duró el proceso de cambios políticos y sociales, y en 1990 se inició un proceso de cambios hacia la restauración del sistema derrocado en el 79, pero sin “Guardia Nacional”. Viejos y nuevos actores internos, apadrinados por la sempiterna injerencia norteamericana, encabezaron este proceso.

Los cambios regresivos en el orden social y político fueron obvios, aunque avanzó en algunos aspectos democráticos ignorados durante el somocimo y la revolución; este proceso duró 16 años, cinco más que el de la revolución, con tres gobiernos diferentes. En términos reales, y en comparación con el avance obtenido por otros países de la región básicamente con el mismo sistema, los tres gobiernos de ese período no avanzaron mucho, por la tremenda corrupción desatada no sólo durante la reprivatización de propiedades –compartida con los que se habían adueñado del Frente Sandinista y mandaban “desde abajo”—, sino también con los recursos de la cooperación internacional. El gobierno de Arnoldo Alemán no tuvo competidor, por sus altos niveles de corrupción.

En el transcurso de los 16 años de la restauración –más que todo en sus últimos años—, se inició otro proceso de cambios políticos, ahora de modo sincrético, con las prácticas corruptas del gobierno Alemán y el ya, para entonces, corrupto FSLN dominado de forma absoluta por Daniel Ortega. De eso, habla el Pacto entre ellos. En el año 2007, ocho años después del Pacto, las dos corrientes políticas, en el fondo ya identificadas a través de sus intereses económicos, y sólo formalmente confrontadas en lo político, culminó con la entrega del gobierno a Ortega, como efecto de una negociación mafiosa que dejó impune el latrocinio de Alemán a cambio de un proceso electoral oscuro que favoreció a Ortega. (En lo ideológico, el orteguismo se asimiló a la derecha aún de un PLC incólume en esa posición).

El 38 por ciento con que Ortega “ganó” la presidencia, se convirtió en el ciento por ciento de sus posibilidades para convertirse en un gobernante con ambiciones de serlo indefinidamente y dispuesto a lograrlo como dé lugar. (Haciendo “lo que haya que hacer”, como dijo Tomás Borge, lo cual va por el fraude electoral, las violaciones a la Constitución y podría llegar a cualquier forma de represión). Al mismo tiempo, Ortega, apenas tomó posesión de la presidencia, aceleró la acumulación de capital iniciada desde principios del 90, y comenzó a demoler algunas bases de la democracia truncando su desarrollo.

El país vive un proceso acelerado de la restauración capitalista iniciado por Violeta Barrios, continuado por Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños. Ortega rescata el capitalismo sin respeto a la democracia formal, pero con el viejo estilo de gobernar, autoritario y personalista del somocismo, ahora mezclado con la terminología revolucionaria, mensajes esotéricos y seudo “cristianos”, todo artificiosamente elaborado.

Así funciona, con un espiritualismo burdo y confesional, acompañado por el Cardenal católico Miguel Obando, en conflicto con la iglesia oficial que antes encabezó. No es que éste avanzó a la izquierda, sino que Ortega se acercó a su posición de derecha. En ello, también mezclan sus intereses económicos. Con estos elementos, Nicaragua comenzó a vivir un proceso de consolidación del engendro neocapitalista y el llamado orteguismo. A la vez, este neo capitalismo enmascarado, y el gobierno practicante fiel de la ilegalidad de Ortega y consorte, agotó la vida útil de las paralelas “históricas” que, al estilo libero-conservador, formó con el PLC de Arnoldo Alemán.

Ya no se trata de que los arnoldistas desempeñen –como los conservadores ayer con los Somoza—, el papel de comparsas con una cuota de poder en términos porcentuales. Ahora, comenzó a ser de otra forma: la colaboración con Ortega, bajo el sistema de pago por servicios prestados. Ya lo practica con el PLC, los de ALN y algunos “independientes”. A esa condición de asalariados podrían descender definitivamente los arnoldistas, aunque aún tratar de negociar la colaboración en los términos practicados conforme el pacto.

Junto a esta nueva versión del zancudismo y de oposición tradicional, que aún podrían subsistir por algún tiempo mientras se consolida el proyecto dictatorial de Ortega, también se ha visto el germen de una nueva oposición. Una oposición que, para ser en verdad diferente, deberá romper totalmente con las formas tradicionales de hacer política – pactismo y zancudismo—, y fortalecerse para actuar más allá del período electoral que se avecina, y poder ser una opción de gobierno en los próximos años.

Por lo visto hasta hoy, Ortega terminará de romper el orden constitucional con la colaboración obtenida por el sector opositor traicionero, y hasta podría consolidarse con sus métodos de gobierno autoritario y cultor de la ilegalidad. Pero coqueteará de balde con el tiempo. Sería anti dialéctico no creerlo, pues si todo fuera infinito, no existiría la historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario