Héctor Mairena
Carlos Fuentes, una lumbrera intelectual de este lado del mundo, afirmó que Hugo Chávez tenía “una ferretería en la cabeza“. Se refería el fallecido escritor mexicano, a esa particular habilidad del Tnte. Cnel. de almacenar en su memoria, un verdadero sancocho de ideas y conceptos-muchos de ellos disímiles-, que eventualmente dispara contra la inteligencia de algún auditorio.
Chávez es capaz de recitar en un mismo discurso, a Perón, a Juan Pablo Segundo, a Fidel Castro y a Jesucristo, además de citarse a sí mismo por supuesto. Pero no son citas extrañas ni resultado de ningún esfuerzo académico mínimo, muchas de ellas pueden encontrase en la sección de citas citables de la popular revista Selecciones Readers Digest.
Pero no es el análisis del discurso chavista lo que nos interesa ahora, que por lo demás, como señalaba el ya citado Carlos Fuentes, “ es flatulento”.Lo que me interesa apuntar es que esa singular característica, parece extenderse hacia todos los simpatizantes del chavismo, incluso en Nicaragua claro, que han asumido una ideología – si fuese posible denominar así a un arsenal de verdades a medias- nominalmente ecléctica, que corrompe categorías, altera verdades históricas y que solamente por el creciente -y nada casual- control de los medios de comunicación acuña conceptos a fuerza de la reiteración
Así, llaman democracia a un régimen totalizante, que se funda en el control omnímodo y familiar del Estado. Un régimen que prohibe partidos, agrede a los opositores a discreción. Y los votos de lo que llaman elecciones, son contados por los empleados del presidente.
Socialistas se dicen, porque prestan una asistencia social – tal vez comparable con la que Evita Perón daba a los que ella llamaba sus “descamisados “-, gastos que además se desembolsan de la cooperación privatizada del Estado Venezolano. Es decir de dinero ajeno, que debería estar en las arcas públicas.
Un partido cristiano y solidario, en el que por más de treinta años, solo ha existido un Secretario General, mismo que ha sido el único candidato presidencial para todas las elecciones ¡ desde 1984 ! Y en el que ha osado desafiarlo, por lo menos ha terminado expulsado a pedradas (expulsado de los recintos físicos y del “partido”). Un partido de militantes mudos porque si hablan de más, se van, de ciegos porque no ven – o no quieren ver- lo inconveniente, y que callan por conveniencia, por miedo o complicidad. No dudo que otros militan en ese conglomerado, por verdadera convicción, pero ello no les exime de su complicidad.
Hay una corrupción del lenguaje en marcha, que presenta la realidad de otra manera, para que se vea distinta. Todo debidamente matizado con alusiones a símbolos sagrados y pedestres, perennes y temporales y a conceptos de la tradición revolucionaria, en una mezcla no menos heterogénea – ni menos peligrosa en sus fines- que la de Chávez. Pero si bien siempre hay quienes se mimetizan, y pueda tener alguna eficacia, la misma es temporal, porque al final son las verdades históricas las que se imponen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario