El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Omar Rincón: a los telepresidentes les importa más comunicar que gobernar “Hay que reinventar el periodismo”

• Periodistas y medios de comunicación “se han dejado meter en la lógica de confrontación o de seducción con los gobiernos”.
Carlos Salinas Maldonado | 15/12/2010

Este hombre usa el sarcasmo, la ironía fina y mordaz, para decirnos a los periodistas lo que no nos gusta escuchar: que estamos haciendo mal nuestro trabajo. Omar Rincón (Maripí, Colombia, 1961), periodista, catedrático y crítico de televisión, afirma que los periodistas y los medios de comunicación nos hemos dejado llevar por la lógica de los gobiernos latinoamericanos, sus presidentes convertidos en actores de televisión, y hemos dejado de lado a la gente, la defensa de los ciudadanos, el espacio de un diálogo crítico y abierto.
El ego de los periodistas, dice Rincón, mató al periodismo, lo ha convertido en una comparsa del poder, haciendo a los políticos más populares.
Con eso, dice, hemos pagado un alto precio: perder ante la sociedad parte de la legitimidad, la independencia, la credibilidad de la que el periodismo siempre ha gozado. “Teniendo un ego tan asquerosamente grande, no somos capaces de demostrar que hacemos buen periodismo. Eso es un fracaso absolutamente nuestro”, afirma.
Rincón estuvo en Nicaragua impartiendo una serie de talleres a estudiantes de maestría de la Universidad Centroamericana (UCA). Sus charlas despertaron risas y muecas de descontento, pero al final predominó su tesis básica, que comparte en esta entrevista con Confidencial: para fortalecer la legitimidad de esta profesión ante la sociedad, “hay que reinventar el periodismo para que vuelva a contar el mundo. Tenemos que descubrir desde qué temas podemos conectarnos con la gente”.
¿La política se convirtió en una gran telenovela en América Latina?
Me han criticado mucho porque he dicho un par de cosas con las que unos están de acuerdo y otros no. La primera en la que hay acuerdo es que hoy asistimos al Estado comunicador, un Estado manejado por gobiernos que les importa más comunicar que gobernar. La prueba es que les ha ido muy bien porque la popularidad de esos presidentes está buena. Esto tiene una contraparte que es que los medios de comunicación torpemente están vendiendo su capital simbólico de la legitimidad, la credibilidad, la independencia, y se han dejado meter en la lógica de confrontación o de seducción con los gobiernos. Entonces, a los presidentes les está yendo muy bien y a los medios muy mal. Los medios se han convertido en actores políticos a favor o en contra de los gobiernos. En ese sentido les ayudamos a los presidentes a ser muy populares a costa de perder nuestra legitimidad.
¿Se han convertido los medios en la comparsa de los políticos?
Depende de los regímenes. Si miras en México, Colombia, Chile, Perú, los medios y el gobierno son uno mismo, se comportan como aliados. Cuando ves Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, El Salvador, los medios se comportan como la oposición política, remplazan a los partidos, a los políticos, a los actores del debate público. En ambas opciones perdemos los periodistas y los medios, porque nuestra función no es ser actores políticos, porque ahí los presidentes nos ganan por goleada. Además, nosotros los periodistas en principio somos muy malos políticos. Un periodista es alguien que no quiere que lo quieran; por eso publica lo indeseable, por eso critica la corrupción, el abuso de poder, la falta de transparencia. No informamos para que nos quieran. En cambio, los políticos sí informan para que los quieran. Esto crea un asunto delicado: les está yendo bien a los telepresidentes y nos está yendo mal a los periodistas y los medios, aunque a éstos en el fondo no les va a ir mal porque están haciendo su reacomodo de negocios; les importa tener un buen negocio que produzca dinero e incidencia en la toma de decisiones del poder. Los periodistas no estamos investigando, no estamos contando, no estamos produciendo notas con calidad; nos estamos quedando sin verdad.
¿Entonces la prensa dejó de ser aquel romántico cuarto poder?
No deberían de decir eso de cuarto poder, eso fue una cosa que se inventaron por ahí para decir que es muy importante… Aunque exactamente se está comportando como el cuarto poder, un cuarto poder que quiere ser juez, gobierno y que quiere ser legislación. Eso es un error. Lo que el periodismo siempre ha tenido que ser es un contra poder, la definición de periodismo es: nosotros siempre estamos en el otro lado, nuestra función es nunca estar de acuerdo con nadie, preguntarnos siempre qué es lo que está detrás del poder. Nuestro propósito es siempre defender a la ciudadanía. Frente a todas las cosas no somos patriotas, tenemos que ser antipatriotas, porque la función vital del periodismo es que somos siempre el contra poder de todo poder: de los narcos, de los corruptos, de los políticos. ¡Eso es lo que tenemos que hacer! Pero es lo que se nos ha olvidado. No estamos haciendo contra poder, sino comparsas o peones útiles.
Pero hay además toda una nueva relación medios-gobierno que, en el caso de Nicaragua, se caracteriza por una fuerte política de secretismo, ataques directos a periodistas, censura.
Es que adicionalmente, este Estado comunicador tiene una cantidad de estrategias muy buenas. Primera: presidentes que se vuelven periodistas. Ellos dicen qué es noticia, qué se pregunta, qué se responde, dónde se habla. Ya nunca más volvimos los periodistas a preguntar. Segundo: se volvieron hiperprofesionales, los mejores periodistas de América Latina ahora están trabajando con los gobiernos: la gente queda desempleada y ¿a dónde va a trabajar? Al Gobierno. Hay más periodistas trabajando en el gobierno que en los medios. Estos ya no son periodistas, son propagandistas. Tercero: manejan la pauta oficial, con lo cual premian y castigan la función de información. Cuarto: trabajan con lógicas de persecución a los periodistas. Hay persecución a nivel judicial, a nivel de leyes. Una cantidad de estrategias que están haciendo súper bien. ¿Cómo estamos respondiendo nosotros? Diciendo, “ay, somos buenos”; pero informando mal. No demostramos que vale la pena existir. Hoy en día en América Latina nadie hace una manifestación para defendernos, nos cierran y nadie sale a la calle diciendo que vuelvan.
¿Entonces los periodistas estamos haciendo muy mal nuestro trabajo?
Los periodistas somos como la esposa mantenida: nos creímos que no éramos trabajadores, que éramos poder, muy importantes. El ego nuestro es lo peor que tenemos. Ese ego nos llevó a creer que los medios y nosotros éramos una pareja perfecta y que trabajábamos para el mismo lado y que construíamos los mismos principios. Y lo que nos estamos dando cuenta es que nosotros los periodistas somos los desechables y que el medio no nos quiere tanto. Lo que estamos haciendo mal es no sentirnos trabajadores, no estar del lado de la ciudadanía, sino del lado del poder; eso nos ha matado. Teniendo este ego tan asquerosamente grande, no somos capaces de demostrar que hacemos buen periodismo. Eso es un fracaso absolutamente nuestro. Le podemos echar la culpa a la falta de tiempo, de dinero, de recursos... Pero estamos haciendo mal periodismo. ¡Y eso es imperdonable! Periodismo con una sola fuente, sin contexto, periodismo mal contado, periodismo que no ofrece marcos de interpretación, periodismo con 25 fuentes anónimas, periodismo sin datos, periodismo de temas que a la gente no le interesan.
¿Cómo se superar un problema como éste?
Lo básico es volver a hacer tres cosas. Uno: volver a hacer buen periodismo, con contexto, diversidad de fuentes, investigación, relatos, buenas historias. Dos: saber que la solución nuestra no está en los medios solamente, sino que hoy en día hay una nueva esfera pública mundializada que nos puede seguir de apoyo. Hacer buenos trabajos como (Ryszard) Kapuściński: informo lo que tengo que informar, pero lo que sé que no me van a publicar lo voy guardando; después conseguiré dónde publicarlo vía Costa Rica, México, Argentina, la India. Y eso, por la esfera global, va a volver a lo local. A mí no me pueden decir “ay, es que no me lo publican”: hay muchísimos sitios donde publicar. Lo que pasa es que no estamos produciendo información. Tres: nosotros los periodistas de vieja data somos unos jurásicos que solamente sabemos trabajar bajo el régimen de escribir y reportear lo que nos contratan; sólo hacíamos todo por encargo. Hoy eso ya se acabó, hoy tienes que hacer el reportaje y venderlo. Hoy ya somos más prostitutas, nos toca salir a la calle a vender nuestro trabajo, a ofrecer la mercancía. La historia de América Latina no ha sido de grandes medios, sino de grandes periodistas.

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