El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 18 de diciembre de 2010

LA AMÉRICA QUE QUEREMOS

Una economía con un rostro más humano

Por Patricio Aylwin

Parecería que en nuestro tiempo los más importante para las sociedades fuera la economía. La naciones se evalúan por un “ingreso per cápita” que resulta de dividir su PIB por el número de sus habitantes. El crecimiento del mismo es el indicador fundamental del progreso.

Los prodigiosos avances de la ciencia y la tecnología multiplican la capacidad humana para producir bienes y satisfacer necesidades. Este progreso se traduce en apetitos crecientes de cosas nuevas. Lo que ayer era lujo, hoy se convierte en necesidad, y las cosas que ayer considerábamos excelentes, hoy las eliminamos por desechables.

En esta carrera vertiginosa por el progreso, los factores decisivos son la eficiencia y la competitividad. El gran desafío consiste en perfeccionar los bienes y bajar sus costos. A ello contribuyen los avances científicos y la imaginación creadora, pero también otros como la mano de obra barata y la reducción de los beneficios sociales.

El ámbito decisivo es el mercado, cuya regla de oro es la ley de la oferta y la demanda. La publicidad despierta, multiplica y excita los apetitos de comprar. La gente se endeuda más allá de sus posibilidades y los más pobres sufren la frustración de ver la fiesta a su lado y no poder entrar.

Pero la quinta parte de la humanidad vive en la pobreza. En nuestra América Latina ese porcentaje se eleva a más de 40%. Esta realidad nos exige preguntarnos de qué manera el crecimiento, que es legítimo motivo de satisfacción, está cubriendo las necesidades humanas. ¿Cuántos quedan al margen del progreso? ¿Cómo se explica y justifica tanta pobreza en un mundo tan rico?

En otro plano, en el vertiginoso proceso del crecimiento económico, las sociedades modernas han ido perdiendo su respeto a la naturaleza. Los hombres no se sienten parte de ella, sino llamados a dominarla y utilizarla; más que admirarla como maravilla de la creación, la ven como fuente de materias primas y de energía aprovechable.

Apenas en los últimos años, después de siglos de creciente explotación indiscriminada de muchos recursos naturales no renovables y destrucción irresponsable de otros, como los bosques, las naciones empiezan a tener conciencia del crimen que se comete y de la necesidad de conservar y proteger el patrimonio natural de la humanidad.

Estos hechos, dramáticos y alarmantes, nos exigen interrogarnos sobre el “economicismo” prevaleciente en las sociedades modernas. Sería irracional desconocer la importancia de la economía; pero como toda actividad humana, debiera esclavizar al hombre sino estar a su servicio. No es sólo cuestión de disponer cada vez de más bienes; lo importante es que éstos cumplan su función propia de satisfacer las necesidades humanas de todos los hombres. Lo contrario es poner los bienes por encima de los hombres y hacer a éstos esclavos de las cosas, como está ocurriendo.

El crecimiento económico es, sin duda, indispensable en el mundo en desarrollo; pero no basta para lograr una buena vida humana. De ahí la necesidad de políticas que, sin despreocuparse del crecimiento, privilegien los efectos sociales; lo que en Chile hemos llamado “crecimiento con equidad”.

El concepto de “desarrollo humano sustentable”, que ha acuñado la Organización de las Naciones Unidas, excede con mucho su aspecto meramente económico. Se refiere a la calidad de vida de la gente, que no depende sólo de la cantidad de bienes de que se dispone, sino también de muchas otras cosas, como el respeto a los derechos humanos, la vigencia de la justicia, la armonía con la naturaleza y la consideración de los factores ecológicos, la expansión de la cultura y el logro de la paz.

Debemos entender que la economía no es un fin, sino un medio para servir al desarrollo humano. Sólo en la medida en que aceptemos estas múltiples dimensiones del desarrollo lograremos “humanizar” nuestro mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario